Eran las 20.30 cuando la noticia, aunque esperada, sacudió a la sociedad argentina. A los 82 años y tras una prolongada convalecencia, el ex presidente Raúl Alfonsín y líder del radicalismo falleció ayer en su domicilio, víctima de un cáncer pulmonar.
Así se extinguió la historia de un símbolo de la democracia. La misma que se había iniciado aquella noche en que le impidieron la entrada al asado que en homenaje al derrocado Arturo Illia había organizado un grupo de encumbrados dirigentes del radicalismo. En la quinta de Francisco López, intendente destituido de Almirante Brown, departían el ex presidente, Ricardo Balbín y, entre otros, el propio Illia junto a quien fuera su vicepresidente, Carlos Perette. Burzaco olía a pinos y a carne a la parrilla y Alfonsín no fue bien recibido. Pero el joven radical se bajó de su Renault Gordini e insistió hasta que les ganó por cansancio. Con cierto aire de orgullo dijo que algún día sería presidente. Aquella noche nadie le creyó al joven dirigente de Chascomús.
Alfonsín finalmente venció a Italo Lúder el 30 de octubre de 1983 con el 52% de los votos. El 10 de diciembre asumió junto a Víctor Martínez como Presidente de la Nación y prometió que con la vuelta a la Democracia habría educación, salud y comida para todos los argentinos. También ordenó enjuiciar a las tres juntas militares y a los dirigentes del ERP y Montoneros, e impulsó la creación de la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (Conadep) para la investigación de los crímenes de lesa humanidad.
Nació el 12 de marzo de 1927. Estudió Derecho en la Universidad Nacional de La Plata y fue padre de seis hijos. Al inicio de la década del ‘40 abrazó los ideales del radicalismo y en los ‘70 fundó el Movimiento de Renovación y Cambio ideológicamente cercano a la socialdemocracia. Fue concejal en Chascomús, diputado nacional (1963 y 1973) y senador nacional (2001-2005). Durante la última dictadura fue cofundador de la Asamblea de los Derechos Humanos y ejerció como periodista.
Durante su presidencia, dirimió diferencias con Chile en torno al canal de Beagle. Luego de la rebelión de militares carapintadas, impulsó las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. De sus errores, fue la economía (con altos índices de inflación) lo que anticipó la entrega de poder al justicialista Carlos Menem.
Ya fuera de la gestión, presidió el radicalismo y acordó con su sucesor en lo que se llamó el Pacto de Olivos, la reforma de la Constitución Nacional que posibilitó la reelección presidencial, la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires y entre otros puntos, la creación del Consejo de la Magistratura.


