El presidente Néstor Kirchner convocó ayer por la mañana a su despacho al ministro de Economía, Roberto Lavagna. Y lo retuvo allí durante algo más de tres horas, analizando el posible impacto de la crisis energética sobre la pauta de crecimiento económico.

Además, Kirchner aprovechó para ponerse al día sobre los preparativos del Palacio de Hacienda para la nueva ronda de negociaciones con los acreedores extranjeros, que empezará el lunes próximo, tras los feriados de Semana Santa.

Si bien el encuentro estuvo rodeado de un absoluto hermetismo, trascendieron algunos de los principales ejes de la conversación matutina en la Casa Rosada. Además de la crisis energética y la renegociación de la deuda en default, sobre la mesa de trabajo hubo cuestiones como la política del Banco Central frente a la baja del dólar, el aumento del superávit fiscal por la suba de la recaudación y la situación crediticia de las pequeñas y medianas empresas, según revelaron a Clarín fuentes de Economía y de la Casa de Gobierno.

También participaron del encuentro el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y la presidenta del Banco Nación, Felisa Micelli.

Lavagna buscó tranquilizar a Kirchner sobre el impacto de la crisis energética. Según el ministro, la pauta de crecimiento para este año —estimada en un piso de 6% y un techo del 8%— no se vería afectada. Sobre todo porque los paliativos adoptados para la emergencia (importación de fuel oil, restricciones a la exportación de gas y actualización tarifaria) serían suficientes para el corto plazo. Pero el diagnóstico de Economía coincide con los economistas privados que remarcan que las dudas están puestas en qué puede pasar en 2005 si no hay soluciones de fondo.

En cuanto a la negociación con los acreedores, Lavagna informó al Presidente sobre las reuniones preparatorias que mantuvo con los bancos que integran el sindicato asesor en la reestructuración. Uno de ellos es, precisamente, el Nación, que preside Micelli. El lunes empieza una ronda con grupos extranjeros (ver Otro round...).

Sobre la caída del dólar —que ayer cotizó a 2,83 pesos—, Lavagna planteó ante Kirchner sus discrepancias con la política del Banco Central. El ministro siempre dijo que es partidario de un dólar a 3 pesos. Por eso, considera que la entidad no interviene lo suficiente en el mercado, comprando divisas para contener la baja en la cotización.

Otros temas fueron la mejora de la recaudación (esperan un récord histórico para mayo) y qué hacer con el abultado superávit fiscal, que equivale casi a 4% del PBI. Lavagna planteó la necesidad de no gastar un solo peso a cuenta hasta el segundo semestre. Primero quiere tener garantía de que el FMI dará por aprobada en junio la tercera revisión del acuerdo.