Por primera vez desde que asumió, hace casi once meses, el presidente Néstor Kirchner accedió a convertir la quinta presidencial de Olivos en un lugar de trabajo. Es que, sabe, el plan de seguridad nacional urge y por eso prometió anunciarlo oficialmente pasado mañana en la Casa Rosada, según concedió un hombre muy cercano a las decisiones presidenciales.
Las fuentes consultadas por LA NACION admitieron, cerca de la medianoche, que sólo están planteados los lineamientos generales del plan, lo que explica la maratónica jornada vivida ayer no sólo por el Presidente sino también por los hombres de su confianza.
Fiel a su estilo, la mesa de decisión fue muy reducida. Los motivos son, en principio, dos: que Kirchner confía en un pequeño grupo que lo rodea y que quiere evitar, por cualquier medio, que se filtre información del plan.
Reuniones
Anoche todavía seguían en Olivos el ministro de Justicia, Gustavo Beliz; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el secretario de Seguridad Interior, Norberto Quantín. "Estamos dándole los retoques finales al plan", pretendió infundir calma uno de ellos al ser consultado por LA NACION. El vocero presidencial, Miguel Núñez, se sumó durante un rato al cónclave.
Además de definir los alcances del plan, el Presidente revisó casi un centenar de legajos de altos jefes de la Policía Federal para decidir los cambios que, casi con certeza, se producirán en la cúpula de la fuerza.
Una fuente del Gobierno daba anoche por segura la continuidad del actual jefe de la policía, Eduardo Prados, aunque no podían decir lo mismo de su segundo, Daniel Higinio Caruso. Se descontaba que habría otras modificaciones entre los jefes de las superintendencias clave.
El repaso de los legajos era una de las actividades que el Presidente decidió encarar personalmente.
Versiones
Una nota caracterizó toda la jornada, los rumores de la salida del Gobierno del ministro Beliz. Se dijo que estaba en Olivos para llevarle personalmente la renuncia al Presidente. También que el Gobierno lo había acorralado con la decisión de echar a tres oficiales en la línea de mando de la Policía Federal, entre ellos el comisario general Jorge Alberto Palacios. Nada de eso era cierto, según confiaron a LA NACION dos ministros del gabinete y un hombre de la extrema confianza de Kirchner.
"Es un disparate... Estamos trabajando desde ayer (por anteayer) en esto, cómo se va a ir Beliz. Lo desmiento", dijo a LA NACION el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, con el ánimo de poner fin a la ola de rumores.
Para recrear el clima que se vivía en Olivos, otra fuente confió: "Acá está Gustavo (Beliz), que se está matando de risa de las versiones. Son todas infundadas".
Varias de las medidas que se habían tomado durante la semana y que permanecían en reserva fueron afinadas ayer. Sin embargo, una de las reuniones que se esperaba para estas horas todavía no se había producido: se aguardaba un contacto con León Arslanian, ministro de Seguridad bonaerense.
El Presidente quería que tanto Arslanian como el gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá, estuvieran al tanto de las medidas que el Gobierno tomaría para luchar contra la inseguridad y recibir el aporte de los equipos técnicos bonaerenses para cerrar el plan.
Una cosa también quedó ratificada ayer en Olivos, siempre según las fuentes: la participación de las Fuerzas Armadas en la logística del proyecto oficial seguía intacta.
El ministro de Defensa, José Pampuro, mantuvo intensas reuniones con autoridades militares para delinear los detalles de la operatoria. El Presidente, dijo una fuente de esa cartera, está decidido a llevar adelante el plan de seguridad con el apoyo de las Fuerzas Armadas.
Como dato adjunto se puede decir que hoy se cumple un mes del secuestro de Axel Blumberg. La marcha que encabezó su padre, Juan Carlos, y que convocó a más 150.000 personas en reclamo de justicia y seguridad, aceleró los tiempos para el establecimiento del nuevo plan.
Esta decisión, que no esconde un fuerte componente político es, según dicen en la Casa Rosada, una de las maneras que tiene Kirchner para volver a ocupar el centro de la escena y mostrarse ejecutivo ante el reclamo popular que conmovió al país hace quince días y que, según algunas encuestas, habría mellado su imagen ante la opinión pública.


