“Este año la campaña triguera apunta a ser por lo menos igual o mejor que la campaña pasada. Las lluvias de estos últimos días, que llegaron tarde para la soja, le permiten recuperar humedad a los perfiles y, en consecuencia, aseguran una buena humedad para implantar el trigo que viene”, le aseguró Pablo Adreani, CEO de la consultora Agri-PAC, a Infocampo radio.

En esa misma línea de análisis está Alejandro Ramírez (ver pág. 4), quien oportunamente recuerda que el cereal cumple con aquello de “siempre da revancha”.

Antes de la aparición de la genética francesa impulsada por Nidera con sus Baguette, este cultivo sólo servía para hacer “caja” a fin de año. Era la época en que los trigos rendían 1.500 a 2.000 kilos por hectárea. Y en donde los promedios de los productores líderes rara vez se estabilizaban en los 4.000 kilos.

A partir de los franceses (aunque hoy en realidad hay genética de otros países involucrada en estas variedades) la mira comenzó a elevarse.

Ahora la posibilidad de llegar a ser parte del club de los 100 quintales como en Francia, el espejo obligado a mirarse cuando se aspira a ser líder en la producción de trigo para pan, no es una utopía.

¿Qué problemas de infraestructura originaría semejante cosecha, cuando en la pasada hubo acopios que secaron a la intemperie? Ah, no, ésa es harina de otro costal.

Volvamos a lo que se viene. Pero el clima –que aparenta estar, en el inicio de la campaña, a favor– ya demostró con la soja, su carácter inestable.

Por eso será importante prestar atención a aquellos que habitualmente tienen la sana costumbre de monitorear lo que estuvo ocurriendo con el cultivo. Y ponerle en números. Una suerte de memoria del futuro.

Uno de ellos es el ingeniero agrónomo Fernando Rojas Panelo, que ya está haciendo circular su informe preliminar sobre la campaña 2003/2004, en el partido bonaerense de Azul

¿Sobre qué se asienta el prestigio del informe anual que prepara el equipo de profesionales del estudio agronómico de Rojas Panelo?: hace su evaluación sobre los resultados en 184 potreros (pertenecientes a 31 establecimientos) del partido bonaerense de Azul que suman 9.418 hectáreas.

El rinde promedio en dicha muestra fue de 4.887 kilos por hectárea contra los 3.159 kilos por hectárea del ciclo 2002/2003.

“Durante la campaña 2002/2003 las excesivas precipitaciones, unidas a un perfil saturado de años anteriores, dieron lugar a los rendimientos históricos más bajos de la zona”, apuntó como explicación en su trabajo Rojas Panelo.

Aspectos climáticos

Los aspectos principales del clima en la campaña 2003/2004 que determinaron los buenos rendimientos registrados, pueden resumirse –según el especialista– en condiciones hídricas adecuadas (no excesivas) y temperaturas frescas durante el período de llenado. (Ver cuadro 1.)

“Podría decirse que en alrededor de los 500 milímetros de lluvia durante el ciclo del cultivo estarían los mejores rendimientos, mientras que valores inferiores o superiores provocan mermas de rindes”, explicó el consultor.

Y añadió que “respecto de las temperaturas medias durante el período de llenado, oscilaron entre 16 y 19 grados centígrados y determinaron mermas de rendimiento de aproximadamente 350 kilogramos por cada grado centígrado de aumento de temperatura”.

Rojas Panelo señaló que “también afectó el llenado la frecuencia de días con temperaturas máximas mayores de 30 grados centígrados y el número de días que ello ocurre”.

Técnicas de siembra

Respecto de los cultivos antecesores, los más frecuentes fueron soja (80%) y maíz (16%). Se implantó 45% con siembra directa y la utilización de las distintas variedades siguió el criterio de ubicar estratégicamente las de mayor potencial en las áreas de mayor aptitud agrícola y las de mayor calidad en las zonas con mayores limitaciones de producción.

Fertilización nitrogenada

Sobre la fertilización nitrogenada se determinó según el potencial de cada lote y el nivel de nitrógeno del suelo (profundidad 0-60 centímetros), aportándose el déficit a través del fertilizante. La aplicación fue fraccionada entre la siembra, el estado de 2-3 hojas (se completa 70% de la dosis) y el estado de espiga a un centímetro, en el cual se completa la aplicación con previo ajuste por determinación de nitratos en la base del tallo con Nitracheck. “Según esta tecnología, las dosis de fertilizante (urea) variaron entre 130-230 kg/hectárea. Finalmente, determinaciones de SPAD en hoja bandera permitieron diferenciar lotes por calidad (proteína)”, dijo Rojas Panelo.

Fungicidas

Otra herramienta remarcada en el trabajo de Rojas Panelo fueron los fungicidas. La decisión de aplicación, el producto y la dosis surgieron de un estricto monitoreo basado en modelos de predicción para roya y Fusarium, y seguimiento de cultivos desde estadios Z33 con frecuencia semanal y con determinaciones de incidencia y severidad. “La principal enfermedad fue roya anaranjada con muy variable incidencia según variedad. En esta campaña no fue importante la fusariosis y, además, las menores precipitaciones permitieron que mancha amarilla y septoriosis no tuvieran un avance importante.

”Como evaluación práctica del monitoreo se destaca que en lotes sin recomendación, las parcelas tratadas tuvieron diferencias de sólo 100 kg/ha, que no hubieran pagado la aplicación de fungicida, mientras que en los lotes recomendados las parcelas sin tratamiento tuvieron mermas de 700-1000 kg/ha”, indicó Rojas Panelo.

Por su parte, desde Nidera han ampliado la oferta. Al Baguette 10, le suman el 20, el 21 y el Premium 13 para “abrir” la ventana de siembra.

Por su parte, los semilleros locales, también están dando a conocer los nuevos adelantos tecnológicos. Ahora es un nuevo cultivo.

Y cuando los aportes para financiar la investigación no proviene del Estado, aparece el sector privado.

Bioceres, la empresa de patentes, originada por los propios empresarios agropecuarios, y con Rogelio Fogante a la cabeza, está financiando estudios específicos para acercarse al objetivo de alcanzar los 100 quintales por hectárea. Como un país líder…

Por Daniel Díaz