La situación de la ganadería volvió a ocupar el primer lugar en las deliberaciones de la Comisión de Enlace y en las asambleas de productores.Más allá de las promesas oficiales para reactivar al sector, técnicos de la actividad admiten que si no cambia la política habrá que importar carne en 2012.
Durante los casi 130 días que duró el conflicto entre el campo y el Gobierno, la situación del sector de ganado y carne vacuna cedió protagonismo y esfuerzos para resolver la puja que desató la implementación de retenciones móviles en las exportaciones de granos.
Resuelta la cuestión embrionaria del diferendo, la dirigencia del campo comenzó en los últimos días a enarbolar nuevamente la bandera de defensa de la ganadería. El primer mojón lo instaló con una asamblea de productores reunida en Olavarría (provincia de Buenos Aires), en el corazón de una de las mayores zonas criadoras del país.
Desde el paro ganadero convocado en julio de 2007 por Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la actividad no expresaba en esa magnitud en forma pública su malestar hacia las políticas oficiales y su preocupación por el futuro de la producción. En ese momento, la medida de fuerza surgió en respuesta a un combo de medidas que incluyó la prohibición de las exportaciones de carne, baja de reintegros y la suba de las retenciones.
A poco más de un año de esa manifestación, es poco lo que ha cambiado en el sector.
Productores e industriales frigoríficos coinciden en calificar como muy crítica a la coyuntura. A la preocupación que manifiesta la dirigencia agropecuaria y los representantes del complejo, se les han sumado voces desde los ámbitos técnicos.
Entidades como la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola han emitido también señales de alerta. Según el último estudio realizado por ese núcleo, el costo de producción de un ternero en las zonas de cría ronda los 3,7 pesos por kilo, mientras que su precio de venta es de 3,2 pesos.
Según los ganaderos, un ternero vale lo mismo que en 2006, mientras que los costos para producirlo aumentaron más de 50 por ciento.
El desplazamiento de la ganadería hacia zonas más marginales, empujada por la agricultura y la falta de rentabilidad, está recortando la producción de carne. Si bien el stock bovino a nivel nacional se mantiene estable en los últimos años, por cada 100 vacas que se trasladan a regiones más duras se producen 21 terneros menos por año, advierten desde Aacrea.
Con la producción estancada desde 2005, la otra gran preocupación es que de cada dos vacunos que van a faena, uno es hembra, lo que está debilitando "la fábrica" de carne.
"Si la actividad sigue con las tendencia actuales, la Argentina debería importar carne en 2012", es la aguda conclusión a la que arribó la asociación.
Como parte de las soluciones, la comisión de enlace reclama la liberación inmediata de las exportaciones de carne y de los precios en Liniers, y el fin de las compensaciones a la producción y la eliminación de todas las restricciones administrativas para la industria (encajes productivos y ROE rojo).
Incertidumbre industrial. La Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca) buscó esta semana llevar algo de previsibilidad a los frigoríficos exportadores, los más castigados por la intervención oficial sobre el comercio exterior.
Lo hizo a través de una promesa de adelantar 20 por ciento de la cuota Hilton, a cuenta de la distribución del cupo de 28 mil toneladas que Agricultura debería haber asignado a comienzos de junio.
Más allá del adelanto que hasta ayer no se había publicado en el Boletín Oficial, los empresarios de la carne aseguran que por la demora en el reparto del cupo están perdiendo unos tres mil dólares por tonelada al asumir costos de los importadores.
Es por la diferencia que representa vender el ramp and loin (los siete cortes más caros del novillo) por fuera del cupo europeo. Su actual comercialización como no Hilton, lleva al importador a cargar esa suma por tonelada en concepto de arancel, un costo que se evitaría si estuviera dentro del cupo Hilton.
La demora en la entrega de los certificados de exportación (ROE) está complicando los negocios a Chile, un mercado estratégico que permite integrar los cortes que van a Europa con el resto de la media res.
Justamente, en ese país, los ministros de Agricultura del Mercosur cuestionaron públicamente las restricciones a las exportaciones.
La Voz


