La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) no quiere ser ajena al
auge de producción y venta de soja, que este año moverá casi 10.000 millones de
dólares: salió a buscar responsables de una evasión que estima millonaria en el
IVA y en Ganancias.
"Esta vez no actuamos sobre los exportadores, sino sobre quienes los proveen
del grano: productores y acopiadores, una parte de la cadena donde hay muchas
operaciones en negro, que luego se usan para generar créditos fiscales
inexistentes", explicó a Clarín Horacio Castagnola, titular de la DGI. Este
organismo, junto con la Aduana, reporta a la AFIP, que dirige Alberto Abad.
Con este objetivo, se lanzó un gigantesco operativo de control en 14
terminales portuarias de Rosario, desde donde sale el 85% de los embarques de
soja. Unos 250 inspectores (acompañados por Prefectura) se ocuparon durante una
semana de revisar la carga de 14.000 camiones y verificar los papeles de 425.000
toneladas de granos en los depósitos.
A partir de allí, siguieron "hacia atrás" en la cadena: los productores y
acopiadores de donde salieron los granos que son trasladados hasta el puerto.
Esto los llevó a extender los operativos a todos los puntos del país donde
existe siembra de soja.
"Descubrimos algunos casos insólitos, como la factura de un centro de acopio
de granos cuya dirección coincidía con una villa miseria en Río Cuarto,
Córdoba", reveló Castagnola.
La operatoria que la DGI quiere desactivar es la siguiente: "En algunos
lugares de las rutas operan valijeros que compran producciones en negro y luego
las introducen al circuito blanco con facturas apócrifas. Así generan un crédito
que luego obliga a la AFIP a devolverles un impuesto que nunca se pagó",
explican.
La evasión en el sector agropecuario había sido calculada por la AFIP en unos
450 millones de pesos durante 2002. Con este argumento se impulsaron medidas
para combatirla: una fue la rebaja a la mitad de la alícuota del IVA (quedó en
10,5%) para reducir el incentivo a evadir. También se creó un régimen especial
de retenciones a los productores y se los obligó a anotarse en un registro. "Con
todas esas medidas, la evasión bajó mucho. Pero no desapareció", admiten en la
DGI.
Además de la maniobra con crédito fiscal falso, los inspectores detectaron el
uso de facturas apócrifas para inventar gastos deducibles de Ganancias. "Por
cada peso declarado en esas facturas, el productor evade 35 centavos. Es lo que
le correspondería pagar por Ganancias en la categoría más alta, en la que caen
casi todos los que se benefician con la superrenta de la soja", añaden.
La decisión de salir ahora a controlar la comercialización de la soja no es casual: coincide con el momento de la cosecha de una producción que está en niveles récord. Se exporta el 95% y se estima que este año representará ingresos por 9.300 millones de dólares. El Fisco ya saca buena tajada de esto: a partir de la devaluación, aplica retenciones de entre 20% y 23% a las exportaciones agrícolas.


