Un país autosuficiente, con una reducción constante y razonable de sus importaciones y con una productividad en alza, sobre todo en materia agrícola; en fin, una república que brinda total seguridad alimentaria a su población, priorizando la producción nacional, así es la Venezuela que el presidente Hugo Chávez prometió desde que asumió el Gobierno hace ya más de cinco años.

Pero la realidad no refleja estas premisas, que por cierto están en todas las leyes de la nueva república y en todos sus planes y proyectos.

Al contrario, las cifras demuestran que las reducciones significativas en el volumen de importaciones sólo las ha registrado el sector privado, y el sector público no ha hecho otra cosa que crear una gran maquinaria justamente para encargarse de un volumen importante de nuevos productos a importar.

Los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE) demuestran que en el año 2003 las importaciones totales del país se redujeron en 34,7% con respecto a 2002. Es decir, en 2002 se importaron 11.261 millones de dólares y en 2003 sólo se importaron 7.348 millones de dólares. Pero esta reducción la sufrió sólo el sector privado, el cual disminuyó sus compras en el extranjero en 38,4%. Sin embargo, el sector público sólo redujo sus compras en 0,8%, es decir, en 2002 gastó 1.096 millones de dólares en importaciones y en 2003 gastó 1.087 millones de dólares.

Para los pobres

Las grandes importaciones de alimentos las inició el Gobierno luego del paro nacional, para garantizar el abastecimiento y la seguridad alimentaria de la población, pero pasada la coyuntura no se han reducido esas compras. Todavía hoy se venden pollos traídos desde Brasil en los megamercados o los mercados bolivarianos promovidos por el Ejército.

El propio ministro de Agricultura y Tierras (MAT), Arnoldo Márquez, en diciembre dio a conocer un informe que señala que la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA) importó para Mercal 231 mil toneladas de alimentos y sólo 17 mil toneladas fueron compradas a productores nacionales, lo que refleja que 93% de las ventas de Mercal correspondieron a productos provenientes del extranjero.

Sin embargo, la memoria y cuenta del Ministerio de Agricultura y Tierras sólo refleja que a través de Mercal se vendieron 10.145 toneladas de alimentos, cifra que dista de las anunciadas por el ministro. La memoria y cuenta del MAT también indica que Mercal atendió a una población de 567.804 personas, resultado alejado de la meta propuesta para la primera etapa de atender a ocho millones de personas.

En la memoria y cuenta de la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA) se indica que el Gobierno gastó 176,2 millones de dólares en la importación de 368.100 toneladas de alimentos y sólo adquirió 12.554 toneladas de alimentos en compras nacionales. Para este año está previsto adquirir 1.773.553 toneladas de alimentos, aunque no se especifica su origen.

Otros organismos que se han unido a la labor de importación de alimentos o materias primas agrícolas son la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) y Pequiven, como parte del Programa Especial de Abastecimiento.

Tiempos de sequía

La posibilidad de que la producción agrícola nacional pueda constituirse en el soporte principal de la alimentación del venezolano y así reducir el volumen de importaciones todavía está muy lejos de concretarse.

Proyectos como los fundos zamoranos, los saraos, el plan conuco o los cultivos organopónicos no han modificado de forma importante los resultados de siembra que maneja el Ejecutivo Nacional. Ni siquiera la Ley de Tierras ha producido un giro significativo a la vida del campo.

En general, las cifras de superficie sembrada en el país han mostrado importantes retrocesos en la última década.

Según los datos del informe Programa Agrícola Especial 2004, los únicos rubros que han logrado aumentar desde el año 1992 la superficie cosechada son los cereales y las hortalizas.

La superficie de siembra de rubros como oleaginosas se redujo 58% desde 1992, y el de leguminosas 53,6%.

La producción de rubros tan importantes en la dieta del venezolano como las caraotas se redujeron 44,7% entre el año 1998 y 2003, a pasar de 17.454 toneladas a 9.649 toneladas. La producción de frijol pasó de 13.687 toneladas a 11.125 toneladas.

La producción de palma aceitera, uno de los rubros bandera declarados por el Gobierno Nacional, pasó de 338.714 toneladas en 1998 a 313.750 toneladas en 2003.

Otro rubro importante como el cambur bajó su producción de 812.921 toneladas a 638.731 toneladas en cinco años.

En general sólo el grupo de los cereales ha mostrado mejoras en rendimiento y producción.

Al comparar estos resultados con las metas que se trazó el Gobierno Nacional en el plan operativo anual de siembra, producción y productividad 2003, se nota una divergencia entre la realidad y los objetivos planteados en varios de los rubros.

Por ejemplo, el plan establecía que la superficie sembrada de cereales fuera de 820.000 hectáreas y en realidad se sembraron 855.825 hectáreas, con una producción de 2.805.063 toneladas, 41.343 toneladas más de lo esperado.

Pero en el caso de las leguminosas se esperaba un superficie de siembra de 50.776 hectáreas, y al final sólo se cosecharon 32.664 hectáreas. En este rubro se esperaba una producción de 45.296 toneladas, pero sólo se lograron 23.371. Esta es una de las razones por las cuales el Gobierno se ha visto en la necesidad de importar las caraotas que se venden a través de Mercal y otros mercados bolivarianos.

Más dinero en juego

Pareciera que el propio Gobierno se ha dado cuenta de que no han sido suficientes los anuncios de planes y proyectos hechos a lo largo de cinco años, y desde finales de 2003 el presidente Chávez inició una campaña de presión contra el Banco Central de Venezuela para el uso de "un millardito" de dólares de las reservas internacionales para inyectarle al sector agrícola nacional.

Si se llegan a concretar todos los desembolsos que fueron solicitados, el sector agrícola recibiría seis billones de bolívares.

El informe presentado por el Ministerio de Agricultura y Tierras a la Asamblea Nacional para justificar la entrega de estos recursos por parte del Banco Central de Venezuela señala textualmente que "al revisar el histórico de la superficie cosechada en el país durante el período de 1992 y 2003, observamos un estancamiento en el número de hectáreas sembradas en algunos subsectores, en otros una disminución, así como comportamientos fluctuantes".

Luego de tal reconocimiento el Ejecutivo se plantea unas metas de producción para el año 2004 que rebasarán todo lo que no había podido lograrse hasta ahora.

El objetivo prioritario será incrementar la producción de los rubros que formen parte de la cesta alimentaria familiar, pero su meta final es alcanzar metas de autoabastecimiento. Lo que no resulta diferente en este plan son los instrumentos y las políticas a seguir para alcanzar los incrementos en la productividad, sólo se habla de invertir más en los mismos planes.