Doce meses después de derogada la resolución, la producción agropecuaria se derrumbó en su principales producciones. Y desde que estalló el conflicto, Argentina perdió más de un millón de vientres bovinos y recortó el volumen de zafra en 25 millones de toneladas entre granos y oleaginosas.

Este año, las proyecciones de siembra para la campaña 2009/2010 también se ubican por debajo de la previa, con marcadas caídas en las coberturas de trigo, maíz y girasol.

Los rodeos bovinos muestran un recorte superior al millón de "fábricas" de terneros y aunque la producción cárnica se incrementó, fue a costa de la mayor liquidación de vientres que se recuerde en el país ganadero: actualmente supera el 45 por ciento en el total diario de la oferta y la consecuencia que se avizora como inevitable es la importación de reses no más allá de 2011.

La trilla que dejaron las campañas de trigo y maíz se redujeron en 50 por ciento frente a las del año pasado, profundizando los quebrantos con la peor sequía de los últimos 70 años, luego que las siembras se redujeran por incertidumbre de mercados e intervencionismo en el comercio granario.

La lechería perdió tambos y productividad, por falta de precios que cubran los costos operativos y desaprovechamiento de plazas internacionales que tuvieron, durante 2008, los valores más altos de la década para la colocación de leche en polvo, mientras en el país se cerraron los registros de ventas al exterior o se imposibilitaron los negocios con la puesta en marcha de engorrosas normativas que desalentaron las exportaciones.

El incumplimiento como país proveedor llevó a que Argentina perdiera mercados no sólo para lácteos sino especialmente para carnes, dejando sin abastecer la demanda de unos 30 destinos trabajosamente recuperados después de los rebrotes de aftosa de 2001 y 2004, dejando espacios que ocuparon estratégicos e históricos competidores del país, como Uruguay y Brasil.

Las economías no tradicionales no quedaron afuera del derrumbe productivo, al que sumaron los altos costos productivos que impuso la sequía, la distancia a centros de comercialización y el tratamiento postergado para la búsqueda de soluciones a una crisis que, según regiones y productos, aparece como terminal.

La Capital