"La ganadería se sostuvo por el amor a la actividad, a pesar de la mayor rentabilidad de la soja; eso impidió una mayor sojadependencia." Con argumentos novedosos, la candidata a diputada porteña por ARI, Elisa Carrió, visitó ayer la Exposición Rural de Palermo, acompañada por el segundo candidato de su lista, Enrique Olivera, cuyo bisabuelo fue uno de los fundadores de la Sociedad Rural Argentina (SRA). Fueron recibidos por el presidente de la SRA, Luciano Miguens, y el vicepresidente de la entidad, Hugo Luis Biolcati.
"Proponemos retenciones a las exportaciones móviles hasta su eliminación, pero, sobre todo, distinguimos entre la aplicación de ese impuesto a la agricultura y a la ganadería. En el caso de la ganadería, hay que eliminarlas totalmente, porque representa una apuesta a una cultura, la sustentabilidad de los suelos, el desarrollo de la oferta de carnes y la reconstrucción del sector tambero", dijo Carrió. La dirigente política está enfrascada en las próximas elecciones presidenciales de 2007.
-Se dice que el sector agropecuario no representa una masa de votos interesante para los candidatos, porque las vacas no votan...
-Nuestra posición política respecto del campo no es electoral. Considero que es un tema central para la Argentina. Los votos son secundarios y generalmente las cosas más importantes para un país no traen votos. Quizá nos hubiese convenido construir un discurso prejuicioso del sector, pero estoy convencida de que el país debe moverse sobre dos bases: el proyecto agroindustrial, con una ganadería fuerte, y el proyecto cultural. Suena antagónico, pero creo que son absolutamente complementarios y que responden a una tradición en movimiento.
-¿Por qué hace distinciones entre la ganadería y la agricultura?
-Considero que en términos de sustentabilidad hay que apostar a la ganadería para evitar la preocupante erosión de los suelos por la agricultura continua y la soja. El mercado de carnes requeriría también modificaciones para llegar en el futuro a un sistema de comercialización por cortes cárnicos y no la media res. Brasil hizo cosas en este sentido y quedamos muy retrasados? Los ganaderos no son ricos, eso es un prejuicio más. Tienen que ser asistidos con una apuesta que se sostenga en el tiempo.
-¿Aún defiende el proyecto de ley que propone la restricción de la compra de tierras por parte de capitales extranjeros?
-Estoy de acuerdo con el proyecto, que no significa una prohibición a que un extranjero adquiera tierras, sino a que las sociedades anónimas estén radicadas en la Argentina y sean transparentes. En cualquier país civilizado, como Francia o Estados Unidos, controlan las sociedades fantasmas cuando se trata de un bien como la tierra. En la Argentina, esas sociedades generalmente son de ex funcionarios. No se trata de vulnerar la Constitución, sino de algo tan básico como contar con un registro catastral serio.
-¿Cuál es su impresión de la actual política agropecuaria?
-No hay política agropecuaria. El campo mejoró a partir de un dólar competitivo, pero hubo mucha imprevisión respecto de la oferta interna. No se trabajó junto con los sectores para evitar el cuello de botella. Hoy, el ministro de Economía, Roberto Lavagna, pide aumentar la oferta en un mes cuando durante dos años no se hizo nada. La política para el sector es espasmódica. Actualmente el panorama internacional es maravilloso por eso hay que prever, planificar y hacer un seguimiento, mejorando la oferta.
Por Franco Varise
De la Redacción de LA NACION


