En el plano de los "fines" que ellas persiguen, en tanto que el fin de Kirchner es cuestionable porque lo que quiere a partir de la eventual derrota de Macri es avanzar hacia el monopolio del poder en 2011, un fin claramente "antirrepublicano"; el fin de sus opositores, con Macri incluido, es encomiable porque apunta a proteger a la República contra el autoritarismo kirchnerista. Pero el sentido de esta primera clasificación se invierte no bien consideramos los "medios" que utilizan Kirchner y sus opositores, ya que en tanto que aquél es eficaz en dirección del "mal fin" que persigue, éstos son incoherentes en relación con el "buen fin" que tienen en mente.

Al lanzar su candidatura presidencial, Macri cayó en apresuramiento porque no debió "cortarse solo" sin asociarse antes con alguna otra fuerza opositora, en especial el peronismo federal, que es por otra parte el que más benignamente lo está tratando. Al obrar así, Macri permitió la formación del frente implícito de "todos contra Macri" que hoy integran no sólo el kirchnerismo sino también la Coalición Cívica, el radicalismo y Pino Solanas.

Pero los opositores "antimacristas" también se han equivocado por no advertir a tiempo que, después de embestir a Macri, Kirchner también aspira a anularlos a todos ellos uno por uno, en vez de confrontarlos colectivamente. Si Macri pecó por "apuro", entonces, sus competidores antikirchneristas pecarían por su parte de "miopía", por no mirar más allá de sus narices.

A este complejo escenario vino a sumarse la pugna intrafamiliar a través de la cual, mientras Franco Macri aún pretende ser "el padre de Mauricio", éste ya no quiere ser simplemente "el hijo de Franco", un conflicto al que sólo cabría analizar desde las profundidades del psicoanálisis freudiano.

¿Qué resultará de todo esto? Por ahora, Kirchner va ganando. Pero aquí viene a la memoria una famosa jornada, la del 11 de noviembre de 1630, cuando el cardenal de Richelieu, primer ministro de Luis XIII, que parecía perder a manos de sus detractores, sin embargo terminó ganando. A esta jornada memorable se la llamó desde entonces "el día de los incautos" (la journée des dupes ). Pese a la conjunción de Kirchner y los antimacristas contra él, ¿no resultará vencedor, al fin de cuentas, el propio Macri? Si hasta su padre parece contrariarlo, ¿no le servirá este escabroso episodio para exaltarlo en el caso de que pueda echar por tierra las acusaciones que hoy llueven sobre él, "liberándolo" a la vez de la controvertida imagen de su padre, cuya "traición" sería en tal caso sólo aparente? ¿O acaso ya daremos por sentado que Franco no quiere a su propio hijo? Quizá la historia de los Macri, en tal sentido, sólo ha comenzado.