La búsqueda permanente por ser más eficientes lleva a productores y técnicos a explorar estrategias que calcen casi a medida con cada ambiente productivo.
De hecho, la propia siembra directa, que en sus inicios se implementaba para frenar la erosión y cuidar el agua, ha evolucionado hacia la gestión de la oferta ambiental (Ver Evolución.). Y muchas veces ese ambiente no es homogéneo.
Por el contrario, algunas regiones, como la próxima a Río Cuarto, en el oeste cordobés, presentan zonas diferentes, aún dentro de un mismo lote. Así, la estrategia agronómica que se impone es la producción por ambientes.
"Se trata de un esquema productivo que reconoce la existencia de variabilidad en la oferta ambiental, adaptando herramientas tecnológicas para maximizar la productividad en cada situación en particular", explica Carlos Pastor, asesor y miembro de la Regional Río Cuarto de Aapresid.
El objetivo final es mejorar el resultado económico del sistema productivo, a partir de una asignación eficiente de los recursos e insumos utilizados.
La experiencia de "iniciarse en el manejo por ambientes requiere de una serie pasos ordenados y encadenados", afirmó Hernán Pastor, socio e hijo de Carlos. El primer paso consiste en identificar la variabilidad a partir de generar y procesar información.
"Debemos establecer procesos de relevamiento de información histórica del lote, mapas de rendimiento, fotografías satelitales, análisis de suelos y toda información que sirva de base para separar ambientes diferentes", agregó Pastor.
En línea con este concepto, Alejandro ODonell, también miembro de ese grupo regional de Aapresid, sostiene que "no se puede mejorar lo que no se mide". Y agrega: "Si no lo mido, no lo entiendo; y si no lo entiendo, mal puedo intentar mejorarlo".
El segundo paso consiste en cuantificar la variabilidad; esto es conocer, su magnitud (cuan amplia es), su tamaño y repetitividad en el espacio. En tercer lugar, "es importante conocer las causas de la variabilidad y determinar las características de cada ambiente", agregan los asesores.
Por último, "generamos e identificamos zonas de manejo", agregaron. Se trata de sectores dentro de un establecimiento, lo suficientemente parecidos entre sí como para manejarlos de la misma forma, y tan diferente de otros sectores para que justifique su separación. Pero siempre teniendo presente que "el objetivo final es maximizar el resultado económico de la empresa en su conjunto", destacaron.
Los miembros de la Regional Río Cuarto de Aapresid vienen trabajando en el análisis de situaciones reales para conocer cuándo realmente se justifica realizar agricultura por ambientes. La zona en la que trabajan se caracteriza por tener bajos con mayor capacidad de retención de humedad y acumulación de materia orgánica por arrastre de material de otros sectores.
Como punto en contra, y producto de un manejo homogéneo, por ejemplo en materia de fertilidad, en los bajos los niveles de fósforo cayeron drásticamente.
"Sucede que al fertilizar para la situación promedio, siempre nos quedábamos cortos en los bajos y no lográbamos reponer lo que los cultivos extraían", precisó Federico Bocco, técnico del grupo regional. Así, a la heterogeneidad natural producto de la posición en el relieve, se le suma una inducida por un mal manejo de la nutrición fosforada (Ver Fertilidad variable...). Esta situación llevó a la regional de Aapresid a profundizar sus conocimientos y a generar experiencias en manejo por ambientes. En el establecimiento La Fueguina, ubicado en San Basilio, se separó uno de los antiguos lotes en dos unidades de manejo diferenciado, básicamente por su posición en el relieve.
"El ambiente de loma, de media a baja aptitud productiva, ocupa el 80% del lote; en tanto que el 20% restante corresponde a un bajo de mayor potencial", precisó Pastor.
Sus propietarios realizaron un manejo diferencial a partir de seleccionar un híbrido de menor potencial y precio, junto a una baja densidad y menores dosis de fertilización, en las lomas. En cambio, en el bajo optaron por un híbrido de punta, elevada densidad y una generosa oferta nutricional.
Para medir el impacto del manejo por ambiente dejaron medio lote (que incluía ambos ambientes) con un manejo homogéneo estandarizado, similar al del ambiente de mayor aptitud. En la última campaña, como resultado del manejo diferencial, evidenciaron una reducción de costos (por menor inversión en genética y fertilizante) del orden del 9% en la loma, lo que repercutió en un 1,5% a nivel del lote.
Del mismo modo, la inversión en capital de trabajo fue un 12,6% menor en la loma, repercutiendo en un 2,53% a nivel lote. La disminución de costos implicó finalmente una mejora de la rentabilidad conjunta superior al 3%.
En otro de los campos de miembros de la Regional, específicamente en La Sombra, ubicado en Vicuña Mackena, otro productor de Aapresid también diferenció bajo y loma, aunque lo comparó con un manejo a nivel de todo el lote de baja tecnología. El resultado de aplicar tecnología variable por ambientes, evidenciado en mayor inversión en genética, densidad y fertilidad en el bajo, tuvo como resultado un aumento de los resultados económicos.
"Si bien los costos totales subieron un 15% y el capital de trabajo lo hizo en el orden del 23%, la utilidad neta y la rentabilidad aumentaron más que proporcionalmente, justificando el esfuerzo económico y la mayor complejidad", argumentó Pastor.
Luego de acumular información por ensayos y experiencias de manejo, los productores de Río Cuarto tienen en claro que el manejo por ambientes les mejora el resultado económico, lo cual se da, mayoritariamente por una reducción de costos. Los productores tienen en claro que esta estrategia se justifica cuando la variabilidad entre ambientes diferentes es de una amplia magnitud, superior al 40%.
Según Carlos Pastor, "estamos frente a un nuevo desafío, lo cual implica que hay que descubrir respuestas a interrogantes que aún hoy existen. Pero lo que ocurre es que no hay recetas o respuestas enlatadas". Por el contrario, la constante en el manejo por ambientes es la construcción de "trajes a medida".


