Con la participación de todos los eslabones de la cadena de ganados y
carnes, el Plan Ganadero Nacional (PGN), coordinado por el subsecretario de
Economía Agropecuaria, Javier de Urquiza, se encuentra en gestación y en 90
días podría salir a la luz.
"La Argentina se merece una ganadería distinta que apunte a reposicionarse
y que pueda atender una mayor demanda externa de carnes", dijo el
funcionario en alusión a este proyecto que apunta a sacar del estancamiento al
sector.
Los lineamientos sustentados por el director de Ganadería, Daniel Rearte, se
sostienen en un aumento de la productividad sobre la base de una mayor tasa de
extracción de terneros.
El PGN ya recibió la aprobación en general de entidades de productores,
criadores y consignatarios. Pero también es objeto de sugerencias, como la
necesidad imperiosa de abrir nuevos mercados para que la mayor productividad que
se persigue no resulte ociosa.
La iniciativa se torna integradora de otros programas que llevan adelante
algunas de las provincias ganaderas, como Córdoba y Santa Fe. "El plan
deberá definir qué ganadería queremos, y por supuesto, adaptarse a todo el
país", señaló Carlos Presas, secretario de Agricultura cordobés.
Con condiciones para crecer, por Daniel Rearte
Plan Ganadero Nacional: proponen aumentar la tasa de extracción del
rodeo
El crecimiento de la soja ha provocado importantes cambios en el contexto
agropecuario de la Argentina.
La superficie de la oleaginosa aumentó desplazando a otros cultivos, como
girasol y maíz, y avanzó sobre áreas de menor aptitud agrícola,
tradicionalmente dedicadas a la ganadería.
Esto plantea el interrogante acerca del impacto de la disminución de la
superficie ganadera sobre el stock nacional y el potencial de la producción de
carne.
Los estudios recientes estiman un stock vacuno que ronda en los 52-54 millones
de cabezas. Esto significa que, por el momento, el achicamiento de la superficie
ganadera ocurrido en los últimos años no ha debilitado aún nuestro potencial
ganadero. Tampoco se observan cambios importantes en la distribución
territorial. Así, la pampa húmeda sigue albergando al 60% del rodeo, aunque
distribuido en una menor superficie.
En tanto, el NEA, segunda región ganadera del país, continúa con el 20% del
stock ganadero nacional, pero con una baja eficiencia productiva.
Hay 5,3 millones de vacas, pero producen sólo 2,5 millones de terneros por
año. Con un porcentaje de destete promedio que no supera el 48%, esta zona se
presenta con un gran potencial para incrementar su producción de terneros.
Un idéntico cuadro de ineficiencia se observa en el NOA y en la región
semiárida, que en conjunto contienen el otro 20 por ciento del stock nacional.
Más terneros
Sobre este mapa, e hipotetizando acerca de posibles aumentos en las tasas de
procreo, observamos que solamente en el NEA si se pasara del 48 por ciento del
destete actual a un 70 por ciento se lograría 1 millón más de terneros.
Un análisis idéntico también se puede hacer para el resto del país. Si se
lograran estos incrementos de productividad,se producirían cerca de 16 millones
de terneros por año, pasándose de una tasa de extracción nacional de 24,5 a
29 por ciento. Hoy, con unos 52 millones de cabezas y una tasa de extracción
estimada en 24-25%, se producen no más de 2 ,5 millones de toneladas de carne.
Si imaginamos un escenario donde la agricultura siga quitándole terreno a la
ganadería, podría pensarse en una caída real del stock.
Y, si fijamos esa cifra en, por ejemplo, los 48-50 millones de cabezas, y si no
hay cambios en la eficiencia productiva, la producción nacional caería a 2,3
millones de toneladas, con un remanente casi nulo para la exportación.
Por el contrario, si se lograra mejorar la eficiencia a una tasa de extracción
del 29%, la producción alcanzaría los 2,7 millones de toneladas, lo que
dejaría medio millón de toneladas para colocar en el exterior, un volumen
similar al alcanzado en 1995.
El mercado
De poco serviría duplicar las exportaciones si se siguen obteniendo los 1300
dólares por tonelada con que se vende en la actualidad.
Los nuevos mercados podrán aparecer con precios que dupliquen o tripliquen a
los actuales, pero ya no demandan la simple carne vacuna, sino tipos
específicos de carnes, lo cual obliga a que, además de contar con
trazabilidad, los cortes deberán asegurar las características de calidad que
cada importador exija.
La Argentina tiene la ventaja de contar con un sistema de producción pastoril
que permite la obtención de una carne de alto valor nutracéutico (contenido de
nutrientes con efectos beneficiosos para la salud humana), justamente lo que hoy
prioriza el mercado de alimentos. Tampoco existen muchos países que dispongan
de granos de cereales de tan bajo costo como los nuestros.
Como se puede observar, la Argentina cuenta con condiciones para crecer en el
negocio de la carne, quizá no con grandes volúmenes como ocurre con Brasil,
pero sí a través de la colocación de cortes de altos precios con mayor valor
agregado.
En los últimos años la superficie ganadera se redujo y quizá lo siga
haciendo, pero esto no debe ser visto como un obstáculo. El real enemigo de la
ganadería no es la soja, sino la baja tasa de extracción. Vacas no faltan,
pero sí terneros, y si no se los incrementa difícilmente se puedan satisfacer
los mercados que pueden aparecer.
El autor es coordinador del Programa Carnes y Leche del INTA.
El ejemplo de Brasil
El caso de Brasil es tomado como ejemplo del estancamiento argentino. En apenas
cuatro años, entre 1998 y 2002, Brasil pasó de exportar 306.000 toneladas a
881.000 toneladas, mientras que la Argentina padeció el episodio aftósico y no
superó las 340.000 toneladas de carnes.
En el libro "Auge y declinación de las carnes argentinas", Alberto de
las Carreras señala que, entre otros factores, ese crecimiento se debe a la
confianza que logró despertar Brasil en sus importadores (con acuerdos
sanitarios de regionalización), a que la expansión territorial de la
agricultura no perjudicó a la ganadería, a la mejora de la calidad de las
carnes, a la falta de impuestos a las exportaciones y a la diversificación en
la producción de carnes de cerdo y de ave.


