Un trapo rejilla colgaba del extremo de la heladera vacía. Desde el sábado, cuando se acabó el stock de carnes rojas, no hay nada detrás del vidrio para ofrecer a los clientes. A la derecha, un plástico cubría los estantes de otra heladera sin luz que ocupa una de las paredes laterales del supermercado.
"No hay nada, señora, es por el paro, ¿vio?", dijo a LA NACION uno de los jóvenes que acomodaban mercadería en el Coto de Brasil al 500, en el barrio porteño de San Telmo.
La baja frecuencia de reposición por el feriado, el nuevo paro del campo y los faltantes por demoras en la distribución y baja provisión de materias primas tuvieron un resultado dispar en las góndolas de los súper.
En una nueva recorrida por comercios minoristas de la Capital Federal, LA NACION pudo comprobar la situación del abastecimiento: casi por azar, según hubieran sido bendecidos o no con la llegada de los proveedores de carnes, lácteos y productos farináceos, los supermercados y autoservicios ofrecían variedad de productos o bien un desabastecimiento total en algunos rubros, como sucedió, por ejemplo, con los cortes en el local de San Telmo.
Límites
En el Carrefour de Agüero y Beruti la heladera de la carnicería tampoco tenía productos. Allí había otro hueco de mercadería en los diez cajones de aluminio donde debían estar los sachets de leche.
Además de esta ausencia, la novedad estuvo dada por algunos límites sin precedente en otras cadenas: cupos de un kilo por compra del pan o el tomate en oferta. Mientras que otras variedades de panes y tomates se vendían libremente, una aclaración distinguía a los restringidos: "Precio acordado con el Gobierno".


