El renovado enojo de los trigueros, que amenaza por tercer año consecutivo en volcarse a la protesta en las rutas y frente a la industria molinera y plantas exportadoras, tiene como principal combustible la millonaria transferencia de dinero de la producción primaria hacia el sector comercializador del cereal.

Con fronteras cerradas desde hace 4 años, y apertura a cuentagotas manejada por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, los productores sufrieron campaña tras campaña de descuentos cada vez mayores para vender su cereal.

La situación se agudizó y ahora ese descuento se ubica en unos u$s 50 la tonelada promedio, el más alto que recuerden los operadores.

De concretarse la prevista cosecha de 13 millones de toneladas, los productores dejarían de percibir unos u$s 650 millones solo si se tiene en cuenta el descuento aplicado por los traders.

Si el saldo exportable llega a 8 millones de toneladas (sumando un millón remanente del año previo y las 6 millones se requieren para abastecimiento interno), y los reclamos para normalizar el comercio triguero siguen sin ser escuchados, la pérdida para los productores ascenderá a u$s 400 millones.