El analista Manuel Mora y Araujo dice que el gobierno del matrimonio Kirchner "está muy desgastado", que la presidenta Cristina perdió casi la mitad del capital político que tenía cuando asumió, pero que así y todo el oficialismo podría ganar las elecciones legislativas del año que viene gracias a la división y dispersión de la oposición.
El politólogo opinó que la inyección de reservas por la probable estatización de las AFJP "no les asegurará el éxito político" a los Kirchner porque "tener toda la plata del mundo" no lo garantiza de por sí. Y con relación a las figuras de la oposición, el repaso hizo que Mora le termine adjudicando mayor peso específico a Mauricio Macri, jefe de gobierno porteño, entre el abanico de nombres.
—¿El desenlace de la estatización de las AFJP decidirá el futuro de la gestión Kirchner?
—Creo que no. Tener toda la plata del mundo no asegura el éxito político. Este gobierno está muy desgastado y no es por falta de fondos sino porque la macroeconomía no anda tan bien, cuestión que impacta en el empleo y el salario. Pero la inflación es lo que más lo ha golpeado. Segundo: tampoco será tanta plata. El gobierno va a tener muchos papeles, muchas acciones de empresa, muchos bonos que el propio gobierno emitió y que obligó a las AFJP a comprar. Y esos bonos hoy no valen nada. Es más, si es cierto que las AFJP arrastran pérdidas es porque el gobierno ha hecho todo para llegar a eso con decisiones que tiraron abajo el valor de los títulos públicos que les encajó. Entonces, no es tanta plata.
—¿Y este desgaste del oficialismo quién lo ha capitalizado?
—Pasa algo extraordinario y muy extraño en este país que, suelo bromear, va a estar en los libros de texto. Y es que cuando alguien baja nadie sube. Esto en política es rarísimo, no encuentro ejemplos en el mundo.
—Pero el conflicto del campo, por ejemplo, a Eduardo Duhalde le cayó oportuno.
—¿En qué?
—Volvió a hacer política, a encabezar actos, varios peronistas disidentes se le plegaron.
—Pero en las encuestas no subió un punto. Ni Duhalde ni (Elisa) Carrió. Alfredo De Angeli subió, sí, pero no es un dirigente político; y también Julio Cobos, que no encabeza un proyecto político y por lo tanto lo suyo no dice nada, puede ser una burbuja. A ver: Cristina Fernández perdió el 40 por ciento del capital político de opinión pública que tenía cuando asumió, incluso una gran parte antes del conflicto con el campo. ¿Quién subió mientras tanto? Nadie.
—¿La presidenta en qué márgenes está actualmente?
—Entre 35 y 38 por ciento de imagen positiva.
—¿La gente les percibe pasta de líder a algunos de los referentes que intentan perfilarse como opositores: Macri, Felipe Solá, Francisco De Narváez, Duhalde?
—Con todo respeto: Duhalde tiene más de 70 por ciento de rechazo; Solá: imagen buena en provincia de Buenos Aires, bajo conocimiento en el resto del país. De Narváez: conocimiento bajísimo incluso en provincia de Buenos Aires. Macri: muy buena imagen (incluso mejor en el interior que en Capital Federal), muy conocido desde hace tiempo y cae bien.
—Pero su gestión está complicada.
—Su gestión no es brillante pero tampoco desastrosa, no exageremos. Está haciendo cosas, la gente lo ve, pero le falta cintura política para evitar que le protesten por algo todos los días. Es decir, carece de la perspicacia de generar aliados que le respalden ciertas decisiones antes de implementarlas. El caso más típico fueron los carriles de tránsito públicos que despertaron la oposición de todos: taxistas, colectiveros y hasta algunos particulares. Ahí hubo una falencia. No es una medida alocada sino bastante lógica que debió consensuarla con algún actor antes. Dicho esto, esa gestión va generando lentamente la imagen de que ese gobierno actúa, trabaja. Pero como hay mucho conflicto, también cansa. La gente no va a decir en el futuro: "Macri fue un desastre". No. Pero necesita, primero, alguien que le maneje los tiempos, y segundo, evitar el argumento de que el gobierno nacional no le da plata. Es un mal argumento porque la gente dirá: "¿Y para qué te voté? Para eso hubiese votado a Filmus. Te voté porque me dijiste que eras capaz aun en caso de que el gobierno no te ayude. Es más, te voté para estar en contra del gobierno".
—¿Y el gobernador Hermes Binner y el senador Carlos Reutemann cómo están?
—Reutemann fue durante casi 10 años el político más popular hasta 2003, cuando se borró y se fue a su casa. Fue senador pero nadie se dio cuenta, se fue diluyendo. Salió del escenario hasta que reaparece, para el argentino medio, con la crisis del campo. Y vuelve a levantar, pero no tanto. Posee una reserva, un capital de confianza personal muy grande que lo puede activar, agregado a que es muy conocido en todo el país. Binner al revés. Binner es el gobernador con mejor imagen en su propia provincia de toda la argentina, lo sigue uno que es peronista: Alperovich. Estos dos son Gardel en sus provincias pero fuera de ellas la gente no los tiene, no saben quiénes son. Para que se proyecte una gestión a todo el país falta tiempo.
—¿Y Lilita?
—Lilita está entre los cinco o seis dirigentes con mejor imagen, pero en un punto de equilibrio difícil que lo pueda romper. También produce fatiga porque es muy peleadora, dueña de una personalidad y una actitud que logra adhesiones tan fuertes como rechazos y que se puede describir como que se las sabe todas, de una gran soberbia. Además, distribuye premios y castigos según las virtudes que les asigna a los otros. Entonces de repente se alía con tipos que la gente dice: "¿Y por qué con este?, ¿de dónde lo sacaste?". No hay una trayectoria muy coherente en sus decisiones políticas.
—¿Qué va a pasar en las legislativas del año que viene?
—Lo más probable es que el gobierno tenga la primera minoría. Veo un escenario de un gobierno con una elección pobre pero no catastrófica: 40 por ciento para mí es una buena elección que el gobierno tuvo en el 2005, el mejor año. Hay otro 60 por ciento que no lo vota. ¿Ese 40 por ciento oficialista es una masa homogénea? No, para nada, es una sumatoria de las provincias donde los votos son de los gobernadores aunque aparezcan con el sello del gobierno, del Frente para la Victoria. Y el otro 60 por ciento es una cosa distinta según cada provincia. Es decir puede haber un 40 por ciento y después un 25 por ciento, 20 por ciento, 17 por ciento, 12 por ciento. O sea, el gobierno va a cantar victoria y cada diario al día siguiente hará la suma que quiera y pondrá el título que prefiera. Cada gobernador sabe bien los votos que podría tener yendo solo o con el gobierno. No les preocupa mucho: prefieren ir con el gobierno porque también saben que los Kirchner saben lo que sumarían sin ellos.


