Simplemente siguen las órdenes que le llegan del despacho presidencial, a
través de CFK, del secretario Legal y Técnico Carlos Zanini o del jefe de
Gabinete Juan Manuel Abal Medina.
La idea es mostrar un gobierno metido a full en su gestión y reducir los
cacerolazos a un sector de la sociedad que no quiere perder sus privilegios, en
especial comprar dólares y viajar al exterior.
Solo se producen algunas correcciones, como cuando Abal Medina se quedó cara a cara con las Madres del Dolor y no tuvo otra salida más que admitir que la inseguridad genera una situación bastante difícil, pero en la provincia de Buenos Aires, el territorio gobernado por Daniel Scioli y cuidado por la Bonaerense. Pero que en la ciudad de Buenos Aires, donde está la Federal, todo es mejor. Así el relato, lejos de sufrir un baño realidad, se va profundizando.
De lo contrario, como entender que Cristina Kirchner haya dicho ante estudiantes en la Universidad de Georgtown que habla siempre con los periodistas en la Argentina y que responde preguntas.
Aunque después se sinceró y admitió que los gobernantes no están para contestar y hacer conferencias de prensa.
O, como entender, si no es por el relato, que haya negado, en esa misma casa de altos estudios, una inflación del 25 % en la Argentina
Mientras tanto, las redes sociales son investigadas a fondo por la inteligencia kirchnerista para detectar quienes están detrás de la convocatoria a los cacerolazos, desde la multitudinario del jueves 13 hasta el escrache que sufrió el juez Norberto Oyarbide, que debió excusarse de investigar a Guillermo Moreno. O el que se está anunciando contra el cuestionado secretario que sigue siendo una pieza vital para la presidenta, como lo es el Indec, al cual el secretario domina a su antojo.
Poco importa que los índices de la inflación no tengan nada que ver con la realidad que siente la mayoría de los argentinos o que muestra valores de las canastas de alimentos que ubican los niveles de pobreza o indigencia en un país irreal.
Quizás por esa razón Cristina utilizó su discurso en las Naciones Unidas para criticar a la jefa del FMI, Christine Lagarde, que había amenazado con sacarle tarjeta roja a la Argentina sino producía mejoras en el Indec.
Lagarde le dio la mejor excusa a la presidenta para ocultar las serias deficiencias del Indec, en su discurso de defensa de la soberanía argentina.
Pero Moreno no es el único protegido, también ocurre lo mismo con Alicia Kirchner, la cuñada de la Presidenta, que está en el ojo de la tormenta por denuncias sobre el desvío de subsidios del plan Argentina Trabaja, que depende del Ministerio de Desarrollo Social. La misma Alicia que, según se hizo público, trabajó durante la dictadura militar como funcionaria de Santa Cruz y hoy defiende los derechos humanos.
Después de todo, su cuñada es la carta más fuerte que tiene CFK para las elecciones legislativas del año próximo en la Provincia de Buenos Aires.
Hoy, Alicia K y el ministro al que se le quita constantemente poder, Julio de Vido, son un verdadero dolor de cabeza para Scioli, por los contactos directos que mantienen con los intendentes. Los jefes comunales que están condicionados por la Casa Rosada, a raíz de la ayuda directa que tienen para los planes sociales y la obra pública.
Además, ellos saben que a la hora del armado de las listas para las legislativas del año próximo, habrá un mayoritario tono cristinista y La Cámpora volverá a tener lugares de privilegio. Esto lo sabe Scioli que no está dispuesto a sacar los pies del plato, a pesar del canto de sirena de los peronistas disidentes.
El acto en homenaje al ex jefe de la CGT, José Ignacio Rucci, asesinado por Montoneros, los encontró unidos.
Desde Hugo Moyano hasta José Manuel de la Sota, pasando por Adolfo Rodríguez Saá, Francisco de Narváez, el ex gobernador de Entre Ríos Jorge Busti, o referentes políticos y sindicales del duhaldismo. Estos peronistas buscan un lugar en el mundo de la política y saben que no será sencillo la unidad, sobre todo por el vedetismo que tienen algunas de sus figuras.
Y en esos planes, Buenos Aires es una pieza fundamental, como lo fue en 2009 cuando De Narváez le ganó a Néstor Kirchner, con la ayuda de Martín Sabbatella, que armó una lista opositora al gobierno nacional y le sacó votos fundamentales al kirchnerismo.
Hace tiempo que Sabbatella saltó de vereda y hoy es un ultrakirchnerista que
fue elegido al frente del Afsca para encabezar la embestida más dura del
gobierno nacional contra el Grupo Clarín.
Mientras tanto, Scioli tiene otros problemas que lo preocupan como la necesidad
de fondos para hacer frente a sus obligaciones en el futuro o el combate contra
la inseguridad. Sobre este último punto, Scioli sigue bajo presión del gobierno
nacional para que cambie su política de seguridad y a su ministro Ricardo Casal.
Pero, por ahora, resiste y cada vez que puede se muestra con el ministro en los
procedimientos más importantes de la provincia.
En cuanto al resto de la oposición, sigue dispersa y también en busca de su destino, como el PJ.
Mauricio Macri debe lidiar con el fuerte enfrentamiento que tiene con el gobierno nacional y las peleas internas por las candidaturas de 2013, a partir de la resistencia de Gabriela Michetti de ser candidata en la provincia de Buenos Aires.
Los radicales siguen buscando un líder que los haga salir del pozo al que cayeron en las elecciones pasadas.
En tanto, el FAP, la Coalición Cívica y Proyecto Sur de Pino Solanas, siguen en la búsqueda de aliados y candidatos para capitalizar el descontento que genera el gobierno, sobre todo en la clase media, que suele definir elecciones a pesar de que es despreciada por el kirchnerismo.


