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El Gobierno ratificó ayer que no dialogará con el campo en las rutas y volvió a acusar a los ruralistas de querer desestabilizar la gestión.

Mientras la Casa Rosada prepara una nueva demostración de fuerza para pasado mañana, con una gran movilización kirchnerista a la Plaza de Mayo, el mensaje oficial de las últimas horas sólo quedó en manos del vicepresidente Julio Cobos.

"Cristina Kirchner está muy preocupada y no quiere un conflicto civil", les dijo el radical K a los dirigentes agropecuarios Mario Llambías, de Confederaciones Rurales, y Luciano Miguens, de la Sociedad Rural.

El diálogo telefónico fue anteayer por la noche, después de la dramática jornada que terminó con la violencia en las rutas entrerrianas y la detención de Alfredo De Angeli. Se dio, además, antes de que el campo lanzara, al filo de la medianoche, el cuarto paro desde que comenzó el conflicto.

Cobos quedó convertido en el único nexo visible entre el Gobierno y los presidentes de las entidades agropecuarias, aunque fuentes oficiales descartaban ayer que el vicepresidente pudiera tener poder real de negociación. Desde el agro, además, creen que no tiene mandato presidencial para llegar a un acuerdo, sino que lo que intenta es mostrar una gestión de "buenos oficios". (Más información Pág. 7.)

Así, el diálogo quedó totalmente roto. El titular de la CGT y líder del gremio camionero, Hugo Moyano, desapareció de la escena negociadora el jueves pasado, después de una reunión con los máximos representantes del campo. Allí se comprometió a acercarles una propuesta. Pero ya no contesta las llamadas de los ruralistas.

Con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, Llambías habló no bien quedó detenido De Angeli, pero el contacto se cortó allí. Tampoco continuó el diálogo con el ministro de Planificación, Julio De Vido, otro de los funcionarios que se habían sumado en las últimas horas a la mesa de discusión.

Por el momento, voceros oficiales ratificaron anoche a LA NACION que el Gobierno no volverá a dialogar con el campo en las rutas. La presidenta Cristina Kirchner volvió ayer a reunir a sus máximos colaboradores en la quinta de Olivos. Por supuesto, también estaba el ex presidente Néstor Kirchner, junto con Alberto Fernández; el ministro del Interior, Florencio Randazzo, y el secretario legal y técnica, Carlos Zannini.

Por estas horas, la Casa Rosada está abocada a la gran movilización que hará pasado mañana a la Plaza de Mayo, con la que espera contrarrestar el efecto de una nueva protesta agropecuaria que se hará ese día (de lo que se informa por separado).

Repliegue

La Presidenta, en tanto, ordenó replegarse a la fuerzas de seguridad de las rutas, en especial, en Gualeguaychú y San Pedro, dos de las zonas más conflictivas. "No quiere que la presencia de la Gendarmería aparezca como una provocación", relató una fuente oficial.

Lo cierto es que, más allá de las declaraciones, en lo más alto del poder la estrategia será extremar la dureza y acusar al campo de desabastecer y desestabilizar al Gobierno. Néstor Kirchner será el artífice de esa jugada con el acto que organiza para pasado mañana. "Detrás de los reclamos se gesta un clima de desestabilización impresionante", descargó ayer el jefe de Gabinete, en declaraciones a Radio América, y sostuvo que existía "un aprovechamiento [del conflicto] con vocación golpista."

Además, reiteró su pedido de recuperar la "sensatez", dirigido exclusivamente a los ruralistas.