Durante las disertaciones de Mundoagro 2009, donde acudieron 800 personas, uno de los temas más candentes fue el riesgo en la empresa agropecuaria, las herramientas para medirlo y los indicadores para avizorar los malos tiempos que puedan llegar.

Gustavo Duarte, productor agropecuario en Argentina, Brasil, Uruguay, y titular de la empresa El Ganado y DZD, aconsejó: “Debemos saber cómo estamos como empresa en cuanto al entorno del negocio; si uno considera que está fuerte y con entorno favorable estaría con posibilidad de expandirse. Si están débiles, pero el ambiente es favorable, tal vez podrá posicionarse. Si está mal y el ambiente se ve hostil (llámese Moreno, por ejemplo), mejor analice bien los pasos a dar”.

Según Duarte los factores que generan riqueza son: tierra, trabajo, conocimiento y capital, “Hay que ver cual de estos 4 capitales nos hacen  falta. Si le faltan 2… tranquilo usted está vivo como empresa, pero si le faltan los 4 está -como dicen los chicos- está en el horno”.

Duarte resaltó que “la rentabilidad de una empresa depende entre 10 y 20% a la realización de un negocio determinado, entre 30 y 35% a cómo encaro ese negocio y otro 35 a 45% en cómo analizo y leo el futuro”.

En cuanto a la mensurabilidad del riesgo, el asesor Crea explicó que al momento de preguntarse dónde poner el foco “Hay un objetivo general que no debemos delegar, ya que cada hectárea cultivable del país debe tener un cultivo encima. Ninguna empresa puede eliminar sus riesgos pero si debe ser capaz de cuantificarlos”, agregó.
Entre los aspectos para medir el riesgo, Duarte mencionó:

  1. ¿Qué valoración puede hacer otro de los activos de mi empresa?
  2. ¿Cuál es la vulnerabilidad de esos activos?
  3. ¿Cuáles son las amenazas reales que una empresa tiene?

A continuación explicó que existe una serie de posibilidades que conviene analizar claramente en momentos de incertidumbre y alto riesgo como el actual, entre ellas: “integrarse con el dueño de la tierra que tiene el know how, generar alianzas con nuevos inversores, generar apalancamientos con créditos en los bancos o con nuevas formas de financiación. Ponerle creatividad del negocio. Definir una escala competitiva, repasar todas las áreas del presupuesto, no descuidar el equipo de trabajo y no perder el capital humano, por sobre todas las cosas”.

Alejandro Bustamante (UCEMA – El Tejar) se refirió a otra escala del riesgo, el que denominó “Autoinfligido” y que es uno de los peores, dado que parte del propio empresario.

Bustamante comenzó caracterizando el trabajo del empresario que vive tomando decisiones en la niebla. “No trabajamos en ambientes controlados. Convivimos con el riesgo de producción y el climático. El riesgo institucional. El riesgo organizacional y el riesgo legal. Nada de esto nos debiera paralizar en la toma de decisiones. Tenemos que aceptarlo y administrarlo con las herramientas que nos permiten abordarlos”.

Sin embargo, para Bustamante, “cuando el año pasado se encaró la campaña de soja creíamos estar viendo una nube y sobre esa se apostó al futuro. Peor el precio no fue de u$s290, sino de 250; nos agarró la sequía, tuvimos costos un 30% más caros y perdimos 300 dólares por hectárea que era inimaginable. Asumíamos riesgos absolutamente mayores porque no los veíamos. Habíamos otros semáforos prendidos que no supimos o no pudimos ver”, dijo.

Ahora bien, para analizar por qué uno puede analizar un escenario y ser otro, Bustamante se refirió a las Trampas psicológicas a las que está expuesto el empresario constantemente.

En primer lugar nombró la “Tendencia a ver lo que queremos y a ignorar lo que no queremos: decidimos subconscientemente lo que queremos hacer antes de pensar por qué lo queremos hacer. Hay mucho mas estómago que cabeza en las tomas de decisiones”, reconoció. Como antídotos para esta trampa psicológica aconsejó: “Antes que nada ser honestos con nosotros mismos y pensar qué queremos hacer cuando analizamos un tema, y ver si sólo queremos justificar la decisión que ya tomamos. No hacer preguntas capciosas que sesguen la opinión de otros”, dijo.

En segundo lugar nombró la “Tendencia a auto justificarnos: decidir cosas que justifiquen decisiones pasadas”. Como antídoto recomendó “Pedir el punto de vista a las personas que no participaron de las decisiones anteriores. Abrir el juego y ser más objetivo”.

En tercer lugar citó la: “Trampa del anclaje: Tendemos a darle un peso desproporcionado a la primer información que recibimos o a la información recibida de una figura de autoridad”. Como antídoto aconsejó “tratar de mantener una mente independiente. Ningún formador de opinión puede conocer como yo las vicisitudes de mi negocio; pedir la opinión a varios, y tener la mayor cantidad de elementos para ver la verdadera forma de la nube”. 

En cuarto lugar, se refirió a la “Trampa del Impacto Dramático: tendemos a deducir probabilidades a partir de eventos que nos impactaron significativamente, como este año pasado que quedará mucho tiempo en forma negativa en la mente de muchos. Y sin embargo pienso que hay que separar ese impacto de todo un posible rango de supuestos a los que nos podremos enfrentar”.

Por último, Bustamante se refirió al “riesgo auto infligido, que es el mayor generador de niebla y es nuestra propia incapacidad por tratar de ver en realidad cómo es esa forma de la nube”. Para contrarrestarlo, el docente se refirió a “Esa embriaguez que nos lleva a apostar al futuro, ese optimismo que nos lleva a cometer errores pero que lleva a que el mundo siga rodando. Y ese es el optimismo que el gobierno no debiera dejar que se paralice. Tratemos de complementar el estómago con un poquito más de cabeza. Un empresario por definición es tomador de riesgo. La pregunta a hacernos ¿dónde están nuestras reservas? Si no podemos contestar a esa pregunta, si cuando las cosas no salen como creíamos, no tenemos reservas, entonces es dolorosamente posible que tengamos que dejar de ser empresarios”, concluyó.