La Argentina, que siempre se jactó de tener más vacas que habitantes, bordea la inédita situación de importar carne para saciar un mercado doméstico donde el "jugoso bife" es un elemento central en la mesa diaria.

Con 55,4 millones de cabezas, el ganado continúa siendo más que los cuarenta millones de personas que pueblan el país, pero los rodeos sufren una fuerte contracción desde 2006 y podrían caer a 47,9 millones en 2010.

"Nuestra situación es grave por la sequía, con mucha mortandad, y por la falta de incentivos para producir. Hoy por hoy, perdemos dinero", asegura el productor Ariel Toselli, de la Federación Agraria Argentina (FAA).

El gobierno, según Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), aplicó políticas equivocadas para el sector y ejemplifica con tres decisiones:

* La imposición del peso mínimo para la faena (2005).

* El control de las exportaciones, desde marzo de 2006.

* Una constante intervención en la actividad del mercado interno.

Semejantes medidas, de acuerdo a CRA, provocaron tres efectos devastadores:

Merma en la reproducción de bovinos.

* Aumento en la faena de hembras futuras madres.

* Pérdida en la capacidad de reposición de las vacas viejas.

La sequía significó, además, un golpe brutal para el ganado, pero lo cierto es que miles de vacas van camino al matadero porque sus dueños deciden pasarse al más sencillo y rentable negocio de la soja.

Por la mala política pecuaria, CRA calcula que el país perdió 14.536 millones de pesos y afirma que, a partir de 2011, la Argentina deberá importar carne para satisfacer su consumo doméstico.

El presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Hugo Biolcati, acorta los plazos y se muestra convencido de que la importación ya se producirá el año próximo.

"En 2008, se perdieron tres millones de cabezas por falta de políticas adecuadas. Con ese volumen, podrían haberse alimentado 9,5 millones de personas durante un año", graficó.

Como políticas para frenar los precios fronteras adentro, el gobierno defiende las cotizaciones reguladas y el corset a las exportaciones.

Otro dato: mientras el precio del novillo se mantuvo estable, los valores al consumidor treparon 37%. La variable explica por qué cientos de productores abandonaron la ganadería al tiempo que cinco mil carnicerías abrieron sus puertas en igual lapso.

El homo argentinensis carnivorus --como se lo denomina en estudios de mercadotecnia-- es el mayor consumidor mundial de carne bovina, con 68 kilos anuales per cápita, seguido por los Estados Unidos (44) y el Uruguay (40).

"O bajamos el consumo a 50 kilos o traemos carne de otro lado, cosa que no será ni fácil ni barata", planteó Biolcati.

La Cámara de la Industria de la Carne se inclina por la primera hipótesis al vaticinar que no se llegará a la importación: cuando se alcance un nivel de producción insuficiente, los precios subirán significativamente y el consumo achicará a 55 kilos anuales, con la sustitución por pollo y cerdo.

Como si fuera poco, los especialistas también vaticinan una mayor reducción del saldo exportable, con pérdidas por colocaciones no concretadas que podrían llegar a U$S 1.500 millones en 2010.

En el primer cuatrimestre de 2009, según cuestionadas estadísticas oficiales, las exportaciones cárnicas registraron un alza interanual del 24%. Con 114.706 toneladas y por U$S 472 millones, la Unión Europea, Rusia, Israel y Chile son los principales destinos.

Para las organizaciones ganaderas, y tras perder una treintena de mercados, la Argentina cayó del tercer puesto como exportador mundial (2005) al séptimo.

La Nueva Provincia