Los parásitos gastrointestinales constituyen la limitante sanitaria más importante en los sistemas de producción de alimentos de origen animal realizados bajo condiciones de pastoreo.
Por lo general, los bovinos son más afectados por los parásitos desde que empiezan a alimentarse a base de pasturas hasta aproximadamente los dos años de edad. En esa etapa de su vida, el animal recibe entre tres y cuatro aplicaciones de antiparasitarios en los momentos más propicios, lo que permite una ganancia de 20 a 40 kilos de peso de diferencia sobre los no tratados.
El control parasitario debe ser un desafío constante orientado fundamentalmente a minimizar los efectos de la enfermedad en la producción global del sistema y buscar, a la vez, alimentos con bajos residuos de compuestos químicos.
Usos inapropiados. Argentina está entre los países con mayor uso indiscriminado de antiparasitarios.
El uso de antihelmínticos para evitar pérdidas por parasitosis es frecuente sin diagnóstico previo y la elección del producto obedece más a razones comerciales que profesionales.
Los antiparasitarios actualmente en uso están formulados en base a tres principios activos diferentes: avermectina, bencimidazoles y levamisol, los cuales actúan con distintos mecanismo de acción para matarlos.
En toda población de parásitos hay una mayoría susceptible y hay una minoría que es resistente a las drogas, en la cual los químicos ya no actúan, por lo que sobreviven y se multiplican entre sí para formar nuevas generaciones de parásitos.
En Argentina, como en otros países del mundo, el control de los parásitos siempre estuvo basado en la aplicación de productos químicos; pero el uso inapropiado y masivo provocó el desarrollo de poblaciones resistentes. Si bien el proceso tarda años en producirse, una vez que ocurre nos deja sin medicamentos eficaces para controlar a los parásitos y entonces el productor empieza a perder dinero.
Un informe dado a conocer por organismos internacionales relacionados con la salud animal (FAO, OIE) estableció que 77 de 151 países miembros presentaban en su ganado bovino resistencia a las drogas de control para endo y ectoparásitos.
Los parásitos en números. La Argentina no está libre de este problema. El Inta, con el objetivo de conocer la situación de la resistencia antihelmíntica en el ganado bovino, ha realizado estudios en la zona ganadera más activa del país. El resultado fue que sólo el 40 por ciento de los predios ganaderos contienen poblaciones de parásitos susceptibles. El 60 por ciento restante tiene resistencia a alguno de los tres grupos químicos mencionados y en 10 por ciento de los campos hay resistencia a más de uno de ello.
Vale decir que la aparición de los fenómenos de resistencia y su rápida dispersión en el área ganadera requiere de una urgente reformulación de los programas y estrategias en el uso de antiparasitarios, si se pretende mantener la sustentabilidad del control y la productividad de los sistemas pastoriles. Esto es aún más importante si se considera que en el futuro cercano es improbable la aparición de nuevos antiparasitarios en el mercado veterinario.
En general, por cada parásito que alberga un animal, existen otros nueve en el campo, por eso el control debe realizarse tanto en el animal como en las pasturas. En todo sistema de producción, siempre es factible de encontrar algún tipo de parásito en el rodeo, pero la clave es saber hasta qué nivel de infestación es tolerable por el organismo sin afectar la producción y el bienestar animal.
Por ello, es muy importante realizar análisis de laboratorio periódicamente, para saber si es necesario hacer o no el tratamiento.
Se debe destacar la importancia que los antiparasitarios no sean considerados productos de ventas masivas, sino medicamentos específicos que debe ser recetado y aplicado sólo bajo estricto asesoramiento profesional, aunque ello puedan implicar mayores costos y complejidad. De lo contrario las recomendaciones tendrán escasa oportunidad de éxito para solucionar este grave problema.
La Voz


