Cuatro años han transcurrido ya de trabajos efectivos en el laboratorio de
Genética del Departamento de Agronomía de la UNS, en la búsqueda de una
específica relación entre el girasol y especies silvestres de dicho grano.
El proyecto fue ideado un año antes y denominado "Flujo genético entre
girasol y especies silvestres de helianchs" (el género botánico del
girasol).
¿Qué está sucediendo?
Lo explica la joven doctora en biología e ingeniera agrónoma Mónica
Poverene.
"Cuando se comenzó a ver la posibilidad de hacer girasol transgénico,
genéticamente modificado, surgió el interrogante --que no se había producido
con soja y con maíz-- respecto de qué pasaría con las especies silvestres que
pueden cruzarse con el girasol. Aparecía la posibilidad de que los genes
modificados pasaran a las especies silvestres... o no. Entonces, de ahí surge
el proyecto".
La Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (Conabia) prestó
su apoyo, lo que significó un aval sustantivo para seguir adelante.
También se contó en un momento con el respaldo de cinco empresas semilleras;
las más importantes que trabajan en la Argentina. Estas organizaciones, en una
primera etapa, contribuyeron con dinero para que avanzara el proyecto.
Posteriormente, el Laboratorio consiguió fondos propios para la investigación
a través de los mecanismos que utiliza la Universidad Nacional del Sur.
--Concretamente, ¿a qué apunta el proyecto?
--A estudiar qué pasaría cuando haya girasoles transgénicos, si esos
transgenes modificados pasan a las especies silvestres o no, lo que impactaría
en el ambiente.
--¿Se puede hablar de resultados?
--En realidad, todavía no hemos hecho estudios de transgenes específicos. Lo
que sí hicimos son estudios de las relaciones genéticas del girasol con las
especies silvestres. Se debería aclarar lo siguiente: hay unas cincuenta
especies de girasol, dentro de las cuales está el que venimos cultivando en los
campos de la UNS, aquí, cerca del edificio de Agronomía. Hay algunas otras
zonas cultivadas --muy pocas--; las demás son especies silvestres".
Poverene aclaró enseguida que dentro de esas cincuenta especies hay dos muy
importantes para el mejoramiento genético.
"Son especies que pueden cruzarse con el girasol y transferirle
características útiles para el mejoramiento genético. Y esas dos especies se
encuentran en forma silvestre en la Argentina; son las que nosotros
estudiamos".
Trabajan en los análisis el grupo del Laboratorio Genético de la UNS, otro de
la Unidad Integrada INTA Balcarce y la Facultad de Ciencias Agrarias de la
Universidad Nacional de Mar del Plata.
En cuanto a los resultados obtenidos hasta ahora, la doctora Poverene indicó:
"Son muchos y apuntan a mostrar que realmente, si hubiera girasoles
transgénicos, esos genes pasarían a las especies silvestres y entonces podría
haber una modificación de estas últimas".
Aclaró que, en cierta manera, no se tienen todavía pruebas concluyentes porque
aún no se han librado esas especies.
"El problema es estudiarlas para prever las modificaciones y tomar las
medidas adecuadas a fin de neutralizar, si hubiera, alguna consecuencia no
deseable", destacó.
Panorama amplio. El ingeniero Miguel Cantamutto, quien ocupara hace algún
tiempo la dirección del Departamento de Agronomía, se desempeña también en
el Laboratorio de Genética.
Explicó que las especies silvestres no son autóctonas. "Se han
naturalizado y adquirido ciertos atributos que hacen que puedan persistir en el
ambiente. Una de las primeras cuestiones encaradas, cuando comenzamos el
trabajo, era establecer dónde están instaladas estas especies. De alguna
había registros, pero de otras no se tenían debidos conocimientos, sino
evidencias muy sueltas, pero no con claros indicios sobre dónde se encontraban
ubicadas."
Su detección en la Argentina se produjo en una suerte de triángulo
equilátero, de 1.500 kilómetros de largo, que abarca desde el sur de la
provincia de Buenos Aires, haciendo vértice en Puan, hasta el sur de San Juan
y, por el este, en Diamante, provincia de Entre Ríos.
"Allí persisten debido a las condiciones del suelo y del ambiente. Esto lo
hemos controlado durante cuatro años. Se observa, a lo largo de los años, un
comportamiento aparentemente homogéneo. Pero sería necesario un tiempo mayor
para encontrarlas siempre en el mismo lugar y dentro de las mismas
condiciones", explicó Cantamutto.
No dejó de puntualizar que en el estado actual no aparecen como malezas muy
severas, debido a que su interacción con los cultivos no es complicada, como
puede ocurrir con la avena fatua o el sorgo de Alepo, que causan preocupación
entre los productores.
"En este caso --dijo--, son malezas que aparentemente no generan una
competencia grande, pero la gran incógnita, a lo que apunta el proyecto, es
establecer de qué manera un gen que no está activamente en la especie, si
llega a ser introducido a través de esto que se denomina flujogénico, cómo va
a cambiar el comportamiento".
"Y ese es el gran desafío que hay que predecir como elemento para decidir
si se libera o no para asegurarse que no habrá perturbación al ambiente",
señaló.
--Este desafío ¿tiene un límite de tiempo?
--Es un tema muy dinámico. Nosotros estamos en la etapa inicial. Consideramos
que la etapa de relevar todo lo que está ocurriendo, como decía la doctora
Poverene, no ha tenido continuidad a causa de inconvenientes en el
financiamiento. De cualquier forma, se puede hablar de un buen avance.
--El resultado final ¿aportaría una mayor calidad del girasol?
--Creo que el objetivo de todo este trabajo es generar plantas de mayor calidad
y con mayor facilidad para la producción. Así que, resumiendo, el objetivo
perseguido con toda esta tecnología es un mejor confort para el ser humano. Lo
que no se puede obviar es tener en cuenta que todo cambio en los sistemas de
producción tiene sus riesgos y hay que estudiar bien cómo se producirían los
riesgos para minimizarlos y manejar lo que son las tecnologías".
Cantamutto retomó enseguida su definición inicial de "cuestión
dinámica".
"Le decía anteriormente que el tema es muy dinámico, porque hay lugares
donde aparecen estas especies y no hay registros desde hace quince años o nadie
los había detectado. El tema va modificándose. Incluso, en nuestros
relevamientos, hemos encontrado que, en algunas regiones donde la maleza estaba
solamente en la banquina, ha comenzado a invadir cultivos. Y este fenómeno, en
las últimas cuatro campañas, ha ido aumentando", sostuvo.
"Es un tema dinámico. Por allí, puede ocurrir que, con el avance de la
soja transgénica, todas estas especies desaparezcan y este posible conflicto
evolucione para otro lado. Hay que seguir controlando permanentemente para saber
adónde vamos a ir a parar...", señaló.
PRIMERA VEZ EN LA ARGENTINA
La doctora en biología Alicia Carrera indicó que, en girasol, este tipo de
estudio se encara por primera vez en la Argentina. Se efectuó en otros países
en situaciones similares, donde existen especies silvestres que pudieran estar
en contacto con girasol cultivado transgénico.
"Me parece importante destacar que estos proyectos son impulsados y
apoyados por organismos oficiales, que intentan crear un marco de bioseguridad
para el cultivo de transgénicos, como pudimos apreciar con gran detalle en el
seminario efectuado hace pocos días en la Bolsa de Cereales", dijo.
Esencialmente, los estudios deben pasar por no pocos controles, y uno de ellos
es la evaluación del impacto ambiental.
"El proyecto que aquí se efectúa apunta precisamente a esa
cuestión", subrayó.
"Pero, además, nuestro estudio apunta a hacer un relevamiento del material
silvestre que existe en la Argentina, pero no ya visto como objeto de
flujogénico, sino como material susceptible de utilizarse en la mejora del
girasol. Se sabe que las variedades nuevas se obtienen a partir de
transferencias de otros materiales, probablemente no utilizados con
anterioridad, dijo.
"Estos son materiales que, hasta lo que sabemos, nunca fueron empleados
para transferir genes. Son poblaciones que representan, muchas veces,
resistencias a enfermedades y a sequía. Todo esto es ventajoso y deseable. En
síntesis, además del impacto ambiental, nuestro objetivo es establecer cuánto
de germoplasma de girasol tenemos en el país", explicó por último.
Mario Gabrielli
EL RIESGO HUMANO
El comentario que efectuó la doctora Alicia Carrera debía, obviamente, completarse con una inevitable pregunta:
--¿Hay un riesgo humano en todo esto?
--El riesgo es evaluado desde otros puntos de vista que hacen a la
utilización de los cultivos transgénicos para obtener alimentos. En ese caso,
hay grupos dentro del pais, particularmente pertenecientes al Senasa, que son
los encargados de evaluar la inocuidad de los alimentos derivados de un cultivo
transgénico.
Eso, en lo que respecta al impacto sobre la salud humana. En las experiencias
científicas acumuladas hasta ahora no hay evidencias de que las
características particulares de los cultivos transgénicos perjudican de algún
modo a la salud humana. Se considera que los alimentos derivados son
equivalentes, en sus propiedades nutritivas, en su efecto sobre la salud con
respecto al alimento original".
OTRO DESGLOSE
EQUIPO DE TRABAJO
El conjunto de trabajo en el Laboratorio de Genética del Departamento de
Agronomía de la UNS, en el específico caso de la relación del girasol con las
especies silvestres, está integrado totalmente por científicos y estudiantes
avanzados de la Universidad Nacional del Sur:
* Doctora en biología e ingeniera agrónoma Mónica Poverene, quien lleva la
coordinación de la tarea.
* Doctora en biología Alicia Carrera.
* Ingeniero agrónomo y master en producción vegetal Miguel Angel Cantamutto.
* Ingeniera agrónoma Soledad Ureta.
* Ingeniera agrónoma Carla Delucci.
* Ingeniera agrónoma Alejandra Presotto.
* Estudiante Antonio Garayalde.
* Estudiante Virginia Alonso.
* Estudiante Agustina Gutiérrez.
* Estudiante Jessica Basualdo.
MIGUEL GONZALEZ-LNP


