Los productores familiares, tradicionalmente limitados en el acceso a tecnología y capacitación, comienzan a ver los frutos de este cambio. El Lic. Emilio Torres, técnico de la DEAg responsable en la zona, explicó que esta experiencia se inició con apenas 17 hectáreas y hoy ya alcanza 34, con la meta de cerrar el año con 60 hectáreas bajo este sistema, según el reporte presentado por la Unión de Gremios de la Producción (UGP).

“Al principio costó bastante, porque hubo que adaptar herramientas y modificar las prácticas. Pero hoy la gente está muy feliz con el sistema: logramos buena producción y, cuando eso ocurre, también mejora el ingreso económico de las familias”, destacó Torres.

El esquema de siembra directa se basa principalmente en el cultivo de maíz, acompañado por poroto para rotación, con la perspectiva de incorporar más rubros en el futuro. La UGP ha aportado semillas para ampliar la superficie y la Dirección de Extensión Agraria acompaña con capacitaciones y asistencia técnica.

Apoyo necesario

“La clave está en que los agricultores se animen, tengan las condiciones y reciban el apoyo necesario para aplicar la tecnología en sus propias fincas. Lo que estamos viendo es que la producción mejora, el suelo se conserva y el entusiasmo de la gente crece”, resaltó el técnico.

La experiencia de San José de los Arroyos se perfila como un ejemplo de cómo la agricultura familiar puede transitar hacia modelos más sostenibles, con resultados visibles en lo productivo, económico y social.