La historia de la empresa no nació como un plan maestro. Todo empezó en 2011, cuando Mariano Bonaventura y Sebastián Espina, por entonces vinculados a la distribución de productos de consumo masivo, decidieron comprar una pequeña máquina usada para fabricar alfajores. No había experiencia industrial ni certezas, solo la intención de aprender haciendo.

Hoy, Alfa Pampa produce más de un millón de unidades mensuales, llega a 260 ciudades argentinas, exporta a Estados Unidos y Nueva Zelanda y proyecta una facturación de $ 4.000 millones para 2026, mientras avanza con un plan de inversión enfocado en automatización y marketing.

Los primeros alfajores poco tenían que ver con los actuales. Bonaventura lo admite sin rodeos: la curva de aprendizaje fue larga y estuvo marcada por ajustes constantes. Cambios en tapas, formulaciones, humedad y sabor, con un “laboratorio” tan informal como efectivo: amigos, reuniones y partidos de fútbol donde el producto circulaba sin aviso previo.

“Al principio los alfajores no estaban buenos. Tenían insumos excelentes, pero no pasaba nada”, reconoce. Con el tiempo, esa búsqueda derivó en un alfajor de perfil premium, pensado para competir en calidad con las marcas más reconocidas del segmento, pero a un precio más accesible. “La idea siempre fue ofrecer una experiencia similar a un alfajor premium, pero sin que sea inaccesible”, explica Bonaventura, hoy presidente y cofundador de la compañía.

Escalar sin perder el control

El primer gran impulso llegó cuando Alfa Pampa logró ingresar a una cadena nacional de kioscos, lo que le permitió ganar volumen, visibilidad y previsibilidad. A partir de ahí, la empresa reinvirtió de manera constante: nuevas líneas de producción, más capacidad instalada y un salto industrial que la llevó a poder fabricar hasta 3,5 millones de alfajores por mes.

En 2017, los socios tomaron una decisión clave: dejar definitivamente la distribución y dedicarse de lleno a la fábrica. Ese mismo año se sumó al management Ezequiel Espina, hoy a cargo de las áreas de administración, finanzas y logística, consolidando un esquema de gestión más profesional.

Córdoba, supermercados y el impulso regional

En el mapa de crecimiento reciente, Córdoba aparece como una plaza estratégica. En los últimos meses, Alfa Pampa logró ingresar al grupo supermercadista Mariano Max, un movimiento que fortaleció su presencia en el interior del país y traccionó volumen en un contexto desafiante.

“Para una pyme como la nuestra, entrar en un supermercado regional fuerte es clave: te da escala, visibilidad y un piso de producción”, señala Bonaventura. 

Del récord al ajuste: el desafío 2025 y nuevos caminos

El mejor año de la compañía fue 2024. La combinación de mayor presencia en grandes cadenas y oportunidades coyunturales permitió alcanzar niveles récord de producción. Pero el escenario cambió.

En 2025, la caída del consumo masivo, la concentración de clientes y la presión del mercado hacia productos de menor precio impactaron de lleno. La producción mensual se redujo y la empresa debió achicar su estructura para sostener la operación. “Cuando dependés de pocos clientes grandes, cualquier cambio se siente fuerte”, admite Bonaventura.

Fuente: infonegocios.info