Los campos del sur entrerriano se han transformado en un desierto "por la maldita sequía" como la califican los productores. No vale la pena "contar las vacas que se nos han muerto" comentó con un tono de resignación Eduardo Vásquez (63 años, más de 40 de trabajo con la ganadería) en el establecimiento que se encuentra a pocos metros del pueblo de Holt Ibicuy.

Con Vásquez como guía, recorrimos parte del campo en donde ya se han muerto 100 animales, un 30% del rodeo total; destacó: "vendimos buena parte de nuestra hacienda a un precio muy inferior a la que la habíamos adquirido, para de esa manera poder seguir con los que siguen en el campo, pero no damos abasto".

Los bañados, lagunas, cavas están secas y los animales no tienen que comer, "estamos dándoles casi dos kilos de alimentos y algo de fardo para tratar de mejorar su condición". Indudablemente que no alcanza y en su afán por alimentarse las vacas "comen los gajos de los espinillos".

Al recorrer el campo tomamos magnitud de lo desesperante de la situación. A unos trescientos metros del casco del establecimiento se amontonan los restos de los animales muertos para festín de los caranchos y animales de rapiña. A un lado y otro del campo nos encontramos con animales recientemente muertos y otros muy débiles, echados. "Animal que se echa, no se levanta" acotó Eduardo. "Se han comido todo y al no tener pasto se meten en los pajonales de los bañados que están seco, pero ya ni paja queda" se lamentó. Ejemplares que pesaban 500 kilos, apenas rondan los 250 "les contamos las costillas" destacó.

Javier (hijo de Eduardo) fue muy directo "animal que se cae y vemos que no se va a levantar lo sacrificamos para que no sufra".

En lo alto de una duna se puede apreciar el impacto de la sequía. Lo que era un bañado, imposible de adentrarse, salvo a caballo, hoy está sin una gota de agua. El problema con el agua, Vásquez lo solucionó con una vertiente que transformó en "cava" y con bebederos, de los cuales obtiene agua con una bomba instalada en un punto estratégico.

El productor remarcó que "nunca antes se vivió una sequía como esta. Yo no la vi y tampoco los mayores con los cuales hablé". Hace dos años que la zona de bajos, semibajos e islas, viene sufriendo los avatares del clima" pasamos de un extremo a otro. Primero la inundación el año pasado y ahora esto".

Las pérdidas económicas, como en el caso de Vásquez, estarían en el orden de los $100.000 aproximadamente, a lo que hay que sumarle las cabezas "malvendidas", la poca producción de terneros (la mayoría se están criando guachos al morir sus madres) por lo que lo peor está por venir.

En el caso de Eduardo la cuenta de animales muertos asciende a unas cien, pero en estancias vecinas y con mayor número de animales el número es mayor; "recuperarnos de una creciente nos lleva dos años, pero con esta seca el tiempo para recuperarnos será mayor".

Los camiones con rollos y alimentos transitan por los polvorientos caminos que conducen a los campos, pero su carga no alcanza y no queda otra que vender al precio que sea para darle de comer a la hacienda que sigue en pie. Para tener una mayor idea de la magnitud de la sequía, atravesamos en el camino a Holt (por el ripio) al menos dos arroyos con su cauce seco y rajaduras notables en lo que fuera el lecho del curso de agua. A un costado de la ruta, una chancha devoraba los restos de una vaca, mientras sus lechones se amamantaban.

El Dia