Aquello fue un estallido de bronca de los productores ante la voracidad fiscal oficial, una efervescencia que la entonces flamante y poco experimentada Comisión de Enlace pudo contener y conducir. Entonces, la resolución 125 colmó la paciencia de un sector que ya venía enfrentado desde hacía dos años con un gobierno fuerte, acusado de hegemónico. Eran tiempos de una bonanza que parecía no tener fin, pero que se acabó cuando estalló la crisis económica, aún en proceso.
Hoy, la bronca entre los productores -y, en general, de la gente del interior- dejó de ser un rapto de inestabilidad y pasó a ser un estado emocional permanente que los ruralistas esperan administrar hasta las elecciones legislativas, donde el sector tiene puestas sus expectativas reales de cambio en la política oficial. Cambio que, ante los ojos ruralistas, no tendría otra forma que una derrota estrepitosa del Gobierno. Ahora, el panorama económico y social es preocupante, sobre todo en las provincias agrodependientes, donde la ayuda federal llega de manera menos generosa que en el conurbano bonaerense.
Con urgencias que llevan varios años, la estrategia del campo parece centrarse en lo que considera importante. Por eso, como ya no espera nada de la administración Kirchner, tampoco disimula su perfil opositor. De hecho, algunos dirigentes están tendiendo puentes entre los dos espacios opositores que se van consolidando, el de radicales, socialistas y la Coalición Cívica, y el del peronismo disidente y Pro. "En Buenos Aires, Mario Llambías (presidente de CRA) podría ser candidato de una oposición unida", arriesgó un ruralista esta semana. Y no es el único hombre de campo con ese tipo de intenciones.
Hasta las cuestionadas estadísticas oficiales confirman la crisis profunda de la ganadería. Ningún técnico del Gobierno desconoce que las retenciones en los niveles actuales hacen inviable la agricultura a los productores pequeños o de zonas marginales -con pobreza estructural- que habían visto mejorado su nivel de vida con el auge de las commodities . A la reunión del martes con la ministra de Producción, Débora Giorgi, a la que irán sin expectativas, los ruralistas llevarán un panorama detallado de esta situación.
A estas alturas de la pelea, el agro ya no tiene apuro por lograr sus objetivos sectoriales. Y como para octubre falta mucho, buscará encausar el malestar de sus bases con una estrategia gradual en la que este paro parece ser apenas el comienzo. El acto de ayer en Leones tuvo más asistentes que el anterior en San Pedro, en octubre pasado. Y el campo espera que el próximo, el 12 de marzo, en el estadio Orfeo, de Córdoba, sea todavía mayor. Allí se presentarán los lineamientos políticos que el campo ofrecerá a todos los partidos.
El nuevo conflicto irá de menor a mayor y se desarrollará ante una sociedad que no tolerará excesos. Por eso, en el camino hacia octubre, el agro buscará ampliar su base de apoyo sumando a otros sectores afectados por sus mismos problemas, como el transporte, la metalmecánica y el comercio.


