Desde las 13, decenas de familias del Conurbano, que habían sido instadas a concurrir al Congreso para apoyar al Gobierno, aguardaban a que comience el debate, y rogaban que termine cuanto antes, para poder regresar, al fin, a sus hogares.

 

En efecto, muchos estaban exhaustos, molestos. “Es que el jueves estuvimos hasta las 4 de la mañana, y ayer nos despertaron a las 5, a las 7 estábamos listos y nos iban a pasar a buscar en un colectivo para venir otra vez al Congreso”, contó Alicia, una empelada pública, de José C. Paz. El concejal kirchnerista Jonathan Urqueaga afirmó a PERFIL que la gente se auto-convocó, de manera espontánea, y que llegaron al Congreso en tren. Sin embargo, muchas de las personas consultadas por este diario afirmaron que los obligaron a ir, y que los amenazaron con que si no iban, les sacarían sus empleos.

“Yo vine porque a fin de mes te tiran unos mangos, y si no venís a apoyarlos no te dan nada”, confió otro de los manifestantes.

Fidel Calisaya, puntero político del Movimiento Octubre señaló: “Acá no se le pagó a nadie; preferimos concienciar (sic) a la gente. No queremos darles dádivas. Nuestra gente apoya porque en José C. Paz se están construyendo casas, escuelas y hospitales”. Sin embargo, a pocos metros, Carlos, un albañil, de 22 años, que trabaja en una cooperativa de ese municipio por $ 520 mensuales, confió a PERFIL: “Nos dijeron que teníamos que venir a apoyar al Gobierno y que si no veníamos nos echaban. Hasta nos pagaron el sueldo anticipado, como premio por haber venido”.

Un colectivero, de los que trasladaron los grupos, reveló a este medio que los micros no estaban habilitados. “Te da bronca, porque no te dejan hacer viajes, pero cuando los políticos nos necesitan, ahí sí, podemos llevar gente y no nos detienen ni nos piden los papeles. Por estos viajes, los políticos nos pagan $ 550, o sea, la mitad de lo que les saldría uno en regla. Nos contratan porque no podemos decir nada, y nos arreglan con dos mangos”, se quejó Hugo, un chofer