Como dice el refrán: "Cuando alguien se quema con leche ve una vaca y llora".
Pareciera que este dicho tan popular no es conocido por el gobierno nacional, ya que sigue insistiendo con las mismas fórmulas que nos llevaron a la postergación, no solamente al campo sino a todos los argentinos. Acá urgente, hay que hacer cambios estructurales.
¿Se puede pensar en un cambio cuando minutos antes de la reunión la presidenta de la Nación nuevamente descalificó al campo?
Sobre el mensaje al campo dijo: "Quiero llamar a recapacitar a algunos sectores de la economía que hoy se pueden dar el lujo de no comercializar sus productos."
En lo personal me gustaría "llamar a recapacitar al gobierno nacional que puede darse el lujo de incentivar a producir menos alimentos, que no deja comercializar productos agropecuarios al mundo cuando éste lo está demandando, arrastrando con esta menor generación de riqueza a otros sectores vitales para el interior productivo".
Vamos a ser bien objetivos: si actualmente producimos 8,2 millones de toneladas de trigo a diferencia de los 16 millones en el ciclo anterior, si vamos a producir 14 millones de toneladas de maíz contra las 22 millones de toneladas de la campaña anterior, si estamos produciendo la misma cantidad de carne pero a expensas de faenar más animales -sobre todo futuras madres-, si pasamos de 15.000 tambos en 2002 a los 10.000 de la actualidad ¿Podemos decir que esta política agropecuaria es un éxito?
Cuando las acciones llevadas a cabo durante estos últimos tres años dieron como resultado una menor producción ¿Se puede seguir con el mismo esquema?
Nuestra propuesta es simple, la Argentina es uno de los países que produce en forma más competitiva alimentos y el mundo ante esta crisis, lo último que va a dejar de consumir es alimento, por lo tanto debemos producir más.
Este pensamiento de no tolerar que al hombre del campo le vaya bien -de ahí la presión impositiva de más de un 50 por ciento de nuestros ingresos brutos y el deseo de que recibamos poco por nuestra materia prima- incentiva a una menor producción de alimento.
El Gobierno debería despegarse de ese arraigo ideológico y con soluciones de fondo -no con pequeñas medidas- demostrar que quiere un verdadero ámbito de diálogo y no reafirmar "sus ideas" que hasta ahora han sido un fracaso.
Es tal el nivel de rechazo hacia el sector que el ex presidente de la Nación salió cuatro horas posterior de la reunión a tratarnos de oligarcas.
Las retenciones
Lo bueno de estos días es que se blanqueó una situación: "Las retenciones son solamente una medida recaudatoria y no como quisieron hacernos creer hace un año -con un enorme gasto publicitario que pagamos todos los argentinos- que eran para desacoplar los precios internos de los internacionales".
Ahora resulta que si no fuera por las retenciones no se le podría aumentar a los jubilados ni a los maestros y hasta el plan canje de bicicletas correría grandes riesgos.
Como un reclamo democrático y republicano, lo interesante sería que nos explicaran qué hicieron con los 70.000 millones de pesos que recaudaron en estos últimos tres años con las retenciones y que no sabemos adonde fueron a parar.
No hay duda que esta mezcla de economía mercantilista -que concibe a la riqueza como fija-, de asistencialismo económico -subsidio y compensaciones- y de patoterismo autoritario -manipuleos de los mercados y de índices-, nos han llevado a este túnel sin salida ¿No será el momento de cambiar?
El autor es vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)


