La cotización minorista del dólar se ubicó ayer en el nivel más bajo de los últimos ocho meses, tras ceder otros tres centavos y cerrar la jornada a $ 2,83 el tipo vendedor (el que paga el público al comprar divisas), en medio de una avalancha de ventas de los exportadores que presiona fuerte sobre el precio.

El valor al público retrocedió el 1,05% en el día y acumula una caída del 3,7% (11 centavos) desde que el Gobierno pagó, en la segunda semana de marzo, un vencimiento al Fondo Monetario Internacional (FMI) y puso a salvo el acuerdo que mantiene con ese organismo.

El reacomodamiento bajista refleja el desbalance con que opera la plaza cambiaria local, con claro predominio de quienes quieren desprenderse de los dólares (una tendencia que se acrecienta por las previsiones bajistas) frente a quienes buscan adquirirlo. Pero no tomó por sorpresa a los operadores, que ya aguardaban para estos días una mayor liquidación de divisas como producto de las ventas de cereales de la cosecha gruesa.

El derrumbe del precio se produjo -tal como había sucedido anteayer- luego del mediodía, "cuando los bancos oficiales completaron el cupo de compras que tenían y dejaron solo al Banco Central del lado de la demanda", consignó un cambista. Aludió así a algunas compras que cursaron los bancos Nación y Provincia de Buenos Aires, por orden del Tesoro Nacional.

Para entonces, ya no bastaba que el BCRA elevara en otros US$ 10 millones el monto de su intervención para llevarla a US$ 45 millones (la mayor desde el 15 de julio pasado, cuando compró US$ 55,5 millones), en un intento por balancear algo más el mercado. Con ese propósito, en lo que va del mes ya adquirió US$ 150 millones, un tercio de lo que había comprado durante todo marzo, sin que el esfuerzo se haya traducido en un menor ritmo de baja.

La duda que se generó entre los operadores es si la marcada baja del dólar responde a un desajuste circunstancial del mercado (los feriados de Malvinas y las Pascuas dejaron sólo dos ruedas para que los exportadores liquidaran sus abultadas posiciones) o marca el comienzo de una política cambiaria más laxa. Por eso muchos quedaron sacando cuentas, tras recordar que el presidente del Central, Alfonso Prat-Gay, le presta más atención al tipo de cambio multilateral (el peso medido contra las monedas de los países con los que más comercia la Argentina) que a la paridad peso-dólar.

Todos sacan cuentas

La incógnita sólo se irá despejando desde la semana entrante, más allá de que todas las previsiones que hoy se manejan para el corto plazo, en el mejor de los casos, son estables. "Con todo, no creo que lo dejen caer mucho más. Dejá que se empiecen a quejar los industriales...", deslizó con picardía un experimentado banquero que en las jornadas cambiarias más calientes gusta darse una vuelta por la mesa de dinero de su banco.
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La caída en el precio del dólar también se hizo sentir en las operaciones pactadas a futuro, las que desde hace dos semanas se ubican por debajo del valor en que se opera en el mercado físico, lo que habla a las claras de una expectativa bajista.
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Del lado de quienes protagonizan la oferta de divisas corroboran este diagnóstico. Según fuentes de los exportadores agrícolas, las fuertes liquidaciones de divisas, que desde el viernes pasado se ubican por encima de los US$ 60 millones y ayer llegaron a los 62.886.873 dólares, podrían mantenerse en ese nivel hasta avanzado junio.

El principal motivo no es otro que la obtención de mayores ingresos por la generalización de la cosecha de granos gruesos y, en particular, de la soja. Con el ingreso de entre 4000 y 5000 camiones por día cargados a los puertos de la zona de Rosario, en el sector son optimistas sobre la marcha de las liquidaciones, que van de la mano de las ventas del grano al exterior. "Todo está en línea con los negocios comprometidos y con el alto precio de la soja, que ayer cerró a US$ 243 la tonelada para la exportación", indican.

Lo único que los pone algo más cautos es la posibilidad de que los productores se sientan tentados a retener los granos, a la espera de una suba mayor en el precio de la soja, o retengan sus dólares, porque los pesos que reciben a cambio ya no los satisfagan tanto y se queden a la espera de un rebote en la cotización para desprenderse de las divisas.

Por Javier Blanco
De la Redacción de LA NACION