Quince años después de que introdujera en la Argentina la soja transgénica que hoy cubre más del 95% de los campos del país, la firma estadounidense Monsanto dio una vuelta de timón y lidera las ventas de semillas de maíz, en pleno ‘boom’ sojero nacional.
Por no haber podido cobrar patentes (regalías) por la tecnología RR aplicada a las semillas de soja, la empresa dejó de comercializarlas en el país en 2004, y se concentró en otra línea cuyas ventas hoy son líderes cómodas en el mercado: las semillas de maíz marca Dekalb.
Mientras se estima que la soja cubrirá casi 19 millones de hectáreas durante esta campaña (un área récord) el maíz se implantará en cerca de 3,5 millones de hectáreas. Pese a que la envergadura del negocio es mucho menor, las ventas de semillas de maíz le dan más seguridades a Monsanto porque, a diferencia de la soja, si el productor las resiembra, no obtiene los mismos resultados. Los granos que se obtienen de la oleaginosa, en cambio, pueden resembrarse sin pérdidas de calidad, en condiciones normales.

En la Argentina, el gran negocio de Monsanto es la venta de glifosato, el conocido herbicida que se aplica sobre soja y maíz transgénicos, cuya mayor porción de mercado es de la estadounidense.
En paralelo, desde la firma buscan crecer en el mercado de semillas de maíz, porque consideran que será un buen negocio por sus precios firmes que impulsan la siembra.
Los motivos de la firmeza de los precios son el aumento de la demanda de proteínas (carne) en Asia, que requiere volúmenes crecientes de maíz para alimentar a los animales; la salida de China del comercio mundial como exportador, y su demanda creciente; y el aumento del uso del grano en Estados Unidos para producir etanol, el biocombustible que se utiliza para cortar las naftas.
Todos estos factores hicieron que, en el mercado de Chicago, los futuros de maíz de la posición más cercana (diciembre) aumentara m‘sa de 30% en un los últimos dos meses.
“Todo indica que hay una clara oportunidad para nuestro país como jugador clave en el abastecimiento de esta demanda creciente” de maíz, indicó Pablo Ogallar, director de Marketing y Estrategia de Monsanto Latinoamérica Sur. Especialmente favorable será este año, analizó, la siembra de un maíz de segunda, es decir, después de cosechar otro cultivo, como trigo, cebada u otros.
En Brasil y Paraguay, en cambio, Monsanto sí vende semillas de soja porque el cobro de la regalía por biotecnología (lo que aporta la firma) se hace sobre el grano, es decir, al final del proceso, y no en el momento de comprar la semilla. Esto permite un retorno mucho mayor para la empresa. Por eso en estos dos países está en proceso de aprobación una semilla de soja que avanza dos pasos respecto de la tecnología con que se siembra en la Argentina. Se trata de la soja BT RR2.
Desde la empresa, al mismo tiempo, aseguran que esperan un marco regulatorio que les permita traer la nueva tecnología para la soja al mercado argentino, tercer productor mundial del grano.


