Hay pocos intelectuales europeos que se refieran al proteccionismo agrícola. Sus voces aparecen con cuentagotas y sólo parecen tener repercusión en los países que padecen esa política. Uno de ellos es Jean-Pierre Lehmann, profesor de política económica internacional en la escuela de negocios IMD, de Lausane, Suiza, y director ejecutivo y fundador del Evian Group, un "think tank" (usina de pensamiento) que reúne a ejecutivos de la industria de la alimentación, funcionarios gubernamentales, intelectuales y jóvenes que promueven, entre otros objetivos, el comercio internacional.

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Lehmann estuvo recientemente en la Argentina y en una entrevista con LA NACION, dijo que Europa debe decidir si sigue protegiendo a su agricultura o si establece alianzas con los países en desarrollo. Esta convicción no sólo es intelectual, también es práctica: tiene una finca en Francia donde fabrica quesos junto con sus vecinos que venderán en China. Al país asiático viaja entre dos y tres veces por año.

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"Los líderes de hoy tienen miopía, mientras los jóvenes piensan en el mañana porque en diez años ellos van a tener las responsabilidades", opina.

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-¿Por qué cree que los líderes de hoy tienen miopía?

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-No sé. Supongo que tenemos los líderes que nos merecemos, es nuestra culpa también. Los hombres políticos piensan nacionalmente. Ocurre con la posición que tiene Europa con la política agrícola: no se puede defender. Por ejemplo, el presidente de Francia, Jacques Chirac, se reúne con George W. Bush y se opone a la política frente a Irak y con eso gana votos. Pero también podría ganar si dijera que la agricultura francesa no está bien. Es que el siglo XXI presenta una oportunidad fantástica.

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-¿Oportunidad para qué?

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-Para que haya menos pobreza, para que podamos conectarnos con las nuevas tecnologías. Hay un cambio político en muchas partes del mundo, aunque no en Medio Oriente. Hasta en China se ve. Estoy seguro de que en 25 años China será una democracia, está en esa dirección. Con las políticas de integración que se iniciaron en los años noventa, ésta tendría que ser una época de oro.

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-¿Pero no cree que a partir de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 hubo un freno a la globalización y que hubo un aumento del proteccionismo?

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-Sí es posible. Después de lo que ocurrió el 11 de septiembre hubo una solidaridad real con los Estados Unidos. Cuando llegaron a Doha en noviembre de 2001 (por la reunión de la Organización Mundial del Comercio) no podía ser un segundo Seattle, es decir, un fracaso. Y por eso se firmó la Ronda del Desarrollo. Después, muchos dijeron "¿qué hemos hecho?" Y Bush dictó el "Farm Bill" que aumentó los subsidios a la agricultura norteamericana y decidió incrementar el proteccionismo al acero. Hicieron lo contrario al espíritu de Doha.

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Ahora estamos en esta mentalidad de confrontación. Siento que hay en Bruselas una mentalidad de pelea con los países del Sur, como Brasil, la Argentina y Sudáfrica, que tienen la capacidad de exportar alimentos. En Europa dicen "sí estamos abriendo nuestros mercados a los países más pobres"; sí, pero porque no son un peligro. Faltan 50 años para que Senegal o Chad sean una amenaza para Francia.

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-¿Perdería la Unión Europea si se liberaliza el comercio agrícola?

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-No, los consumidores ganaríamos. Por ejemplo, en Francia la agricultura es el 5% de la economía, pero tiene un poder político y psicológico mucho más grande. Para los europeos podría haber productos mucho más baratos y tendríamos más selección. Importar más carne de la Argentina o pollo de Brasil sería fantástico.

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En Europa, el 80% de las subvenciones va al 10 por ciento de los productores, que son los más ricos.

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Creo que la buena noticia es que con Cancún (la última cumbre de la OMC) la agricultura no ha quedado en una agenda aparte. Es un progreso, aunque haya fallado. Los europeos y los japoneses lo saben. Va a ser duro, pero vamos a ver un cambio de la política europea en cinco o seis años, no antes.

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-Cuando usted dice estas cosas no le deben tener mucha simpatía en Europa...

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-En una reunión del Evian Group en la que había funcionarios de Bruselas, un líder de una compañía internacional muy importante dijo que Europa es una región que en los años que vienen va a tener menos poder. Y, por lo tanto, tendremos que escoger si pasamos nuestro tiempo protegiendo la agricultura o vamos a promover acciones de valor y alianzas con los países que dependemos. Hay más gente que piensa como él y como yo.

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En Europa, fuera de algunos periódicos como el Financial Times, el proteccionismo agrícola es un tema que no se trata. Los políticos no quieren que se discutan sobre estos temas. Tenemos referémdun sobre todos los temas, sobre el euro, por ejemplo, que es muy difícil de entender. Y sería bueno que hiciéramos uno sobre la agricultura.

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Tendríamos que recibir más productos exportados desde la Argentina y no mantener esta agricultura que nos está costando una cantidad bárbara de dinero. Cada vaca europea tiene una subvención de tres dólares por día. Eso es una locura. Tenemos que mantener una agricultura que respete el entorno, se puede hacer. Y aun así habrá oportunidades para los agricultores europeos.

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-¿Cuál es su opinión respecto del crecimiento de China?

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-Aunque tiene riesgos políticos, financieros y demográficos, allí hay oportunidades fantásticas.

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China, a lo que hay que sumar Hong Kong y Taiwan, va a represantar el 25% de la economía mundial en poco tiempo. Es una oportunidad fantástica para los exportadores argentinos. Y con todo tipo de productos: vinos, carnes. Cuando un país llega a 1500 US$ de PBI por habitante empieza a comer mucha más carne y China ahora tiene US$1200. Pero en regiones como Shanghai y Pekín, llega a US$ 7200.

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Por Cristian Mira

De la Redacción de LA NACION

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El perfil

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Estudios

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Es profesor de política económica internacional en el IMD de Lausane, Suiza. Graduado en la Universidad de Georgetown (Estados Unidos) y con un doctorado en la Universidad de Oxford (Gran Bretaña).

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Varios continentes

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Autor de numerosos libros y artículos especializados en la dinámica de la economía y en los negocios del sudeste asiático, así como de los países en desarrollo.