La reciente declaración de la emergencia agropecuaria por parte del gobierno de Entre Ríos, y de desastre para el caso del cultivo de maíz, era ya inevitable. Las pérdidas, que llegan al 60% para el conjunto de la agricultura, golpearon con especial fuerza al cereal que constituye el insumo básico de las avícolas. Se estima que el 97% del maíz entrerriano está seriamente comprometido, y esto generará mayores costos a las empresas, en un contexto internacional de baja demanda.

Según el titular del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) Roberto Domenech, la situación del maíz en la provincia “sin ninguna duda este año va a generar un problema de abastecimiento”.

El negocio agrícola está planteado con un esquema integrado, donde el mismo productor es muchas veces quien engorda, faena y hasta conserva refrigerados a sus pollos para la venta. El maíz se desarrolló en la provincia de la mano de la cultura avícola, y Entre Ríos logró así, hace poco menos de 5 años, autoabastecerse del cereal. Pero este año las firmas deberán incorporar fletes más caros entre sus costos, porque “habrá que traer maíz de donde haya”, puntualizó Domenech.

Marcha atrás

El conjunto de la avicultura argentina consume poco más de 4,2 millones de toneladas de maíz. Entre Ríos produce el 48% de los pollos de la Argentina y es responsable de poco más del 22% de la producción nacional de huevos.

Las proyecciones de producción del sector avícola anticipaban un crecimiento del 8% para 2009, pero la suma de desastres económicos y climáticos hizo que se revisaran esos objetivos.

Según Domenech, el congelamiento de la demanda internacional generará un estancamiento en el primer cuatrimestre del año, y se puede esperar que el crecimiento sea cero y hasta negativo. Cuando antes de la crisis los países veían un peligro en el potencial aumento de los alimentos, todos buscaron acopiar productos. Pero ahora, están bajando los stocks, y eso aplastó las exportaciones.

Aún así, desde CEPA siguen apostando al crecimiento del consumo en el mercado interno, porque sostienen que la ecuación económica favorece a la carne aviar respecto de sus competidoras, la de vaca y la de cerdo. La demanda interna de pollo creció en 2008 1,2 kilo por habitante, hasta 30,8 kilos por año. Para 2010, cada argentino consumiría 32,4 kilos de pollo al año.