El campo santiagueño vive un crecimiento explosivo. En las últimas 5 campañas
la frontera agrícola avanzó en más de medio millón de hectáreas. La
productividad se duplicó. Un aluvión de inversores cordobeses, santafesinos y
tucumanos hicieron crecer la demanda y la venta de campos.
Por otra parte, el sector ganadero local se consolidó con la mayor cantidad
de ejemplares del NOA. La provincia cuenta con casi 1,2 M de cabezas de ganado.
En el mismo lapso se vendieron más de 80 M de litros de gas oil sólo en el
desmonte de nuevas hectáreas para siembra.
El este de la provincia, de norte a sur, es un mar de soja. El grano cubrió
los departamentos Moreno, Rivadavia, Taboada, Belgrano, Ibarra entre otros. Allí
se localiza el mayor crecimiento agrícola de los últimos tiempos. Antes, el
cultivo vedette de la provincia fue el algodón, que llegó a cubrir una
superficie de 300.000 ha en sus mejores años. Pero ahora, la soja superó en más
del doble esa extensión. Por cada hectárea de algodón, hay sembradas en la
campaña 2003/04 otras 14 de soja.
Pero también hay que tener en cuenta que la mayor parte de la soja hoy se siembra en el área de secano, aquella que depende sólo de las lluvias para el riego y, también, que el corrimiento de una isohieta hacia el nordeste de la provincia posibilitó la implantación en zonas donde nunca antes se había pensado que podía florecer ni un cardón. No obstante, hay otra área productiva en la provincia que no recibió tantas inversiones ni fue tan difundida. Se trata del área de riego del río Dulce, que recibe agua de riego del Embalse de Río Hondo. Son unas 120.000 hectáreas del denominado Proyecto Río Dulce, de las cuales aproximadamente 80.000 están bajo explotación, fundamentalmente de productos frutihortícolas como cebolla, zapallos, tomates, melones, sandías y alfalfa, entre otros. Hay, además, varios campos ganaderos y un avance importante de la salinización lo que vuelve a estas tierras más que aptas para la conformación de campos ganaderos.
Los números del crecimiento
Para la campaña 2002/03 la siembra de los 5 principales cultivos se ubicó en
1.104.200 ha. Por primera vez, el avance de la frontera agrícola en Santiago del
Estero quebró la barrera del millón de hectáreas implantadas. Asimismo, la
producción en este mismo grupo de cultivos pasó de 1 millón de toneladas
registradas en la campaña 98/99 a los 2,4 M en 02/03. Y el crecimiento no da
signos de detenerse.
Para la campaña 03/04 las estimaciones de siembra marcan un avance en otras
70.000 hectáreas más que se agregarán a ese 1,1 millón de hectáreas cultivadas
en la campaña pasada.
La velocidad y la vertiginosidad de este crecimiento ya instaló luces de
alarma en instituciones oficiales como el Inta, la Universidad Nacional de
Santiago del Estero y la Dirección de Recursos Naturales.
Todos ellos advierten que la pérdida de nutrientes de los suelos ante la
repetición –en muchos casos obviando la rotación– del cultivo de soja atenta
contra una agricultura sustentable. Y llaman la atención sobre el uso destinado
a la oleaginosa que se está dando a suelos que no son los más aptos para este
cultivo.
Si bien hubo un crecimiento vertiginoso desde la campaña 98/99, el análisis
intercampañas desde entonces muestra que el crecimiento mayor se dio en el ciclo
agrícola 2001/02 cuando se llegó a las 977.529 hectáreas implantadas contra las
655.600 del inmediato anterior.
Cabe destacar que en ese lapso hubo un crecimiento de 321.929 hectáreas entre
ambas campañas, lo que implica más del 50% de la nueva superficie volcada al
cultivo entre la campaña 98/99 y la 2002/03. Fue el mayor de todos. Y se produjo
justo en el año del derrumbe institucional del país y antes de la devaluación.
La zona elegida por los productores recién llegados y por los productores fue
toda la franja este de la provincia. Desde el norte hasta el sur, todos los
campos pegados al límite noroeste de Santa Fe y también del Chaco se vendieron
como pan caliente.
La elección no fue caprichosa. En esa zona están ubicados los 2 millones de
hectáreas fértiles sobre los 14 millones que posee la provincia. Toda la zona
colindante con Chaco, Santa Fe, Córdoba y también la zona límite con Tucumán y
Salta –hacia el oeste– es donde están los mejores suelos, las mejores
precipitaciones y lo que daría una mayor seguridad de cosecha.
No obstante, un tema que preocupa mucho es la sustentabilidad. Hoy, en muchos
de estos suelos, en campos arrendados los productores están aprovechando la
fertilidad natural acumulada que poseen, sin realizar prácticas de rotación de
cultivos, sea con maíz, trigo o algún otro cultivo que devuelva al suelo los
nutrientes que se extraen con la soja. Si se sigue en esta tendencia, hay suelos
que quedarán inutilizados de por vida en las áreas donde hoy se está haciendo
soja.
A principios de este año, el Colegio Notarial de la provincia reflejó en
números este crecimiento productivo que trajo a la par un boom inmobiliario: el
escribano Gustavo Yocca, presidente de esa institución, sostuvo que durante el
2002 se vendieron casi 3 millones de hectáreas en Santiago del Estero.
Desde la Universidad Nacional de Santiago del Estero, señalan que este
crecimiento productivo llegó sustentado en factores como por ejemplo: tierras de
buena calidad y bajo precio comparado con otras zonas, mejora temporaria en las
condiciones climáticas, disponibilidad de tecnología adecuada y económica para
la producción junto a buenas tasas de retorno del capital en la agricultura
comparada con otra inversiones.
También desde allí se estima que la siembra puede alcanzar en los próximos años el millón de hectáreas en toda la provincia. Hoy está en 700.000.
Todo este repentino crecimiento de la superficie agrícola bajo cultivo en
Santiago del Estero vino impulsado por la soja, pero la infraestructura caminera
–principalmente– no estuvo a la altura de las circunstancias en los principales
departamentos que son el núcleo productivo de la oleaginosa como por ejemplo en
Moreno y Belgrano. Este hecho, encareció los fletes y provocó grandes pérdidas.
Hasta antes de la llegada de la Intervención Federal, existía un plan
gubernamental para reparar caminos y rutas al igual que un plan estratégico de
proveer de energía eléctrica encarado por la distribuidora local (Edese) para
llevar electricidad al campo y posibilitar la radicación de agroindustrias que
ya son factibles de instalar por este crecimiento del área bajo cultivo.
Sin embargo, en todo este crecimiento productivo, el Estado, que estuvo
encabezado por Carlos Juárez y su esposa Mercedes Aragonés de Juárez, siempre
estuvo ausente del sector productivo. Al menos, de los pedidos que formularon
los productores donde se focalizó el mayor crecimiento productivo. Los
productores se quejaron siempre por el mal estado de los caminos y recién en el
2003 se encaró un proceso de reparación.
También recientemente el sector oficial para apuntalar este crecimiento del
sector agrícola ha planteado una ley de desarrollo industrial, por la cual
buscará incentivar las inversiones en la provincia con la devolución de parte
del capital invertido a los tres años de realizada la inversión. Esta ley está
en proceso de reglamentación.
Recién, en estos últimos meses, el sector oficial santiagueño ha demostrado el acompañamiento en la magnitud que este crecimiento productivo apuntalado básicamente desde el sector privado requiere. El campo santiagueño se parece a un gigante que ha despertado. Quizá sea una coyuntura como algunos ingenieros lo manifiestan, pero el nivel de inversión "hundida" que se ha efectuado habla de algo más que una coyuntura. Pese a ello, lo cierto e innegable es que Santiago ha dejado de dormir la siesta.


