El último informe político-económico de Agustín Monteverde y Vicente Massot tiene un mensaje claro en relación a lo ocurrido la última semana en Villa Soldati y el Parque Indoamericano: En la Argentina nadie, fuera de los discursos, tiene la voluntad de meterle mano a ese verdadero polvorín social que es el Gran Buenos Aires (SIC) y algunas zonas contiguas de la Capital Federal. La razón es simple: ninguno de los dirigentes y partidos políticos existentes posee la más mínima idea de qué hacer.
Si bien el gobierno porteño de Mauricio Macri era claramente el que llevaba las de perder –aseguran Massot y Monteverde- por no lograr poner orden a la circunstancia, luego —al desmadrarse y generalizarse el conflicto— resultó ser el gobierno nacional el que salió peor visto. “El llamado, casi agónico, del lord mayor porteño a una presidente que no le prestó la menor atención al comienzo de los incidentes, demostró hasta que punto el líder de PRO es extremadamente vulnerable frente a un oficialismo que obra como si fuera su enemigo”.
El silencio de la Rosada
Aunque el Gobierno de la presidenta haya tenido la intención de “dejar pedaleando en el vacío” a su oponente, lo cierto es que esta acción terminó por hundir a ambos gobiernos. Los doctores citados concluyen que si sólo hubiera habido peleas de distinta magnitud entre las facciones mencionadas, sin el saldo de muertes, es posible que todo hubiera sido ganancia para los K. Sobre todo si la Gendarmería y la Prefectura hubieran irrumpido para restaurar el orden siguiendo instrucciones precisas del Ejecutivo ante la impotencia de Macri. Pero nada de eso sucedió.
En suma, una segunda lectura de los hechos incita a los doctores a expresar que “Cristina Fernández comenzó a padecer la ausencia de un marido que sabía jugar con fuego mejor que ella. Porque alentar las tomas, impulsar a D’Elía, proclamar a los cuatro vientos que no se reprimirá ninguna protesta social, prometer plata y terrenos a cualquiera que ocupe los espacios públicos violando las leyes y sancionar a la policía si hay heridos, es un cocktail explosivo. La presidente ha mostrado en la primera crisis de envergadura que debió enfrentar después de la desaparición de Néstor Kirchner, que no es para todos la bota de potro”.


