Al cierre de esta edición no se habían logrado, de parte del Gobierno, precisiones que permitieran echar alguna luz sobre el proyecto oficial. Pero oficiosamente se reconoció "algo en estudio".

Esto cayó como un balde de nafta en un escenario que ya venía complicándose por las sucesivas cargas de dinamita colocadas -por ambos contendientes, campo y Gobierno- en el precario puente tendido al retomar el diálogo.

Tras la reunión con Déborah Giorgi, ministra de la Producción;Florencio Randazzo, de Interior, y Carlos Cheppi, secretario de Agricultura, los dirigentes salieron diciendo que habían logrado algún avance y, sobre todo, un cambio en la tendencia.

Pero el clima se enrareció tras la conferencia de prensa de los interlocutores oficiales, que según los ruralistas tuvo un tono de dureza que contrastaba con la cordialidad de la reunión. Horas después, los comentarios del matrimonio presidencial acerca del campo recalentaron el ambiente. "Es el único sector que puede darse el lujo de no vender su producción", dijo la Presidente, intentando colocar en el tablero la idea de que "a estos les sobra mientras hay tantos necesitados". Después, Cristina Kirchner insistiría en que hay otros sectores más prioritarios que los productores. Y remarcó el "esfuerzo fiscal" de los anuncios del martes, 1.300 millones para criadores y tamberos que, en realidad son aportados por los sojeros, que seguirán padeciendo el 35% de retenciones. A pesar de la sequía y la caída de los precios, la perinola K les obliga a poner 15.000 millones. Vuelve menos del 10%.

En el ínterin, la Comisión de Enlace se regodeó en el Congreso, en un estruendoso encuentro con la oposición. El Gobierno lo vivió como una provocación. Los popes del agro, que saben que hay que evitar la confrontación porque ese es el desenlace que quieren anticipar los Kirchner, cayeron en el pecado de la gula. No fue oportuna la reunión, y mucho menos el tono de fondo que la impregnó. Habrá que aceptar que la dirigencia está tremendamente presionada por los "autoconvocados", ya listos para los cortes de ruta.

Y el Gobierno, que parece cada día más un ajedrecista que sólo mira la jugada próxima, le respondió con el rumor estatista. La movida tiene un objetivo a dos puntas: reforzar el mensaje acerca de que los chacareros están acaparando 9 millones de toneladas de soja, y lograr una estampida que los lleve a vender. El Gobierno desnudó así su urgencia de divisas. La repetición del mensaje de "acaparamiento" por Randazzo y Giorgi reforzó esta sensación.

Esto puede constituirse en un nuevo bumerán. Pronto se verá que no existen las 9 millones de toneladas. A lo sumo, queda la mitad. Un error de cálculo del principal productor de la economía argentina no va a dejar bien parado al Gobierno. Pero lo más importante es que la que efectivamente permanece en manos de los productores, ahí va a quedar mientras no se aclare el panorama. Es apenas un poco más de lo que había a esta altura del año pasado. Además, a estos precios nadie vende. Y ya llega la cosecha, que será pobre y obligará a un manejo muy cuidadoso por parte de los productores, que actúan como si fuera la última reserva (de hecho, lo es). Van a hacer lo que hacen siempre: guardar todo e ir vendiendo lo que hace falta para saldar las urgencias. La soja es la moneda del campo.

La consecuencia del rumor es que la exportación tendrá menor ritmo. Lo que significa el efecto contrario al que se busca: en lugar de dinamizar el ingreso de divisas, el flujo será más lento. Porque un Decreto de Necesidad y Urgencia tendrá que pasar por el Congreso. ¿Recuerda la Resolución 125? Habrá que alquilar balcones.