Desde antes de la caída de Lehman Brothers (fecha teórica de inicio del capítulo más grave de la crisis financiera global), Néstor Kirchner ya elucubraba con su candidatura a legislador nacional por la provincia de Buenos Aires en 2009. Desde entonces, incrementó la presión inventándose un falso Operativo Clamor para justificar pasarse del distrito electoral Santa Cruz al bonaerense.
Hay algunas conclusiones posibles en la coyuntura:
La crisis global le concede una tregua doméstica a los Kirchner, y Néstor se encuentra decidido a aprovecharla.
Para los Kirchner, ganar los comicios 2009 es prioritario para asegurar su futuro político.
Los Kirchner consideran que a Néstor no le afectan los problemas de Cristina, o al menos eso es lo que intentan instalar en la opinión pública.
Los Kirchner realmente creen que la crisis no afectará a la economía argentina con cierta profundidad.
Los Kirchner realmente creen que la oposición política no tendrá margen para atacar al Gobierno en la emergencia, y ese paraguas es la clave de lo que vendrá.
Vamos ahora a algunos recortes dominiciales:
En el diario Página12 citando datos del Centro de Estudios de Opinión Pública, empresa de encuestas de Grupo Clarín):
"Según una encuesta realizada por el CEOP, Néstor Kirchner encabeza la intención de voto en la provincia de Buenos Aires para las legislativas del año que viene, con un 33,5%, seguido muy a la distancia por Eduardo Duhalde, que obtiene un 12,6. La consultora midió el nivel de adhesión que obtendría el ex presidente si se candidateara a diputado nacional, tal como pidieron esta semana distintos referentes del oficialismo. Aunque con no tanta diferencia a su favor como en las evaluaciones del ministro del Interior, Florencio Randazzo, que habló de 40 puntos en favor del ex mandatario por sobre cualquier otro candidato, el resultado de la encuesta otorga a Kirchner una amplia ventaja.
La consultora (...) hizo un muestreo de mil casos, con entrevistas telefónicas a votantes bonaerenses, durante la primera semana de este mes. (...) en el tercer puesto se ubicó Francisco De Narváez, el candidato a encabezar la boleta del duhaldismo, y cuarta la radical Margarita Stolbizer, que se presentará en la boleta de la Coalición Cívica. La opción no sabe/no contesta obtuvo un porcentaje alto, del 23,6.
Los encuestadores preguntaron también sobre las preocupaciones de los bonaerenses. La inseguridad encabezó las menciones con contundencia (73,2 por ciento). La educación (26,7), la falta de trabajo (23,4) la economía (19,5) y la inflación (17,2) fueron los temas que le siguieron en la lista. Luego, la atención de la salud (13,7), la pobreza (8,1), el nivel de los salarios (6,3) y la corrupción (5,8). Una curiosidad es que el conflicto entre el Gobierno y las entidades del agro obtuvo apenas el 3,2% de las menciones, casi tantas como los accidentes de tránsito (3,0%).
Varias voces del kirchnerismo insistieron ayer en la conveniencia de la candidatura. El ministro del Interior reiteró que Kirchner “tiene un nivel de consenso en la comunidad muy importante, con una amplia ventaja sobre cualquier otro candidato de la oposición”, aunque aclaró que será difícil que se presente. “No creo que sea fácil convencerlo, porque él no está convencido”, sostuvo.
Otro que se sumó a los que animan al ex mandatario a presentarse fue Daniel Scioli. El gobernador bonaerense dijo desconocer si Kirchner tiene la “voluntad” de encabezar la lista de diputados en la provincia, pero elogió al ex presidente como un “hombre de gran referencia por su capacidad” y “experiencia”. “Todos sabemos que es un hombre muy activo”, apuntó además. (...)
Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:
(...) El alivio que perciben los Kirchner por la suave mutación del escenario no se traduce, por ahora, en otra cosa que no sea el alivio. Sus hábitos y sus conductas políticas están lejos de variar. Al laboratorio oficial desde donde se sigue la crisis internacional sólo ingresa el matrimonio. Aunque el ministro de Economía empieza a tener un cúmulo de tareas que no tuvo hasta ahora. Carlos Fernández es, sobre todo, un entendido en cuestiones fiscales. El mantenimiento de la caja, para capear el temporal y financiar la política electoral que viene, es la obsesión del ex presidente.
El ministro le confirmó a Xavier Musca, el titular del Club de París, que la Argentina cumplirá con la promesa de cancelar la deuda. Pero no será al contado para no debilitar las arcas del Banco Central ni en poco tiempo. También la reapertura del canje con los holdouts entró en impasse. Los especialistas verifican que se está registrando en los últimos dos meses una reducción del gasto público. Resulta imprescindible para resguardar un superávit que sufrirá por la baja de los comodities, el menor volumen exportador y el descenso del consumo interno con antecedentes anteriores a esta crisis.
Los problemas no se agotan allí. La crisis mundial está causando una sangría en Brasil y esa sangría se derramará en la Argentina. Nuestro país coloca en aquella tierra el 25% de su comercio exterior. La retracción brasileña podría tener aquí dos efectos inmediatos: la invasión de productos de ese origen y la merma de sectores productivos que poseen allá sus casas centrales. Es el caso de la industria automotriz. La CGT alertó sobre el peligro de cesantías y despidos pero su jefe, Hugo Moyano, le hizo un favor invalorable al Gobierno: aplazó la discusión sobre una recompensa salarial.
El matrimonio parece tener frente a la crisis nuevas oportunidades. En lugar del encierro podría abrir consultas para recoger otras ideas sobre cómo afrontarla. Y, tal vez, también para ampliar su base política. Difícil: tres ministros debieron pedir la venia a Cristina para asistir a una simple comida de homenaje a Alberto Fernández en la Embajada de Uruguay. Podrían intentar además encausar el INDEC. La inflación tiende a descender por la caída del consumo y la menor presión de los precios internacionales de alimentos. Se trata de una ilusión: los Kirchner fueron duchos estos años en dejar pasar ocasiones propicias.
(...) ¿Qué ha sucedido? Sobre todo está sucediendo la crisis. La Presidenta ha hecho, sin dudas, un cambio de imagen y, en algunos sentidos, también de su discurso. Esa valoración no incluye su paso reciente por Nueva York. Las crisis suelen retraer, en situaciones de relativa normalidad, los ánimos rebeldes y las insatisfacciones sociales. No ocurre sólo en la Argentina: Brasil está padeciendo como pocos en la región los efectos del cimbronazo internacional, pero Lula está en un apogeo de popularidad y afrontó con solvencia las elecciones municipales de la semana anterior. (...)".
Mario Wainfeld en Página12:
(...) Regresemos al terruño y convengamos en que emerge una nueva época, que (con alguna licencia poética) podría calificarse como el tercer comienzo del mandato de Cristina Kirchner. El primero fue el legal, muy confinado como continuidad del anterior por el conservadorismo en la formación del gabinete y la escasez de medidas innovadoras.
El segundo fue el gestado por el conflicto con las entidades agropecuarias, ese que Kirchner dice “parió al gobierno de Cristina”, una supuesta gesta perdida con una dilución de legitimidad y poder político difíciles de reponer. Ese tramo incluye la recuperación homeopática ulterior a la derrota en el Senado, un lapso en el que la Presidenta registró que había que modificar tácticas, estilos y evitar choques frontales.
El tercero alborea con el colapso de Wall Street y sus filiales. Ninguno de ellos arranca de cero ni anula las precondiciones previas. El estadio actual interpela al kirchnerismo en los terrenos que suele trillar mejor: el decisionismo, la obsesión fiscal, la pulsión por generar trabajo.
Dos diferencias siderales redondean el cuadro.
La primera, jamás suficientemente mentada, es el volumen de las complicaciones en ciernes y la multiplicidad de hechos ajenos a la voluntad y a la competencia de las autoridades locales.
La segunda es que, merced a los cambios vertiginosos del quinquenio reciente, la estructura social y productiva es mucho más diversa que a principios de siglo y, por ende, más difícil de gerenciar de modo uniforme. (...)
El Gobierno retoca sus reflejos y arma un minigabinete de crisis, sea cual fuere el apodo que le pongan. Un mito de palacio propone que Kirchner estuvo en teleconferencia, los asistentes lo niegan enfáticamente. En cualquier caso, la Presidenta emite una señal de seguimiento del proceso y de que puede revisar atavismos de gestión en medio de un tsunami. La noticia sería buena del todo si las autoridades de Economía tuvieran voz y aptitud para hablar en público, una necesidad flagrante en democracia. (...)
La prognosis oficial es recatada, demasiados datos vienen de afuera, llave en mano.
Las commodities alimentarias, base de las exportaciones argentinas, seguramente bajarán menos que las energéticas. La demanda de alimentos es menos elástica a la baja de actividad que la de insumos para energía. (...)
Brasil paga el excitado flujo de capitales que recibió con una salida onda Puerta 12. Sus autoridades financieras gastan mucho más dinero que las argentinas para evitar el aumento del dólar y logran resultados decepcionantes. La devaluación no es hija del cálculo sino de la impotencia. (...)
La sed de dólares del mercado argentino es proverbial, máxime en tiempos tormentosos. En el Gobierno se prevé que ese será un imán para el fly to security. Los bancos públicos, seguramente, ganarán espacio frente a sus cofrades privados, todavía desacreditados desde el 2001 y puestos en la picota a nivel planetario.
Despacito, se conversa sobre la repatriación de capitales. Daniel Scioli habló con ligereza sobre el punto, los especialistas del Gobierno cavilan más. El ejemplo de Brasil es una luz amarilla, atraer dinero golondrina que emigre velozmente podría ser suicida. La jugada tendría sentido si se garantizara que las divisas de los hijos pródigos se aquerenciaran, así fuera unos añitos. Pero los instrumentos disponibles al efecto son precarios. El Estado está muy por debajo de los recursos tecnológicos de los agentes financieros, no sólo en Buenos Aires. Y, por otro lado, suena dislocado que inversores afectados por el virus de la aversión al riesgo se “pongan” en bonos no canjeables en el corto plazo para financiar obra pública o actividades productivas (...)".
Eugenio Paillet en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca:
(...) Kirchner lo sabe antes que ninguno: una derrota allí, el año que viene, sería catastrófica para el gobierno de su esposa. Sabe también que el clientelismo en ese y en cualquier otro distrito del país es intrínsecamente hereje: intendentes, punteros y hasta gobernadores cambian de habitual votos por subsidios o prebendas, o por las estratégicas y, como pocas recolectoras de votos, obras públicas. Algunas encuestas primarias que se han hecho en Buenos Aires arrojan una intención de voto para el Frente Para la Victoria del 30 por ciento, y en algunos casos, de un par de puntos más que eso. Muy poco, si se tienen en cuenta opiniones de analistas oficiales, que dicen que hay que obtener al menos diez puntos más para garantizarse una victoria.
Cómo hacerlo, o cómo hará el gobierno para garantizar ese triunfo en un contexto como el que se avecina, de probable déficit fiscal, de recesión y pérdida de empleo o cierre de industrias, y retracción como la que ya se ha comentado en materia de reivindicaciones de los asalariados, es la pregunta sin respuesta que se hacen en algunos despachos del kirchnerismo. Puede afirmarse, sin demasiado margen de error, que la creciente presión de agrupaciones de piqueteros, de dirigentes políticos y gremiales y, más cerca en el tiempo, de funcionarios del gobierno nacional, para que Kirchner acepte presentarse como candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, es una pata central de esa estrategia y de esas tribulaciones del oficialismo. Ya se habla de un consabido "operativo clamor", que estarían tramando los grupos que comandan los dirigentes sociales preferidos de la Casa Rosada (entre ellos, el inefable Luis DElía), para dirigirse en procesión a la quinta de Olivos y rogar a su jefe que acepte el convite. Hugo Moyano ha aportado, en las últimas horas, su propio granito: "Sería un candidato de lujo", dijo.
En encumbrados despachos oficiales, como el que ocupa Sergio Massa, han intentado, por estas horas, morigerar el alcance de esas preocupaciones y la suposición de que la crisis global puede terminar por minar las aspiraciones electorales del gobierno, cuando llegue el momento de ir a las urnas. Dicen allí que el ciudadano no va a arriesgar su voto en un eventual escenario de recesión como el que se pronostica a nivel nacional e internacional para los años que vienen. "No va a votar aventuras", se ufanan, pretendiendo tapar el sol con la mano. Son esos mismos hombres que, en un análisis cuanto menos ligero, sostienen que, al mismo tiempo, la oposición sigue atomizada y sin capacidades para aprovechar uno solo de los yerros del gobierno o del kirchnerismo, como lo fue la estrepitosa derrota en el Senado por las retenciones móviles.
Una mirada cuanto menos tuerta, si se toma en cuenta lo que acaba de ocurrir entre radicales y socialistas, o la enorme popularidad que retiene Julio Cobos y las posibilidades de un gran nucleamiento a su alrededor, pensando en 2009 y en las presidenciales que tendrán lugar dos años más tarde (...)".


