La renuncia del canciller argentino no tuvo impacto en el mundo, sólo se le prestó atención en los países limítrofes y en particular en Venezuela, aunque este caso, fueron otros los motivos que primaron.
Según el informe de coyuntura político-económica semanal de la consultora Massot Monteverde & Asociados, si bien en Olivos cayó mal el manejo que la Cancillería había hecho del principio de acuerdo con Uruguay, al dejar traslucir que le parecía bien que Lula interviniese en el conflicto por las pasteras; en comparación con las verdaderas razones, éstas son apenas un detalle.
El destrato de Cristina Fernández a Taiana no habría sido producto del cancelado viaje a Pekín, el diferendo con los orientales o las formas que el Palacio San Martín le ha impuesto al manejo de la causa Irán-Amia. La presidente le habría levantado el tono de voz por teléfono hasta extremos poco decorosos para quien lo escuchaba del otro lado, en el Ministerio de Relaciones Exteriores, por un asunto crítico: la alianza del matrimonio gobernante con el gobierno venezolano.
“No es que Taiana se haya querido cortar solo e inaugurar una política distinta a la que se ha venido desarrollando hasta aquí. Aunque hubiere querido hacerlo no hubiese podido. Le faltaba poder para acometer tarea semejante”, señala el análisis. Lo que sucedió, según esta fuente, es que al canciller “se le quemaron los papeles a partir del momento en que un funcionario honorable del Palacio San Martín, Eduardo Sadous, decidió contar cuanto sabía de su paso por la embajada argentina en Caracas”. Y “la franqueza con la cual declaró ante el juzgado correspondiente dejó en claro que, en el momento en que fuera convocado por el Congreso Nacional —algo que tarde o temprano ocurriría— no se andaría con medias tintas”.
El informe da cuenta de que es norma de la Cancillería que, cuando un embajador es llamado a declarar ante un comité de cualquiera de las dos cámaras, debe antes pedir permiso. Es costumbre, asimismo, que las autoridades del Palacio San Martín presten su consentimiento. Jorge Taiana en principio dudo si darle el visto bueno a Sadous pero finalmente, con anterioridad a su renuncia, siguió el camino de la tradición.
La sospecha que su actitud produjo en la mentalidad siempre conspirativa del matrimonio disparó el maltrato de Cristina Fernández. Por supuesto la presidente sabía que dudar de la lealtad de Taiana en los términos en que lo hizo, implicaría su renuncia. Por su parte, Eduardo Sadous sabe cuáles son sus derechos y obligaciones. No dirá en la cámara baja, al someterse al interrogatorio de los diputados nacionales, nada que previamente no haya declarado ante el juez que lleva la causa. Suponer que hará una declaración detonante o algo por el estilo es no entender el patrón de comportamiento de los embajadores de carrera en la Argentina.


