En el famoso "yuyo" estaban puestas todas las esperanzas después de dos desastres sucesivos: la cosecha del trigo y del maíz. Lo recolectado de estos dos cereales significó una caída en picada.

En trigo, la campaña 2007/2008 fue de 16 millones de toneladas, la de este año apenas arañó los 8,5 millones. En maíz sucedió otro tanto, 21 millones contra 13 millones. Caídas con respecto a la última campaña del 47% en trigo y 38% en maíz.

Este año quedarán muy pocas toneladas de estos granos como saldo exportable. Es difícil encontrar estas cifras de derrumbe en la serie histórica, máxime cuando en los últimos años la noticia era cómo se rompían los récords de cosecha.

Hay que agregar que en los primeros días del año se terminó de confirmar que el descalabro provocado por la seca, en el que el Gobierno también tiene alguna responsabilidad, aunque en menor medida, también le llegaba a la ganadería.

Se estima que habrá tres millones de terneros menos en el destete de este año.

Habrá menos carne en la góndola en los próximos años y, de mantenerse el actual consumo por habitante (de 64 kilogramos), es bastante predecible que se estará a las puertas de importar carne.

El turno de la soja

Así las cosas, llegó el turno de comenzar a cosechar la soja. El famoso "yuyo" representaba la última esperanza de salvar la vapuleada economía de los chacareros y al mismo tiempo de materializar los ingresos de los gobiernos nacional, provinciales y municipales por obra y gracia de las retenciones. Las expectativas eran mayúsculas.

No por nada el "yuyo" se había hecho la fama de ser un duro, de no necesitar mayores cuidados ni trabajos especiales, tal como fue descripta la soja en un discurso presidencial. Parecía que hasta crecía sola. Además, era una fija al punto de que se podía ir gastando a cuenta. Ilusiones que se estrellan ahora con una durísima realidad.

Las estimaciones oficiales sobre la cosecha de soja que se anunciaron ayer, aunque fueron rectificadas después como "erróneas y preliminares", convalidan los cálculos privados que habían estado circulando por estos días. No hay rinde y la caída de la producción será superior al 20%. Las 48 millones de toneladas del año pasado se estiman ahora en 38 millones. Y hay estimaciones privadas que opinan que la producción será aún menor, de 35 millones.

En la zona núcleo, norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe, las cosechadoras vuelan por los lotes sin encontrar el rinde que les haga aminorar la marcha.

Chacareros acostumbrados en los últimos años a tener lotes con rendimientos de 35 a 45 quintales obtienen ahora 10 quintales o menos. Esto significa pérdidas casi totales del capital de trabajo de muchos contratistas que siembran el 60% de la superficie agrícola.

La cosecha de soja es la última víctima de una seca que demostró ser implacable.