Cinco veces. Ese es el número de ocasiones en las que los dirigentes del campo se vieron cara a cara con el secretario de Agricultura de la Nación, Javier de Urquiza, en los seis meses transcurridos de uno de los años más conflictivos que el sector recuerde. Es que, con tres de sus cuatro subsecretarías vacantes y sin varias de las atribuciones que manejó tradicionalmente (como la administración de los registros de exportación), la Secretaría de Agricultura es hoy una cartera despojada de atribuciones para manejar la política agropecuaria que el agro reclama.

"La Secretaría fantasma" y "Desaparecido en acción" son los motes que en el campo le pusieron al área y a Urquiza, el secretario que más expectativas despertó en su asunción (por su pasado de productor) y al mismo tiempo, el que perdió más rápidamente poder de influir en las decisiones del sector, frente al crecimiento de otros funcionarios, como Guillermo Moreno (secretario de Comercio Interior) o Ricardo Echegaray, presidente de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario.

"Urquiza nunca tuvo los instrumentos para hacer una política en serio. No sé si tenía intenciones de hacerlo, pero de poder, no pudo jamás", reflexionó Javier Jayo Ordoqui, secretario de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), adonde Urquiza militó como dirigente. Son sus ex colegas los críticos a Urquiza, como Pedro Apaolaza, presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de La Pampa y Buenos Aires (Carbap), que lo declaró persona no grata en Carbap.

"Una buena secretaría se conforma con segundas líneas sólidas, y Urquiza nunca se armó el equipo para dirigir el área. Hay muchos técnicos valiosos en Agricultura, pero si no hay generales para comandar, los soldados poco pueden hacer", coincidieron Ernesto Ambrosetti y Marcelo Fielder, secretario de Acción Política y economista de la Sociedad Rural, respectivamente.

Esta reflexión se ve reforzada por un dato de la realidad: antes del discurso de Palermo 2007, que provocó la ira presidencial contra el campo, Urquiza hacía consultas sobre cuestiones del campo todos los días a técnicos como Ambrosetti y a Daniel Asseff, de Coninagro. "Se notaba que estaba mal asesorado y que por eso, nos consultaba bastante los pasos a seguir", recordó Ambrosetti. "Una vez nos llamó a las 10 de la mañana porque en Liniers sólo se habían vendido la mitad de las vacas, diciendo que los productores se guardaban la hacienda para encarecer la carne. Le tuvimos que explicar que era normal que a esa hora sólo se hubiera vendido la mitad, porque los remates duran muchas horas más", relataron en una de las entidades.

"Lo poco que hizo estos años fue tratar de arreglar los desaguisados que hacían en el sector otros funcionarios", apuntó Jayo Ordoqui.

Sea por falta de libertad de acción o por vicios de organización de su área, lo cierto es que la cartera de Urquiza fue decayendo en su poder de acción a medida que fue empeorando la relación entre el Gobierno y el agro. El estallido del paro del campo terminó de sellar el congelamiento de Agricultura, que tiene vacantes tres de sus cuatro subsecretarías (Producción Agropecuaria y Forestal, Agroindustria y Mercados y Agricultura Familiar) y perdió varias atribuciones (como el manejo pleno de la Cuota Hilton o los registros de exportación) en manos de Echegaray.

Tampoco hay demasiada libertad de acción para otras áreas que solían ser muy activas, como Pesca o Forestación. "Hasta el surgimiento de Echegaray o Moreno, Agricultura fue activa en todo lo que era extra retenciones, tema que siempre se manejó en el Ejecutivo. Hoy la secretaría está vaciada de poder, hasta en esas áreas en las que antes intervenía", se lamentó Martín Fraguío, director de la Asociación Maíz Argentino (Maizar). "Es una lástima, porque la cartera está repleta de técnicos capaces que podrían ayudar a hacer una política seria, si la Presidenta los consultara", acotó Fraguío.

Aunque Urquiza no respondió a la consulta de LA NACION, los que lo conocen de cerca defienden su rol. "Cualquier política agropecuaria tiene que salir de la línea de la política general, o sea que el secretario no puede cortarse solo. Pero en los temas que él pudo aportar, intentó aportar, como el acuerdo de la carne de mayo de 2007, que cumplió estableció precios razonables al productor", destacó uno de sus hombres cercanos.

El verdadero secretario

A la hora de definir quién es el hombre que tiene al sector en sus manos, todos apuntan a Echegaray y a Moreno. "Ellos se reparten las decisiones importantes", dijeron Pedro Apaolaza y Alfredo Rodes (presidente y director de Carbap, respectivamente). "Pero el verdadero secretario es Néstor Kirchner. En realidad, Kirchner es el secretario de Agricultura, el ministro de Economía y el Presidente", agregó Jayo Ordoqui.

El folclore de los secretarios en las sombras no es nuevo en el área. Ya en el último año de Miguel Campos en la secretaría (2006), era vox pópuli que el verdadero contacto con el gobierno de Néstor Kirchner lo tenía Urquiza, segundo de Campos y más digno de la confianza del mandatario por su origen santacruceño. Cuando Urquiza asumió, la balanza se inclinó en favor de su jefe de Gabinete en Agricultura, Carlos Milisevic, que compartió las decisiones más importantes del sector con otro kirchnerista de la primera hora, el secretario de Comercio Interior.

La llegada de Ricardo Echegaray a la Oncca convirtió a este y a Moreno, en los hombres de peso en la política relativa al campo, dejando a un costado a Urquiza y a Milisevic.

Por Mercedes Colombres
De la Redacción de LA NACION

Ausente sin aviso

De acuerdo con varios referentes del sector, es tal el vaciamiento de poder de la cartera agrícola que, en las últimas reuniones entre el agro y el Gobierno, Urquiza no apareció. Actualmente, las apariciones del secretario se limitan a participaciones en actos protocolares.

Altas fuentes de la lechería dijeron que Urquiza no estuvo en las últimas negociaciones del sector lácteo, en las que participó el dirigente Roberto Socín. ?En la reunión estaban los Kirchner, Guillermo Moreno y Carlos Cheppi, presidente del INTA?, relató un compañero de Socín. Esto disparó el rumor de que Cheppi ya tendría el visto bueno para suceder al secretario.

Según las entidades, la última ocasión en que hablaron cara a cara con Urquiza fue en una reunión en la Jefatura de Gabinete, en la que el secretario llegó temprano para excusar la tardanza de Alberto Fernández. ?No tengo permitido hablar de retenciones?, se atajó Urquiza.