Heladas y Trigo: Parte 1
Reconocimiento y consecuencias
Durante el año 2001 y en tres entregas, desde AgroRADAR ofrecimos información
relacionada con la identificación de daños en trigo por heladas. En la
actualidad y frente a algunos pedidos por parte de nuestros lectores,
re-editamos aquellas entregas.
“Conocer los síntomas de daños producidos por heladas en trigo, abilita a
realizar una inspección y establecer la ocurrencia efectiva de este desgraciado
suceso. Disponer de este conocimiento, es parte de la necesidad individual de un
productor que necesita posicionarse frente a una situación no deseada, así como
de los responsables en la aplicación de los mecanismos de emergencia y
contingencia por desastres”.
Lo primero a tener en claro es que la ocurrencia de una helada y su consecuencia
queda expuesta por indicadores característicos de cada etapa de crecimiento del
cultivo.
Desde el punto de vista de la climatología agrícola, no es el registro térmico
el referente de una helada ya que distintos vegetales, por bajas temperaturas,
sufren consecuencias sin que necesariamente el termómetro llegue a cero grado.
Sin embargo, cada especie dispone de valores termométricos orientativos, a
partir de los cuales y en función del estado de las plantas, se supone la
ocurrencia de daños.
Desde el punto de vista atmosférico, para que se produzca una helada
(temperatura igual o inferior a 0ºC), se deben producir algunos fenómenos
ambientales como: cielo despejado, viento calmo y poca humedad en el aire
favoreciendo la pérdida energética por irradiación.
Desde el punto de vista de la vegetación, deberán existir tejidos suceptibles a
cambios o modificaciones irreversibles en su estructura y/o funcionalidad.
Las heladas que mayor daño causan a las plantas no son las que se producen
durante el período normal de ocurrencia del fenómeno, sino las que ocurren fuera
de éste. Es la falta de regularidad cronológica la que da a las heladas un
carácter de riesgo. En este sentido, sobre los 12 millones de hectáreas de
AgroRADAR, área caracterizada por diferencias climáticas, de suelo y culturas
productivas, en términos de riesgo cabe destacar la importante exposición de la
fracción continental de su territorio al estar alejada de la influencia
termorreguladora del mar.
Las observaciones a realizar sobre los cultivos, contemplan tres consideraciones fundamentales:
1) Esterilidad, con particular atención sobre la parte masculina de la
flor.
2) Pérdida de actividad fotosintética y área foliar por desecación o
muerte de las hojas.
3) Lesiones en tallos inferiores.
Para el efectivo reconocimiento del daño a campo, quien salga a realizar
reconocimientos, deberá considerar la utilización de una hoja de corte (cortapluma)
y lupa.
Como ya se expresó, el umbral de temperaturas debajo del cual se producen daños,
está condicionado por la etapa de crecimiento en que se encuentra el cultivo. La
referencia de la tabla adjunta considera una exposición de 2 horas.
Esta información, pretende facilitar un patrón de referencia, a partir del cual
se deberian iniciar las búsquedas de daños.
Macollaje
Durante el macollaje del cultivo, el daño por ocurrencia de heladas se
muestra por la presencia de hojas retorcidas, decoloración hacia un verde
claro/amarillo del follaje y la existencia de tejido muerto especialmente hacia
la punta de las hojas (quemado). Esta situación comienza a hacerse evidente a
los 2 o 3 días de ocurrido el fenómeno, demorando el desarrollo del cultivo que
posteriormente y frente a temperaturas templadas, podrá recuperar su condición
de crecimiento.
Durante esta etapa, los meristemas, ápices o tejidos de crecimiento no son
afectados ya que se
encuentran protejidos a nivel del suelo. La temperatura de referencia es de –11ºC
(duración dos
horas).
Por último y en términos de productividad, la afectación en hojas tendrá un leve
a moderado efecto negativo sobre el rendimiento final.
Encañazón
Durante este período y frente a situaciones de enfriamiento extremo, aparecen
en hojas síntomas semejantes a los observados durante el macollaje pero con la
peligrosidad adicional de daños en los ápices o tejidos de crecimiento. Es
necesario considerar que ante una helada que no alcance a dañar hojas, se
deberán inspeccionar los ápices de crecimiento, ya que éstos son mucho más
sencibles.
Su búsqueda se debe realizar haciendo un corte longitudinal en los “tallos”,
estableciendo visualmente el estado de sus tejidos. En el caso de estar como en
A no existiría daño. Si se observan como en B, palidos al principio y con
tonalidades amarillentas/marrones, se estara frente a la evidencia de severos
daños.
Los macollos que se encuentren afectados permanecerán verdes, pero al estar
dañados sus puntos de crecimiento cesan en su actividad. Como consecuencia de la
destrucción del ápice y tal se muestra C, se dará lugar a la existencia de una
lámina de hoja muerta.
También en este estado pueden aparecer tallos inferiores con decoloraciones y
alargamientos de nudos, rajaduras y algunos internodios paralelos al suelo.
Cuando estos daños ocurren, no se interrumpe la nutrición superior de la planta
pero aparece una zona de debilitamiento de tallo que de prosperar, la planta en
su desarrollo quedará expuesta al quiebre con vuelco y caída.
Cuando se hielan algunos “macollos activos”, son reemplazados por otros de
desarrollo tardío.
Estos, definen una potencial desuniformidad en la maduración del cultivo,
estableciendose a cosecha, un antecedente negativo para la definición de calidad
y del rendimiento del cultivo.
En próximas entregas: Daños en espiga embuchada, espigazón, floración, grano lechoso y maduración.


