Carlos Vasquetto, presidente del Centro Ganadero "Sierras y Valles", hace de la diversificación un estilo de trabajo. Apoyado, claro, por una empresa familiar que hoy nuclea a sus cinco hijos y un yerno, muchos de ellos profesionales que le pusieron su impronta al grupo empresario.
Crían hacienda, fabrican alimentos balanceados, elaboran medicamentos
veterinarios y atienden desde mascotas hasta grandes animales. Y, además, crían
caballos de las razas Árabe y
Criolla.
Para Vasquetto, en ganadería no todo está perdido, a pesar de que el Gobierno no deja de poner palos en la rueda. "Venimos muy golpeados, pero seguimos más por una forma de vida, de trabajo, que por la rentabilidad que esto tiene.
Es lo que nos ha mantenido en carrera a tantos
productores ganaderos, siempre buscándole la vuelta tecnificándonos cada vez
más. La ganadería de 20 a 10 años atrás, hoy nos llevaría a la ruina. Nos
fundiríamos. Todos los años tenemos que ir adaptándonos. Yo soy criador, hago
algunos toros y termino toda la producción, tanto la mía cuanto la que compro,
en feed lot. Así le vamos buscando la vuelta.
Además, hemos sacado algunos suplementos proteicos-minerales que duplicaron casi la vida útil de las vacas madres. Son todas cosas que aportan a un sistema que nos permite manejarnos mejor".
—Tienen que ir adaptándose a los tiempos y a los gobiernos.
—Sí, a los gobiernos más que a los tiempos, porque son los que más palos en la
rueda nos ponen. Nosotros hemos viajado bastante, en todo el mundo estaban
ansiosos por comprarnos y no entendían, ni entienden todavía, por qué no
queremos venderles.
—¿Cómo marcha la campaña de vacunación en su Centro Ganadero?
—Nuestro Centro Ganadero Sierras y Valles es el más difícil para realizar la
campaña, porque hay sierras muy altas. Nos pasó que alguna médica veterinaria se
perdiera en medio de la sierra y también hay problemas por la falta de
instalaciones adecuadas, pero lo que más pesa es el desánimo de la gente. Se
vacuna, sí, pero más lento que otros años.
—Llama la atención que el productor siga vacunando. Lo toma con mucha
responsabilidad, a pesar del desánimo.
—Así es, no hay otra cosa que responsabilidad. Y más en el caso de quienes
trabajamos en los centros ganaderos, que lo hacemos ad honorem y poniendo
nuestro tiempo y nuestro dinero, vehículos, mucha bronca por ahí y también
muchas críticas. Lo satisfactorio es que yo llevo una gestión de nueve años,
tomamos una entidad en problemas y ahora tenemos hasta edificio propio.
—¿Cómo es la historia agropecuaria de su familia?
—A mí me gustó de chico. Siempre fue mi ambición tener un campo. Comencé a
trabajar en el comercio, vendiendo licores y alimentos, hasta que pude comprar
el campo y cuando mis hijos se fueron recibiendo empezamos con el rubro
alimentos balanceados y veterinaria.
—Con una empresa netamente familiar.
—Así es, con mis cinco hijos y un yerno como socios. Tres de los cuales son
veterinarios, una ingeniera agrónoma, dos han hecho agronegocios. Hemos ido
perfeccionando algunos alimentos, sobre todo Pablo, que es nutricionista, con
quien perfeccionamos el suplemento proteico-mineral que es nuestra "niña
bonita", los concentrados, con lo que rompimos con eso de que la carne de feed
lot tenía gusto a cerdo o a pescado. Tenemos un equipo bárbaro y trabajamos muy
bien.
—¿Cómo surge la veterinaria?
—Apenas se recibe Pablo de médico veterinario una empresa muy importante nos
ofrece la distribución de sus productos y así empezamos. Fue hace unos 15 años,
empezamos también a investigar por nuestra cuenta y así desarrollamos el
suplemento proteico-mineral que hoy no sólo vendemos por todo el país sino que
también lo exportamos. Fueron unos comienzos muy sencillos, con una pala y una
aguja de coser.
Así fuimos creciendo, sumamos otras distribuciones y empezamos a fabricar a mayor escala. Hoy tenemos dos líneas de producción de alimentos, una para cerdos, conejos, todos animales monogástricos, y otra para rumiantes (vaca, cabra, oveja y llama). Por la prevención del mal de la vaca loca, no se pueden mezclar. Y la tercera línea de producción es el pellet de alfalfa, que anda muy bien, al punto que en marzo hemos enviado varias cargas a Egipto, Venezuela, Paraguay, Chile, Colombia, entre otros países.
—Lo curioso es que consigan alfalfa cuando la ganadería está en retroceso.
—Hay mucha gente que todavía siembra alfalfa porque es un excelente negocio. Es
más rentable hacer rollo de alfalfa que soja. Y ni hablar ahora que el trigo
daría pérdida. Entiendo que será una buena oportunidad para la alfalfa, porque
además de mejorar los campos es mucho más rentable.
—¿Ustedes reciben el rollo o van a cortarla a los campos?
—No, sólo rollos. Inspeccionamos los campos antes porque de acuerdo con su
destino hay que hacer un buen control de calidad, porque su uso es muy variado,
desde un ratón de laboratorio hasta un elefante, comen alfalfa. De hecho
proveemos a algunos zoológicos.
—¿Cómo apareció este negocio?
—A partir de un viaje que hicimos con Pablo. Estábamos viendo qué podíamos
elaborar que tuviera un buen mercado y que se produjera en la zona. Empezar no
fue fácil porque tuvimos muchos trastornos para ponerlo en marcha.
—También fabrican medicamentos veterinarios.
—Sí, hace unos años compramos un laboratorio en Buenos Aires y mi hija Carolina
se encargó de hacer un rediseño de imagen, y tenemos algunos productos que andan
muy bien. El control de calidad lo hace Pablo y Carolina se encarga del
marketing.
—Y además cría caballos árabes.
—Hacemos árabes y algo de caballos criollos.
—Diversificó tanto que lo más flojo debe ser la ganadería.
—No, no es tan así, renovándose y mejorando el proceso año a año, concientizando
a la gente, todavía se puede lograr algo de rentabilidad. Por eso aconsejo a los
productores que no bajen los brazos, que se contacten con especialistas porque
todavía se puede hacer mucho. El mundo seguirá demandando nuestras carnes. Hay
cosas inexplicables, los productores -si no somos nosotros serán nuestros hijos-
veremos tiempos mejores. Los gobiernos pasan. Hemos tenido gobiernos muy malos,
si no seríamos un gran país.
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