Cristina Kirchner se tomará los próximos días para "ordenar" la gestión después del duro revés en el Congreso en su proyecto por conseguir el aval para las polémicas retenciones móviles al agro.

"Esto ha sido un mazazo en la cabeza", sostuvo un ministro del gabinete ante LA NACION para graficar la situación de debilidad en la que quedó el Gobierno tras la agónica madrugada del jueves en el Senado en la que el vicepresidente Julio Cobos votó en contra del proyecto de retenciones impulsado por la Casa Rosada.

Esta semana será para analizar el panorama de la derrota y retomar la gestión, que nunca logró despegar desde que la Presidenta asumió, en diciembre pasado, y quedó estancada durante los más de tres meses de conflicto con el campo.

Por el momento, Néstor y Cristina Kirchner se recluyeron con los pocos colaboradores de confianza que tienen en el poder para discutir los próximos pasos, según confió un funcionario, partícipe de esos diálogos íntimos. Todo el Gobierno está expectante a la espera de decisiones. "Está todo muy verde. Hay que esperar", pidió un alto funcionario.

Anteanoche, en la quinta de Olivos, la Presidenta se reunió con algunos de sus funcionarios. Hubo en esas conversaciones, con varias rondas de café de por medio, una única inquietud: cómo recuperar la gestión después del fracaso. La decisión es avanzar de a poco, según confiaron allegados a uno de los partícipes de ese cónclave.

Una de las posibilidades que se analizan es avanzar con los cambios en el gabinete, aunque sólo sería en las segundas líneas, y no entre los ministros. "La mayor resistencia la ponen los Kirchner", sostuvo uno de los funcionarios que fogonea las modificaciones.

En boca de ese ministro, la gran dificultad en la que radica la salida de la crisis por estas horas es justamente en la certeza de que los relevos, si llegan, serán con cuentagotas y los dejarán para más adelante. Los Kirchner no quieren mostrar gestos de debilidad.

Según confió ese funcionario a LA NACION, el gran problema es justamente que en momentos de crisis profundas, el matrimonio presidencial se recluye en sí mismo y no permite demasiados cambios. Prefieren, como lo han hecho en los últimos años, rodearse de sus colaboradores más estrechos, entre quienes están el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, y el ministro de Planificación, Julio De Vido.

Sin aceptación

Según supo LA NACION, todo el gabinete nacional, desde ministros hasta secretarios de Estado, puso la semana pasada su respectiva renuncia a disposición de la Presidenta. "Cristina no aceptó la de nadie", confió uno de los involucrados.

Al único que desde los despachos del primer piso de la Casa Rosada le mandaron señales de recambio fue al secretario de Agricultura, Javier de Urquiza. En su reemplazo, asumiría el actual presidente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Carlos Cheppi, pero el Gobierno prefirió ayer demorar el nombramiento para no eclipsar el anuncio de la reestatización de la empresa Aerolíneas, que se presentó en la Casa Rosada con una fuerte puesta en escena del kirchnerismo en el Salón Blanco (de lo que se informa en la sección Economía & Negocios).

La mayoría de los dirigentes y ministros consultados por LA NACION interpretó ayer que los cambios dentro del Gobierno se darán a nivel de las segundas líneas. En las últimas horas, corrió fuerte el rumor de la inminente salida del polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, hombre al que hasta anoche nadie en el poder se animaba a ratificar en su cargo, pero tampoco a darlo de baja. "De ahí para arriba no habrá cambios", reforzó un vocero oficial, en medio de las insistentes versiones de relevos.

Ante esa situación, Moreno optó ayer por mostrarse públicamente con la Presidenta. Apareció en el Salón Blanco diez minutos antes que el resto de los funcionarios, cuando ya las cámaras de televisión estaban apostadas, y se paseó ruidosamente por la primera fila saludando a sus conocidos, siempre de pie entre los demás invitados, que ya estaban prolijamente sentados. Más de una vez, de reojo, miró a los fotógrafos.

En paralelo, sobresalió en ese acto la ausencia del jefe de Gabinete, que adujo un estado gripal y ayer se quedó todo el día en su casa. Cristina Kirchner lo llamó por la mañana para saber cómo estaba. Cerca de él desmintieron a LA NACION que esté fuera del Gobierno.

Por ahora, la decisión de la Presidenta fue evitar los grandes cambios. Ordenó, mientras tanto, reactivar todos los ministerios. Para eso, cada funcionario comenzó desde ayer a hacer un relevo de la gestión de sus ministerios, que había entrado en una parálisis total con el conflicto del campo en plena explosión.

"Ahora vamos a poner énfasis en los hechos del Gobierno", reconoció una fuente de la Casa Rosada. Sobre los cambios profundos, dicen que recién se darán más adelante.

Por Mariana Verón
De la Redacción de LA NACION

Malestar con D´Elía

"Luis D´Elía no representa siquiera al justicialismo. A mí no me representa. Me calienta muchísimo cada vez que aparece. Cuando lo veo, apago el televisor o la radio porque no soporto escucharlo." La frase corresponde al gobernador de San Juan, el kirchnerista José Luis Gioja. "Me parece que nos ha hecho muchísimo daño y una de las cosas que tenemos que aprender es ésa", puntualizó el mandatario, en contra del ex piquetero que ayer, casualmente, fue uno de los ausentes en el acto que se hizo en la Casa Rosada, donde se anunció la reestatización de Aerolíneas Argentinas.