Heladas en Trigo: Parte II
Reconocimiento y consecuencias
La ocurrencia de una helada en trigo, expone indicadores propios en cada una de las etapas de crecimiento del cultivo. Disponer de este conocimiento y hacer lectura de eventuales daños, permite asumir posicionamientos frente a una situación no deseada y definir desde lo socioeconómico la implementación de mecanismos de emergencia y contingencia frente a desastres.
Espiga “embuchada”
Frente a la sospecha de daños, los síntomas se deben buscar en las vainas de
la hoja bandera.
Las heladas pueden condicionar la existencia de espigas “atrapadas” en las
vainas por lo que no podrán emerger en forma normal. Cuando lo logran, muestran
formas retorcidas debido a que salen por los laterales (ruptura de las vainas) o
por la vía normal pero adelantando la emergencia de su base.
Las imágenes descriptivas de este estado, muestran las consecuencias. Se observa
que la espiga de la derecha fue fuertemente “atrapada” produciéndose una notable
torcedura al salir. La de la izquierda presenta el tercio superior afectado como
resultado de haber emergiendo durante la helada. Cabe mencionar que la zona
afectada (blanca) con seguridad no dispondrá de grano.
Cuando las heladas ocurren estando las espigas
Emergiendo de sus vainas y existiendo una relativa exposición de sus espiguillas, lo primero en afectar serán las anteras. Esto es consecuencia de su susceptibilidad frente al frío, resultando mayor que la de la parte femenina de la futura flor. Como consecuencia, al ser el trigo una planta autógama (autopolinizate), la flor no dispondrá de los mecanismos de producción de polen, determinando su esterilidad. Cada una de las flores afectadas estará imposibilitada de formar grano.
Siempre que se deseen inspeccionar los daños en este estado, será necesario
realizar un corte longitudinal en las vainas para alcanzar a las futuras flores
o espiguillas. De esta manera, se pretende conocer el estado de las anteras
(parte masculina a cargo de la producción de polen). De existir consecuencias,
se mostrarán cambios en su color y forma. Cuando éstas son jóvenes, se observan
de coloración verdosa (1), pero si están afectadas por frío se mostrarán
retorcidas virando hacia el amarillo primero (2) y a tonalidades blancas
después. Lógicamente, no producirán polen.
Las transformaciones comienzan a aparecer dentro de las 48 hs. de ocurrida la
helada y a los cinco días se observarán tonalidades blancas y marrones. Durante
este estado, la afectación de una helada determinará una moderada a severa
pérdida de rendimiento. Esto fundamentalmente será consecuencia de la parcial
pérdida del cultivo en la capacidad de formar granos.
Espigazón
La ocurrencia de una helada a la emergencia de espiga o en espiga emergida, a
partir del séptimo día mostrará coloraciones blancas sobre las aristas o sobre
las mismas espigas.
Adicionalmente, en ese estado se produce un desorden en la posición de las
aristas (tal lo observado en foto adjunta). Como consecuencia de todo esto,
existirán importantes afectaciones en los rendimientos futuros del cultivo; en
particular cuando se trata de heladas afectando a las espiguillas
expuestas como consecuencia de la presencia de espigas totalmente emergidas. Se
observará la generalización de una clorosis o “blanqueo” y al inspeccionar se
comprobará la muerte de las anteras. Durante este período, la caída potencial
del rendimiento puede ser muy significativa como consecuencia de la esterilidad
generalizada producida sobre un incalculable número de espiguillas.
Otra evidencia de daño es un “anillo blanco” que aparece por debajo de las
espigas. Esta decoloración no indica perdida de tejidos y no interrumpe la
circulación de nutrientes. Lo que genera es una potencial zona de fractura de
caña, que podrá hacerse efectiva si la formación de la espiga prospera y se
expone el cultivo a fuertes vientos antes de su cosecha.
Continúa


