El millón y medio de automovilistas que consume gas natural comprimido (GNC) sufrirá dos aumentos de precio en las próximas semanas, que encarecerán el combustible hasta un 26 por ciento. El primero ya ha comenzado a regir desde el miércoles pasado en algunas estaciones de servicio y se espera que se generalice en las rutas del interior durante el fin de semana largo que hoy se inicia.

Este primer aumento asciende a tres o cinco centavos, dependiendo de la capacidad de almacenamiento de la estación. Teniendo en cuenta que el valor del metro cúbico oscila en torno de $ 0,50, la suba alcanza hasta un 10 por ciento, según admitió ayer el presidente de la Cámara de Expendedores de Gas Natural Comprimido (GNC), Enrique Friedman, en una conferencia de prensa conjunta de todo el sector.

Pero ahí no termina el ascenso de los precios. El Gobierno y las petroleras cerraban anoche un acuerdo para asegurar el suministro del gas a cambio de que se concrete el aumento del precio en boca de pozo, ya anunciado en febrero pasado (ver página 2). Este alza repercutiría en los surtidores de GNC. El presidente de la Cámara Argentina del GNC, Fausto Maranca, calculó que podría elevar el precio final entre siete y ocho centavos, lo que supondría hasta un 16%. La subsecretaria de Defensa del Consumidor, Patricia Vaca Narvaja, había estimado días atrás un incremento de cinco o seis centavos, hasta un 12 por ciento.

Entre la actual suba y la próxima, los usuarios de GNC pagarán hasta trece centavos más, lo que equivaldría a un alza del 26%. De todos modos, el precio final se elevaría primero a $ 0,55 y después a $ 0,63, pero seguiría más barato que el litro de nafta súper (alrededor de $ 1,86) y el de gasoil ($ 1,34).

La primera suba del GNC, que todavía no se registró en algunas estaciones de servicio, se produjo por el impacto del decreto 180, de febrero pasado. El miércoles, el Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas) ordenó a las distribuidoras que cambien la condición del servicio a las estaciones de GNC: de un suministro ininterrumpible a uno considerado firme o interrumpible.

Para contratar este último tipo de provisión, el expendedor debe instalar una válvula telecomandada que permite cortar el servicio en forma remota y tiene que abonar mensualmente un cargo por reserva de capacidad. Estos dos costos explican el reciente encarecimiento.

El siguiente aumento, que debería concretarse en las próximas semanas, se debe a que, por el decreto 181 de febrero pasado, en una audiencia pública se determinará un incremento del 25% al 40% en el precio del gas en boca de pozo, dependiendo del usuario final.

El costo del gas natural representa sólo un décimo de lo que vale el GNC en el surtidor.

Los decretos 180 y 181 se emitieron en febrero, antes de que comenzara a escasear el gas en las grandes industrias y en los gasoductos que van a Chile. Para su puesta en práctica, debía mediar una audiencia pública, que el Gobierno vino demorando por la pulseada con las petroleras por la escasez de gas y los precios congelados desde 2002. Finalmente, el Enargas puso en marcha el decreto 180 para desalentar la demanda de GNC. Friedman teme que, además, las estaciones de servicios deban recurrir, después de la audiencia pública, al futuro mercado mayorista de gas, en el que deberán comprar directamente a las productoras a un precio 100% mayor.

Seis cámaras que nuclean al GNC, desde las estaciones hasta la industria de equipos, pidieron ayer al Gobierno que anule los decretos 180 y 181. Y ante la crisis energética, proponen que todos los consumidores racionalicen su demanda como lo hizo Brasil en su crisis de 2001.

Por Alejandro Rebossio
De la Redacción de LA NACION