En los últimos días, y a raíz de alguna propuesta de sectores afines al Gobierno, ha vuelto a instalarse el debate sobre la conveniencia de recrear un organismo del tipo de la ex JNG, que fuera disuelta en 1992.

El desgastante conflicto entre el Gobierno y el sector agropecuario ha deteriorado la posibilidad de realizar un debate serio y objetivo. También pesan viejos fantasmas de la época del IAPI y de la estatización del comercio del año 73. Más allá de ello vale la pena emitir opinión acerca del rol del Estado en el comercio de granos y como instrumentar esas políticas.

Una característica central del comercio de granos es que se trata de un mercado muy cercano a los modelos de competencia perfecta que uno estudiaba en la universidad.

La intervención del Estado en un mercado de estas características nunca debe restringir la competencia que permite que el accionar de la exportación no genere rentas oligopólicas y se traslade íntegramente al productor el precio internacional.

Por lo tanto, y como medida básica, el principal rol del Estado en este comercio es garantizar la competencia. Para ello debe ofrecerse el máximo de información oportuna y transparente de cosechas, ventas y compras de operadores, embarques, mercados internacionales, etc. Y hacer un permanente seguimiento del mercado y el reflejo de su paridad.

En los últimos tiempos, el foco puesto en el abastecimiento interno ("la mesa de los argentinos") sesgó todas las medidas de política de comercio de granos. Para evitar el supuesto faltante de productos y disociar los precios internos de los internacionales, se cerraron o cupificaron las exportaciones, provocando fabulosas transferencias de ingresos a favor del sector exportador y la molinería, y desaprovechando oportunidades muy favorables en el exterior.

Una JNG con capacidad de operar comercialmente estaría en condiciones de resolver estos objetivos de política, sin afectar la competencia y sin inhibir ventas externas. Así se hizo de un modo trasparente en los años ochenta. Alternativamente se podrían instrumentar mecanismos para garantizar el abastecimiento, sin compras públicas, obligando a reservar por cada tonelada exportada la proporción requerida localmente.

Además, este organismo podría satisfacer el objetivo de generar favorables condiciones comerciales para los pequeños productores por medio de compras a precios diferenciales sin alterar el funcionamiento del mercado.

Entonces ¿volver a la Junta Nacional de Granos de los años ochenta? No.

a) Aquella Junta, tenía la mayor parte de su personal en la administración de los elevadores portuarios y algunos del interior. Hoy, la red privada de elevadores, moderna y competitiva, cumple más eficientemente esta tarea, y ha permitido la enorme expansión de estos años.

b) La Junta tenía una red de fiscalización para garantizar los certificados de depósito, lo que permitió la gran transformación al separar el pago de mercadería y su entrega en los puertos (la famosa resolución 1825). Hoy ya se ha desarrollado un moderno sistema de warrants privados, que cumple eficazmente con dichos requerimientos.

c) En aquellos años, muchos países tenían agencias estatales de compra de granos. Hoy prácticamente todos los países han desmantelado estos monopolios de compra.

Por lo tanto se requiere un organismo pequeño, altamente calificado, que priorice un acabado conocimiento del mercado, garantice la trasparencia y competencia y que cuente con los mecanismos, recursos y facultades necesarios para resolver los problemas específicos que se describieron y algunos otros que la política pública determine. Algo en la línea de lo que es el Banco Central para la actividad financiera.

Es importante tener diagnóstico y poder implementar medidas específicas, oportunas, inteligentes. No hay nada de eso hoy en el sector público y allí está la principal falencia.

Si algo positivo tenía la JNG de los ochenta era la capacidad de tener diagnóstico y gestionar políticas.

El sector agrícola es el corazón de la economía argentina, el proveedor de las divisas, la base de su sector agroindustrial. Se hace imprescindible contar con un sector público que esté a la altura de su importancia.

El autor es economista y fue gerente de la JNG