Las consecuencias económicas del desastre que vive Japón todavía no pueden medirse. Pero la instintiva reacción de los inversores provocó una caída generalizada en los precios de los commodities que exporta Argentina (ver pág. 2) y una suba en la tasa de interés internacional, en momentos en que empresas y gobiernos provinciales argentinos intentan financiarse en el mercado de capitales.
Según los expertos, el principal efecto económico que puede sufrir Argentina por la devastación de Japón es el de la caída de los precios de las materias primas. La soja se negocia en Chicago a 466 dólares, cada vez más lejos de los u$s 517 que alcanzó una semana atrás. Retrocedió un 6% desde el viernes. Algo similar ocurre con el trigo, que ayer cayó 7,3%.
Los precios (de los commodities) dependen de cómo lean los mercados lo que pasa en Japón, afirmó Mauricio Claverí, economista de Abeceb.com. No sólo se requiere una caída en los precios, sino que ésta se sostenga para que tenga un efecto (sobre la economía), prosiguió.
Una caída sostenida en los valores de los commodities repercutirá sobre la balanza comercial argentina, que necesita cada uno de esos dólares en momentos en que el superávit se reduce.
Pero la incertidumbre actual sobre cómo repercutirá en el comercio global el desastre en la tercer economía del planeta debe instalarse en el mercado durante un mes y medio para que Argentina tenga problemas. En mayo arranca la cosecha gruesa de soja, el trimestre en el que entra la gran mayoría de los dólares comerciales. Entre mayo y julio se vende el 60% de las exportaciones agrícolas, que a su vez representan el 40% de lo que vende el país, afirmó Claverí.
Japón no es de los socios comerciales más significativos de Argentina. Las exportaciones a ese país totalizaron en 2010 u$s 811 millones, mientras que las importaciones sumaron u$s 1.191 millones.
Argentina vende al país asiáticos cereales (30% de todas las exportaciones),
minerales metalíferos (25%) y aluminio y sus manufacturas, según datos de
Abeceb.com. Pero son productos que se pueden ubicar en otros mercados, dijo
Claverí.
Entre las importaciones, se destacan las máquinas y aparatos mecánicos (31%) y
los automóviles (27%), entre otras manufacturas de alto valor agregado.
La destrucción de Japón trajo inestabilidad financiera al mundo en momentos en que cada vez más empresas y provincias buscan financiamiento en el extranjero.
El rendimiento del bono Global 2017, el bono soberano de referencia, alcanzó ayer el 8,66%, más de 100 puntos básicos del 7,55% que ofrecía en noviembre, por caso. Si bien el Gobierno nacional reitera que puede cerrar el año financiero sin recurrir a los mercados, las provincias y Ciudad de Buenos Aires tienen agendadas colocaciones que podrían resentirse si la aversión al riesgo continúa y algo similar ocurre con empresas como YPF y el banco Comafi, entre otras.
Para el gerente de Banca Privada de Puente, Augusto Polseman, los papeles argentinos resistieron con caídas leves los acontecimientos, hasta ahora. Estamos viviendo bastante incertidumbre; el impacto económico que esto pueda tener todavía no está muy claro, dijo.
Creo que esto es de corto plazo y no una cuestión de fondo. Hay un wait and see.
Si la crisis se controla en estos niveles, sin una escalada adicional, estimo un
impacto de corto plazo, con un contagio internacional menor, agregó el
analista.
Pero la incertidumbre domina los mercados por el momento. Según los expertos,
una vez que Japón logre controlar la alerta nuclear y estime los costos de
reconstrucción del desastre, el mundo tendrá una idea más acabada de sus efectos
económicos.


