Tras la caída de los precios de los granos y la llegada de la crisis internacional, los productores negocian los alquileres de los campos en valores inferiores a los que pactaron en 2008. Para el caso del trigo, el próximo cultivo por sembrar en el calendario agrícola, las rebajas pueden llegar hasta el 50%. La caída en los precios de los alquileres en las zonas más productivas, se estima, oscilará entre el 15% y 20%.
Para calcular las mermas de precios hay que tener en cuenta la baja del precio de los cereales. Por caso, el alquiler de campos trigueros del sur de Buenos Aires –que producen 3.000 kilos por hectárea– pasó de costar 12 quintales de trigo a valer 9 quintales por hectárea . En volumen, la caída es del 25%. Pero con un valor del trigo cercano a los u$s 200 en 2008 “pagar 12 quintales equivalía a u$s 240 por hectárea”, indicó Alejandro Vejrup, técnico de Aacrea y productor de Tres Arroyos. Este año, con un trigo cercano a los u$s 140 y un alquiler de 9 quintales, al propietario le ingresan u$s 126 por hectárea. Así, la caída real es de 47,5% en valor.
En paralelo, por el riesgo que implica implantar el cereal, cuyas exportaciones están controladas desde 2006, en las zonas menos productivas se está negociando el pago bajo la modalidad de la aparcería, que implica negociar con el propietario la cancelación del alquiler con un porcentaje de la cosecha.
A través de este tipo de contratos el productor buscará este año adelantar muy poco del costo total del alquiler para zanjar parte del problema que le genera el recorte de la oferta crediticia para costearse la siembra, cuando además acarrea la falta de liquidez generada por las pérdidas sufridas en la última campaña.
Según el especialista Hernán Fernández, en las zonas de arrendimientos inferiores a la núcleo, como el norte de Córdoba y de Santa Fe o el sur de Buenos Aires, el 30% de la cosecha se va a entregar al propietario para pagar el alquiler. En tanto, en los campos donde se siembre maíz, el porcentaje de entrega de cereal para saldar arrendamientos será de entre el 35% y el 40% –por los mayores costos de producción– mientras que en el caso de los campos sojeros el volumen de entrega a cosecha llegará al 45% del total producido.
Cristian Beláustegui, de la firma Compañía Argentina de Tierras, indicó que este mecanismo será crucial para esta campaña, en la que “el efectivo será un insumo muy costoso para el productor”.
Negocios sin pulso
Al tiempo que los ruralistas critican por escasos los avances en las negociaciones con el Gobierno, el ritmo de sus propios negocios está aletargado.
Un año atrás, a esta altura, el mercado inmobiliario ya había cerrado gran parte de los contratos para la siembra de trigo, que arranca a fines de abril, pero en esta campaña –tras un año de conflicto, sequía y el golpe de la crisis internacional en los precios de los granos– el movimiento “es muy tímido”, señaló Beláustegui.
Según Vejrup, culpa de la muy mala campaña pasada y de las intervenciones oficiales en el mercado, “en plena región triguera muchos están analizando la siembra de otros cultivos, como colza o avena”.


