“Obama dijo”, “Obama piensa, “Obama expuso”. El vicepresidente Julio Cobos, en rigor, presidente hasta que Cristina Fernández vuelva de su gira por Cuba y Venezuela, simpatiza con el liderazgo que encarna el nuevo presidente de Estados Unidos porque “introdujo esperanza en el pueblo norteamericano”. Es que Cobos prefiere hablar de esperanza antes que de ideología. Incluso cree que “a veces, el Gobierno arma una batalla ideológica que no existe” ante un contexto de época en el que “a la gente no le importa tanto si se es de izquierda o derecha, sólo que le resuelvan los problemas”.

Desde su despacho en el Senado y mesurado sin falta, un Cobos de puro optimismo, obamizado, se anima una conceptualización que no favorece al Gobierno al que aún pertenece: habla de una primera etapa, la de Néstor Kirchner, en la que “era necesario recuperar la autoridad”. La segunda, la actual, para Cobos exige “flexibilidad y diálogo”. De lo contrario, Cobos pronostica que “cuanto más se intenta concentrar el poder, más se pierde”.

–Obama asumió mientras Cristina estaba en Cuba. En la oposición la criticaron por eso. ¿A usted qué le parece?

–No creo que lo haya hecho ex profeso. Fue una coincidencia. La futura relación con EE.UU. tampoco pasará por si visitó Cuba o no. Quizás no haya sido conveniente que se produjera el mismo día.

–¿Cómo analiza la relación del kirchnerismo con Venezuela?

–No es conveniente recostarse sobre un único país, hay que mantener relaciones con todos y no hacer eje con uno o dos. No son buenas las relaciones carnales con ningún país.

–Usted tuvo una opinión fuerte en el conflicto con el campo. ¿Qué debería hacerse frente a la sequía?

–Convocar al diálogo a todos los sectores de la cadena agrícola. Es la única forma. Hay que olvidarse del enfrentamiento por la 125. Si no aprendemos de los errores del pasado, no podemos construir a futuro.

–¿Qué piensa de las medidas que anunció la Presidenta para los productores rurales?

–Son buenas pero hace falta un plan. Y hay que armarlo entre todos los sectores, con consenso, escuchando al que opina igual y al que opina distinto.

–El gobernador bonaerense Daniel Scioli dijo que “el campo tiene razón”. ¿Lo estará imitando?

–Es que tiene que ser así. Yo siempre se lo dije a Daniel y a otros gobernadores. Ellos representan a sus pueblos, a su economía y no a los intereses de un partido. Máxime en la provincia de Buenos Aires, donde el campo y la agroindustria son fundamentales para el desarrollo.

–Usted habla de desarrollo, de necesidad de consenso, pero elude las definiciones ideológicas.

–Es que la gente, hoy día, pide que oficialismo y oposición nos pongamos de acuerdo en los trazos gruesos. No está en si uno es de izquierda o derecha. Y las soluciones a adoptar van conforme a las circunstancias, hay que tomar lo bueno de lo liberal y lo bueno de la izquierda.

–¿Cree que es excesivamente ideológico el discurso de los Kirchner?

–Creo que sí. A veces se hace una batalla ideológica que no existe. El Gobierno tiene que tener la mayor apertura, docilidad y flexibilidad.

–¿Qué es lo que lo separa del Gobierno, la forma o el fondo?

–La forma. Coincidimos en promover un Estado fuerte, que regule, con obra pública como motor de la economía. Pero a mí, por ejemplo, nunca se me hubiera ocurrido intervenir el INDEC. Además, la manera de ejercer el poder es convenciendo y no imponiendo. Si no, se corre el riesgo de que cuanto más intentás concentrar el poder, más lo perdés y no te das cuenta.

–¿Qué hubiera pasado si, ante un caso similar al de aquella votación, usted hubiera sido el presidente y Cristina, la vice?

–No hubiera permitido que el vicepresidente desempatara porque no era la solución.

–¿Y si desempataba igual y como usted lo hizo? ¿No lo hubiera interpretado como una traición?

–Nooo, para nada.

–¿Soñó alguna vez con aquel voto?

–No, nunca. Será que tengo la conciencia tranquila.

–¿Y con ser presidente como Obama?

–Je, je, je. No le llego ni a los talones a Obama. Veremos qué ocurre.