Mar del Plata - Uno de los temas que más desvelan a los productores al momento de definir la siembra de trigo es la existencia de agua acumulada en el perfil del suelo y el aporte de la fertilización (Nitrógeno, fósforo y azufre) en el rendimiento final. En su disertación sobre fertilización, el Ingeniero Agrónomo Gustavo Ferraris (INTA Pergamino) fue contundente. “En un ensayo realizado con un lote fertilizado con una sola aplicación fija de nitrógeno (N) comparado con un lote testigo, se determinó que la ganancia de rendimiento fue de un 27%”. Además, el técnico de Pergamino analizó una serie de ensayos algo más rigurosos, en los cuales la nutrición puede llegar a aportar entre un 30 y un 40% de rendimiento, siempre que no se den situaciones críticas de falta de agua.
“Algunos ambientes son dependientes de la lluvia y si logro encontrar dentro de un mismo lote diferencias de 30 a 40% de rendimientos, sería aconsejable apoyarse con información de índice verde y aplicar el nitrógeno (N) en dosis variables para ajustar mucho mejor la zona”, recomendó Ferraris.
El técnico pidió trabajar con manejo sitio especifico para realizar aplicaciones de fertilizantes con mayor precisión. En estos casos se pueden usar mapas de rendimiento, mapas de suelos o bien integraciones estadísticas de las herramientas que brinda la agricultura de precisión, lo que permitirá ajustar al máximo posible las aplicaciones y los rendimientos.
En cuanto al momento óptimo para aplicar Nitrógeno, Ferraris analizó: “Si miramos la curva de absorción de Nitrógeno se encuentra en su mayor expresión hasta el macollaje, con lo cual si fertilizamos antes de esa etapa no debería haber inconvenientes, pero esto no es igual en todas las zonas”. De hecho, para la región pampeana norte el especialista aclaró que “la aplicación más eficiente es la que se realiza al momento de la siembra, mientras que en el Sudeste bonaerense se ha detectado que es más eficiente hacerlo en macollaje, ante la ocurrencia de lluvias que puedan lavar la aplicación”.
En la misma línea explicó que en los perfiles de suelos con bajo nivel de humedad es muy riesgoso poner todo el fertilizante a la siembra, con lo cual se inclinó por aplicar una parte en el momento de implantación y otra en macollaje.
En años secos como el actual Ferraris destacó que en el caso del Nitrógeno
“priorizaría la localización y trataría de incorporarlo en la siembra”.
En cuanto a la eficiencia en el uso de fósforo (P), el especialista explicó una metodología, entre las muchas que existen. Si se mide inicialmente una disponibilidad de P de 11 partes por millón (ppm) y quiere llevarse esa disponibilidad a 16 ppm, se pueden realizar curvas de respuesta, pero ellas sólo permitirán tener una aproximación económica de qué le conviene al bolsillo, aunque nada diga acerca de lo que quedará disponible en el suelo.
Al hablar del Azufre (S) que es el tercer nutriente que integra el paquete de fertilización en trigo, el especialista explicó que “se trata de un nutriente con respuesta en ambientes de alto rendimiento y en aquéllos en los que se evidencia la respuesta a la aplicación del N. Por el contrario, en aquéllos lotes en los que la respuesta a N es baja, ni piensen en colocar S”, recomendó.
Antes de concluir, Ferraris recomendó a los productores “conseguir datos o realizar ensayos de larga duración que permiten tener respuestas a largo plazo acerca de cómo se han desarrollado las interacciones entre los nutrientes, y a su vez entre ellos y las lluvias. También es importante hacer un diagnostico integral de la fertilidad, cubriendo aspectos propios del cultivo y no sólo apuntar a un rendimiento objetivo”.
Modelo de producción Zona NOA. Ángel Romano
El NOA es sin duda una zona en la que se cultiva trigo con características de
eventualidad. Angel Romano (AACREA) que trabaja desde hace años asesorando
productores fue muy claro: “Hablamos de un trigo que nos permite integrar el
sistema productivo”, destacó. “En algunos años se sembraron mas de 600 mil
hectáreas, pero en nuestra región este cultivo invernal apunta a aportar
sustentabilidad al planteo y no a buscar rentabilidad para el sistema”.
En una breve descripción de suelo y clima, Romano pintó claramente el escenario al que se ajusta el cultivo en el NOA. Las lluvias monzónicas ocurren entre el 80 y 88% en primavera y otoño. Es un régimen subhúmedo seco o semiárido. La temperatura desde mayo a octubre se ubica entre los 12 grados (el límite más bajo) y los 22 grados (el mayor). Las últimas heladas ocurren a mediados de agosto, aunque a veces ha estado en mediados y fines de septiembre. La mayoría de los suelos son Argiustoles y Haplustoles, franco limoso y franco arenoso. Pueden acumular agua entre 120 a 110 mm; el nivel de fósforo es bajo. Desde finales de los 80 se comenzó a hacer SD y hoy más del 95% de la agricultura se realiza bajo este sistema.
En cuanto a la estrategia que se utiliza en la región el asesor destacó que “generalmente se siembra temprano, entre la segunda quincena de abril y la primera de mayo. Se implantan ciclos cortos e intermedios y se busca la mayor productividad por planta, por eso la densidad de siembra es baja (90 a 180 plantas por metro cuadrado). La distancia entre surcos es de 52 cm y en la medida en que hay mas agua podemos hacer un arreglo espacial con surcos a 36 cm”.
En relación al balance de nutrientes, Romano explicó que “un trigo de 1.000 kg extrae en N 26 kg/ha y que en cotizaciones de hoy son unos 36 dólares por hectárea. Pero hay que tener en cuenta que en el NOA hablamos de un trigo que se siembra con bajo nivel económico (entre 90 y 100 dólares por toneladas). Se usa una baja cantidad de semillas, y de insumos, aunque no baja calidad de procesos. Con rindes de 1.100 kg/ha el margen bruto compensa la perdida de carbono y la extracción de N y P. Sin embargo, con rendimiento de 2.500 kilos/ha ya estamos hablando de un MB que supera los 50 dólares /ha”.
Antes de concluir, el asesor Crea destacó que “el trigo en el NOA es un cultivo especial para compensar muy bien las perdida de dióxido de carbono y se comporta como el mejor cultivo para habilitar campos que se inician en la producción agropecuaria, porque deja un interesante nivel de cobertura con el cual se puede proseguir luego en SD”.


