La reducción del consumo ayudará a que el stock alcance.

Ya se sabe que la ganadería argentina no pasa un buen momento. En un año el país perdió tres millones de cabezas de ganado vacuno, una clara señal de que el negocio ha dejado de ser rentable. En este contexto se suma otro dato: hay una clara tendencia a un menor consumo de carne entre los argentinos.

Los números de los primeros meses del año están marcando que el promedio de ingesta per cápita en 2009 cerraría en torno a los 61 kilos, 10 por ciento menos que los 70 kilos del último registro.

Pese a esa baja, Argentina sigue siendo líder mundial en el consumo de carne por habitantes, aunque quedó lejos del récord de cien kilos del 75. Y pese a que los datos no son a año cerrado, los especialistas señalan que hay una línea que viene dibujándose desde los últimos meses de 2008 y lo adjudican al efecto "bolsillo".

Es que, aunque en comparación con las verduras o el pescado, el kilo de carne es -por su rendimiento- proporcionalmente más barato, para determinados segmentos sociales está caro. El promedio es de alrededor de 12 pesos el kilo, precio que no registra las bajas en los mercados concentradores.

Según Rodrigo Troncoso, gerente de la Cámara Argentina de Engordadores de Hacienda Vacuna, señala que en el último año el precio de la hacienda engordada bajó 10 por ciento (sin contar la inflación). "Y en el mostrador esa baja no se refleja, la explicación es que la diferencia queda en manos de los intermediarios", dice.

¿Con qué se reemplazaron los nueve kilos menos de carne que se consumen? Por más que hay una suba leve en la venta de pollo, por ejemplo, lo que está dándose es la incorporación de más féculas (harinas).

Los carniceros consultados por LA MAÑANA admiten que en los últimos meses hay una desaceleración de las ventas, un corrimiento hacia los cortes más baratos y un aprovechamiento al máximo de las ofertas de las cadenas de híper o súper.

Menos vacas en el campo

De los tres millones de cabezas que se perdieron, el 75 por ciento eran hembras en condiciones de parir, lo que significa un descenso del cinco por ciento del stock ganadero. Troncoso plantea que esas cifras indican "claramente" que criar vacas dejó de ser un negocio sustentable y "hoy los márgenes no dan".

La cría de vacas se ha retirado hacia el oeste del país y las zonas premium quedaron para la agricultura y la baja del consumo por habitante terminará colaborando para que el stock alcance, ya que se estima que la oferta será suficiente sólo para cubrir unos 60 kilos per cápita.

Aunque la sequía contribuyó a la crisis, el achicamiento del stock comenzó en hace unos dos años y medio cuando el gobierno comenzó a intervenir en los precios y se desalentó la producción.

Este año, además del achicamiento del consumo doméstico, también vienen cayendo los precios y las cantidades que se venden al exterior. El mercado ruso uno de los más interesantes para Argentina- ha sufrido una baja significativa con las consecuencias que eso trae para los frigoríficos nacionales.

Los productores coinciden en que si el gobierno se decidiera a implementar una política agropecuaria con créditos, libre mercado, subsidios y reglas claras para las exportaciones, rápidamente el país podría recuperar su lugar y se abandonarían las hipótesis que plantean que en tres años se importaría carne.

Con el actual stock se pueden producir dos millones más de terneros, no se hace porque los márgenes no ayudan. Y en cuanto a las exportaciones, Brasil, Australia y Nueva Zelanda son fuertes competidores que, además, se presentan como confiables.

La Mañana