El lunes pasado, los representantes de las cuatro asociaciones de cadenas de los cultivos más importantes de la Argentina, Asagir, Argentrigo, Maizar y Acsoja, se reunieron en el Salón Belgrano de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires con el objetivo de cerrar el año y hacer un balance anual desde el sector.

Con la presencia de importantes funcionarios del Gobierno Nacional, entre ellos el Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, ingeniero Lorenzo Basso, el Subsecretario, ingeniero Oscar Solís, la Directora Nacional de Producción Agropecuaria y Forestal, ingeniera Lucrecia Santinoni, el senador Rolando Parodi, la diputadas Patricia Bullrich y Alicia Ciciliani, el director del Programa Nacional de Biocombustibles, licenciado Miguel Almada, el diputado Jorge Srodek, entre otros, se pronunció el discurso consensuado por las cuatro asociaciones.

En el encuentro se destacó: “La importante y sostenida demanda mundial de productos alimenticios y sus derivados, aún en épocas de crisis internacional como la que pasamos, nos alienta a aumentar nuestra producción y productividad para continuar abasteciendo a nuestro mercado interno y tener una activa participación en el mercado mundial, con el consiguiente aporte de divisas que el país necesita”.

En este sentido, advirtieron que “los tiempos de crisis son momentos en que se presentan nuevas oportunidades”, pero en este caso, “el país las desaprovechó”. Y remarcaron que los sectores que participan de las cadenas por producto -ciencia y técnica, insumos, producción, comercialización, industria y servicios- apuestan al largo plazo, y para  poder lograr esos objetivos, es necesaria la sostenibilidad de las empresas y de los recursos de producción.

A continuación, un fragmento del discurso:

Es fundamental poner en práctica medidas que permitan extender el horizonte de planificación, buscando herramientas que viabilicen los mercados de futuro y la dinamización de los contratos de entregas a futuro de mediano plazo, hoy con serias dificultades. Contar con licencias automáticas de exportación y con registros de exportación abiertos todo el año sin restricciones y en un marco competitivo serían señales clave en ese sentido, permitiendo a todos los integrantes de las cadenas aprovechar las oportunidades de demanda internacional y revitalizando los canales de comercialización y financiación productiva.

Con registros abiertos y sin intervención de mercados nunca faltó el abastecimiento del mercado interno.
El productor necesita las herramientas de mercado disponible y de mercados a futuro, para las operaciones habituales como “canjes” y créditos atados a ventas futuras, que estimulan y optimizan la producción por incorporación de tecnología, que redunda en beneficio de todos los integrantes de las cadenas.

Asimismo, la reducción y eventual eliminación de los derechos de exportación para todos los productos y sus derivados serían un incentivo a la producción, para incentivar la rotación de cultivos de gramíneas y oleaginosos, y para generar inversiones en cada uno de los sectores, con sus consiguientes beneficios en el largo plazo para el conjunto del país. 

El sector agroindustrial de nuestro país ya dio probadas muestras de respuesta a estímulos de producción. Cabe mencionar que dicho sector genera el 36 % del total de empleos, el 45 % del valor agregado de la producción, el 44 % de la recaudación tributaria y el 58 % de las exportaciones de nuestro país, siendo significativo  el impacto positivo sobre las poblaciones del interior de la Argentina.

Con las medidas propuestas se lograría la doble virtud de tener un mínimo, o incluso nulo, impacto fiscal, ya que la caída de ingreso por retenciones se compensará por mayor ingreso fiscal por otros tributos a nivel provincial y nacional, regenerando el aparato productivo.

De nada servirían dichos estímulos si los mercados no vuelven a funcionar de manera libre, transparente y competitiva durante todo el año.

La Argentina cuenta con el potencial necesario para aprovechar las señales positivas que emite el mundo por la sostenida demanda de alimentos y derivados, con la consiguiente creación de empleo y riqueza en toda la cadena de valor, distribuida en toda la geografía del país.

De nosotros depende aprovechar todas estas oportunidades, y aportar a hacer un país más grande e inclusivo para todos.